La causa de la crisis no es la interna del FDT, sino la incompetencia del Gobierno. Y una concepción del Estado y la economía que llegó a su fin: se les terminó la plata.
Cuando la investidura presidencial entra en crisis, el país entra en crisis. Alberto ya no tiene el poder ni la capacidad para hacer lo único urgente: diseñar un plan para sacarnos de este laberinto.
Aunque falta una eternidad para las elecciones, el único objetivo de la nueva política económica del gobierno será conseguir o mantener votos para el Frente de Todos.
Ahora todos critican al Gobierno y está bien, mejor tarde que nunca. Pero cabe preguntarse por qué tantos periodistas e intelectuales no vieron lo evidente.
El epíteto de moda puede tener usos desagradables, pero también indica un fenómeno inédito: los responsables de esta situación se tienen que hacer cargo.
No les tengamos miedo a los debates entre candidatos de Juntos por el Cambio, porque eso le curtirá la piel al que eventualmente llegue a las elecciones o la presidente. Y le permitirá gobernar mejor.