La situación del sistema educativo no da para más. El camino es evaluar, unir educación con trabajo, revincular a los chicos que perdimos por la cuarentena e incluir a los padres en las decisiones.
Un profesor de Geografía en escuelas públicas y privadas en La Boca y Avellaneda cuenta en primera persona cómo fue dar clases durante este año y medio de pandemia.
Hace un año, Padres Organizados se daba a conocer con una carta que recibió miles de adhesiones. La historia de un un grupo de personas que encendió la mecha y logró la vuelta a las clases.
Aunque más de un millón de chicos no volvieron a la escuela, el ministro Trotta sigue diciendo que la presencialidad completa no volverá hasta 2022. Contra toda evidencia científica.
El gobierno dijo que suspende las pruebas Aprender por culpa de la pandemia. No es cierto. Lo hace por prejuicios ideológicos: al kirchnerismo nunca le gustaron las estadísticas.
La suspensión de las pruebas Aprender, única manera posible de saber hasta dónde llegó la catástrofe educativa, vuelve a mostrar el desdén del kirchnerismo por las estadísticas.
El gobierno manipuló datos para justificar tanto el cierre como la reapertura de las escuelas. En el camino, sigue menospreciando los terribles efectos del cierre en los niños y en nuestro futuro.
La falta de presencialidad en 2020 fue catastrófica para todos los chicos, pero sobre todo para los que están aprendiendo a leer y escribir. Otro año igual puede tener consecuencias irrecuperables.
El debate sobre el cierre de escuelas revela la improvisación del Gobierno Nacional y su incapacidad para ver más allá de la falsa antinomia entre educación y salud.