VICTORIA MORETE
Domingo

Zooms con un pibe solo

Un profesor de Geografía en escuelas públicas y privadas en La Boca y Avellaneda cuenta en primera persona cómo fue dar clases durante este año y medio de pandemia.

En los últimos dos años en Argentina se discutió sobre educación por primera vez sin que los temas queden limitados a reclamar por la magra condición salarial de los docentes. Las restricciones impuestas por la cuarentena avivaron la discusión acerca de la experiencia del aula y el episodio reciente de la maestra exaltada abrió el debate sobre las discusiones políticas dentro de la escuela y de la relación de respeto entre estudiantes y profesores.

En ese contexto, Mariano García nos quería contar su experiencia docente. Mariano, hermano del crítico de cine y runner Santiago García, es profesor de Geografía en colegios públicos y privados tanto de la ciudad de Buenos Aires como del Conurbano, con lo cual su experiencia permite comparar cómo se vivieron las restricciones en uno y otro ámbito. En una conversación franca y emotiva, Mariano derrumba varios mitos, desde el “clases hubo” sin distinguir de qué ámbito se trataba hasta la supuesta inacción de docentes y directivos pasando por la generalización acerca del adoctrinamiento en las aulas. Es inútil hablar sobre educación sin escuchar este tipo de experiencias de primera mano y es imposible leer estos testimonios, lúcidos y sentidos, sin sentir una especial congoja.

Públicas versus privadas

Es abrumadora la diferencia entre los alumnos de escuelas privadas y de escuelas públicas. Mis alumnos de la escuela privada, incluso en los momentos más duros, tuvieron tres o cuatro zooms por día de todas las materias. No es lo mismo que dar clases presenciales, se perdieron muchos contenidos y mucha socialización, cosa que es tremenda, pero contenido tuvieron. Mi hija estaba justo en la edad de entrada en la adolescencia y quedó como varada: se perdió quinto y casi todo sexto grado. Se quedó varada en cuanto a su actitud; entonces, si bien lo de la socialización estuvo perdida, en cuanto a los contenidos ellos siguieron teniendo clases todo este tiempo.

Fue un desastre lo que pasó. Hay alumnos a los que desde marzo del 2020 no los volvimos a ver.

En mi experiencia con los alumnos de La Boca en escuela pública en CABA y con mis alumnos de acá de Wilde y Villa Domínico en provincia, fue un desastre lo que les pasó. Hay alumnos a los que desde marzo de 2020 no los volvimos a ver. Cuando dicen “pero hubo clases virtuales”, es para algunos solamente. Los docentes le pusimos el pecho y a mí este año cuando nos volvieron a mandar a la virtualidad yo hice todas las clases por zoom e hice todas las clases igual, pero por ahí tenia 30 alumnos en un curso y venían cuatro. Es muy poquito. Vos tenés chicos que o no tienen dispositivos o tienen dispositivos pero no tienen Internet, o no tienen ganas porque no pueden estudiar de esa manera, porque estudiar con un celular en la mano es una tortura, o tienen un celular que es de la familia o de la madre y solamente lo pueden usar cuando la madre los deja a las dos de la mañana. O lográs que alguno venga al zoom pero siempre con la cámara apagada, con el micrófono apagado, porque por ahí la casa es un lío, hay un montón de gente, hay un montón de distracciones, entonces el chico en esas condiciones no puede aprender nada. De por sí el adolescente se distrae fácilmente, pero vos en un aula lo podés tener ahí prestándote un poco de atención; pero de la manera virtual es imposible. Se empezó a hablar de contenidos prioritarios: “Que aprendan alguna cosita, que entreguen trabajitos”. Después se empezó a ver que no repetía nadie, entonces los chicos decían “chau, listo”.

La escuela privada tenía dos burbujas, salones amplios y con los que no tenían la burbuja se hacía alguna actividad. En las escuelas públicas me tocó que había tres burbujas porque las aulas eran más chiquitas. Veías a los chicos cada tres semanas, incluso cuando volvimos con la presencialidad. Entonces si el alumno falta ese día lo ves cada seis semanas. El nivel de pérdida, de contacto con los docentes, con la educación, es enorme. Hace varios años, incluso antes de la pandemia, hubo un acuerdo implícito en el que los estudiantes decidieron que en la casa no se hace nada de la escuela. Siempre hablando de escuelas públicas, porque los hábitos de estudio en las escuelas privadas son diferentes. Entonces vos les mandás tarea y directamente no la hacen. Al no ir a la escuela, el pibe está dos semanas de vacaciones, una semana en la escuela y así. Y cuando volvimos ahora, la última parte, justo después de las vacaciones de invierno, me pasó que estando en agosto o septiembre, agarro las listas y veo pibes que los veo por primera vez en el año, el primer contacto en el año que tienen con un profesor de Geografía. Eso es devastador, no se vuelve más.

Además hay unos que se quieren esforzar y hacen la tarea, y eso no implica que hayan aprendido nada. Les hemos hecho llegar algunos cuadernillos, copian un poco y te mandan un cuadernillo, te escriben a las dos de la mañana en vacaciones o los domingos que es cuando tienen un celular. Hay alumnos que en medio de la pandemia se les murió el papá, por ahí no de covid, sino porque se muere la gente, y te escriben a las dos de la mañana y ¿qué les vas a decir, “no te contesto”? No, se le acaba de morir el padre, el pibe no tiene contacto con nadie.

Tenés pibes en tercer año del secundario que les mencionás la palabra ‘prueba’ y casi se ponen a llorar, porque no tuvieron segundo año.

Tenés pibes en tercer año del secundario que les mencionás la palabra “prueba” y casi se ponen a llorar, porque no tuvieron segundo año, vienen del primero, son chiquititos, como que todo el crecimiento lo tuvieron en sus casas y no están preparados para nada. La realidad es que los chicos que durante la pandemia estuvieron estudiando, por zoom, con lo que sea, y aprendieron un montón de cosas deberían de haber pasado de año bien. Y los que no tuvieron ningún contacto con la escuela no deberían haber pasado de año, tendrían que haber hecho el año de nuevo. Pasa que si hacés eso es una medida que te arma un lío con los sindicatos y con los padres. Mil quilombos. Pero eso es lo que tendría que haber pasado, porque es como que alguien diga “vas a cursar medicina virtual, podés no venir nunca pero igual tenés el título”. Y no, no funciona así. Vas pasando de niveles porque vas acreditando ciertos conocimientos.

Cuando arrancamos con la virtualidad, los pibes no se podían conectar. Ya cuesta muchísimo que tengan ganas de estudiar. Empezamos a juntar las materias por áreas, entonces Geografía con Historia, Matemática con Biología. Después empezamos a juntar los cursos: primero con segundo, segundo con tercero. Porque no venían, entonces los zooms eran de un pibe. Ahí ya los contenidos los apretamos, así que ahí ya te digo que ninguno vio lo que tenía que ver. Eso en Capital. Y mi experiencia en Provincia lo mismo, porque yo daba todos los zooms toda la semana, tengo dos horas de Geografía por semana, mis zooms duraban 40 minutos, entonces ya ahí empezamos a perder, pero a mi zoom venían 4 o 5 pibes y esos pibes no aprendieron lo mismo que hubiesen aprendido si estaban conmigo todas las clases del año que tenían que haber estado. Yo le puedo poner onda, hacer un Power Point, dar una clase copada, pero siguen siendo muy poquitos. Creo que ni llega al 5 % de tener lo que tuvo en términos de contenido.

En la escuela privada cambia todo. Yo doy clases por ejemplo en el María Auxiliadora de Avellaneda, que es un colegio católico. Vos tenés un curso que armás un zoom y de 36 pibes se suman 34 al zoom. Un promedio, vienen casi siempre y el que no viene avisa, “fue al médico” o lo que sea. En mis cursos del secundario se habrá quedado afuera uno por curso, pero no más de eso.

Los docentes y los directivos

En cuanto a lo que hemos trabajado los docentes, nunca en mi vida viví una cosa así. En la virtualidad casi casi que era mejor, porque vos te podías ordenar los horarios, pero quedaban los pibes afuera. En la presencialidad es tremendo también, porque vos tenés a la mitad de los pibes que les tenés que dar clase en tu horario normal que te pagan, vas y les das clases. Supuestamente tenés que mandarles tarea a los que no vienen. Además de eso tenés a los alumnos dispensados, que son los que tienen alguna enfermedad o porque los padres no los quieren mandar por el riesgo o no sé qué. Los alumnos dispensados no van nunca a la escuela, entonces también hay que hacer un zoom gratis para ellos o mandarles las actividades.

Además de eso, tenés alumnos integrados, que tienen algún problema de aprendizaje, entonces también hay que preparar algo especial para ellos. La cantidad de subgrupos de alumnos es enorme. Además de eso, la escuela te pide una planificación y te pide el plan de recuperación de contenidos del año pasado. En cuanto a la burocracia, no cambió nada, sigue toda la misma estupidez. Una locura y todo por la misma plata, destruyendo nuestras computadoras y nuestros celulares.

Los directivos estuvieron totalmente desbordados porque todas las normativas llegaban de un día para el otro: “Bueno, mañana podemos abrir”, “mañana cerramos”. Todo así. Entonces los tipos se encontraban que al día siguiente tenían 700 alumnos y de golpe tenían que responder a todas las familias, a todos los profesores, adaptar las escuelas. Después tenés cientos de directivos y personas que toman decisiones y dicen “no hagamos esta payasada”; otros que dicen “no, bueno, hay que seguir las normas”. Te encontrás con que te piden cosas ridículas. Por ejemplo, a principio de año nos pedían la planificación anual y vos decís “¿qué planificación anual si no sé cuántas clases voy a dar, no sé si voy a tener 30 clases, si voy a tener dos zooms, si voy a tener cinco chicos o si voy a tener 40?” Otros te decían “bueno, hagamos la planificación por dos meses” y listo. Otros te decían “bueno, no traigas nada”.

Pero el nivel de estrés que manejan los directivos te la regalo, porque saben también que están presionando a los docentes, reciben la presión de los padres que también es insoportable, porque en las escuelas privadas los chicos pagan. Entonces si no hay clases decís “che, pero yo estoy pagando un montón de cuota”. Todo una locura.

La experiencia del aula

El momento en el que yo estoy dentro del aula con los alumnos dando clases y charlando con ellos, eso es maravilloso. Que no parezca que a mí no me gusta dar clase, yo adoro ese momento de enseñar a los pibes: cuando se despierta esa chispa de que el pibe entendió algo que vos le explicaste, que te repregunta. Estos días estuvimos debatiendo sanamente lo que pasó con la profesora de La Matanza y charlamos un montón con los pibes y me contaron un montón de cosas. Es hermoso ese contacto con los chicos dentro del aula.

Lo primero que hice fue preguntarles su opinión, a ver si habían visto el video y ver qué opinaban ellos. Lo hablé con los chicos más grandes, que están en cuarto año. Los chicos no lo podían creer. Yo tengo compañeros y amigos profesores que son kirchneristas y yo sé que jamás darían una clase de esa manera. Ningún profesor de bien trataría a un alumno de esa manera, eso de “tu papá no va a poder pagar la escuela”, eso no. Una norma de un docente es que aunque la situación te supere, porque los chicos están nerviosos o lo que sea, vos no te podés descontrolar, no es “me pincharon, entonces digo cualquier cosa”. En todo caso se hablará en otro momento, cambiás de tema o lo que sea, pero no podés.

Ningún profesor de bien trataría a un alumno de esa manera. Una norma es que aunque la situación te supere, porque los chicos están nerviosos o lo que sea, vos no te podés descontrolar.

Yo he dado clases en Ingeniero Budge, en Monte Chingolo, en lugares que son recontrapicantes con chicos que vienen drogados al aula, que vienen destruidos y nunca llegás a esas situaciones, no te podés poner a la altura del chico. Y repito esto, tengo compañeros kirchneristas que jamás darían clase de esa manera. A lo sumo, contarán lo que pasó desde su punto de vista, pero jamás así. Y los chicos coinciden en que eso no era un debate. Y les explicaba esto a ellos, que no se dejen tratar así por ningún profesor, que la norma es que en un debate todos nos escuchemos y que escuchemos lo que el otro tiene para decir, pero nunca ese nivel de autoritarismo ni de violencia.

Las situaciones personales

Con los chicos de La Boca la relación es muy cercana porque muchos no tienen familia, no tienen nada y nos toman a nosotros como referentes paternos o maternos, es así. Y cuando pasó el 2020, que nos mandaron a todos a la clandestinidad –como le digo yo– hubo chicos que se recibían ese año y hacían un esfuerzo tremendo por poder estudiar. He tenido alumnos que dormían dentro de un auto y el nivel de compromiso que le ponen para poder ir a la escuela era impresionante. Está bien, no van a ser un alumno estrella de Harvard, pero se matan para poder ir, y no pudieron tener ni acto de egresados. Para ellos es muy importante ir a la escuela, para los más pobres sobre todo es muy importante.

He tenido alumnos que se me quedaban dormidos en el aula y después pensaba “claro, este pibe vive en la villa en un lugar con cuatro chapas, se muere de frío todo el invierno y viene a la escuela y está calentito y se queda dormido, es normal”. La clase siguiente vas y le llevás una campera para que tenga porque el pibe te venía en bucito. Todo eso lo perdieron los chicos. Bueno, estuvieron viniendo a la escuela a buscar comida, esa es otra también, llegás a la escuela y hay una cuadra y media de gente alrededor esperando que le den la bolsa con comida, es un espectáculo devastador.

Los chicos expresaban eso, que extrañaban la escuela, que extrañaban a los compañeros. Para un adolescente es muy importante eso. Está cambiando, está formando su personalidad, está descubriendo cosas nuevas y le cuesta mucho hablar de eso con adultos. Eso lo charlan mucho entre ellos, es algo re importante y se perdió. No sé cómo se podrá recuperar.

 

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Gustavo Noriega

Licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA. Participa de programas de televisión y radio de interés general y escribe regularmente en el diario La Nación.

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