Quintín

Argentina mereció ganar y será finalista, pero volvió a mostrar que todavía no tiene la templanza necesaria para manejar los partidos.

España decepcionó con un fútbol triste y monótono. Portugal lo mandó a CR7 al banco y se destapó con una goleada de las de antes.

La exhibición brasileña duró un tiempo del máximo nivel posible en todos los aspectos. No necesitó más.

Inglaterra y Francia pasaron a cuartos de final. No les sobra nada, pero tanto Mbappé como Kane pueden inventar un gol de la nada en cualquier momento.

Scaloni se excede con los cambios y a veces el equipo puede perder la brújula, pero Messi está en su esplendor. Se viene Holanda, que le ganó muy bien a Estados Unidos.

Terminó la fase de grupos y mañana empiezan los octavos. Ningún equipo ganó los tres partidos y se fueron Alemania, Bélgica y Uruguay.

El técnico japonés pone a los buenos en el segundo tiempo para sorprender a unos rivales agrandados. El belga, en cambio, se va para su casa (literalmente). No será extrañado.

Argentina pasó del riesgo de quedar eliminada a ser casi semifinalista de golpe. Hoy jugó como ningún otro equipo del mundial puede hacerlo. Ni siquiera Brasil.

Empieza a cerrarse la primera fase y los equipos que no especulan tienen su premio. Pero hay que recordar que al fútbol no se juega siempre a la misma velocidad.

Decidirse a atacar no debería requerir de tanto coraje como cruzar el Rubicón.

Después de un sábado cauteloso hasta la exasperación, hoy varios equipos salieron a hacer lo que tienen que hacer: jugar al fútbol.

¿Por qué a Messi le viene la inspiración de esa manera, cuando nadie está preparado?