Octavos de final: Francia 3×1 Polonia
Octavos de final: Inglaterra 3×0 Senegal
Francia le ganó con facilidad a Polonia. Kylian Mbappé es el goleador del mundial y se perfila como su gran figura, en estrecha competencia con Messi. Por supuesto que Messi es más creativo, puede manejar el equipo e inventar cosas que no parecen posibles en una cancha, así como ocurría con Pelé o con Maradona. La capacidad goleadora de Mbappé lo acerca en principio más a Cristiano, aunque Mbappé me parece superior. Lo suyo no es un prodigio atlético sino técnico: su capacidad para controlar la pelota y darle un destino de red asombra cada vez que la pone en práctica, algo que está sucediendo seguido en este torneo. Hoy hizo dos goles de categoría pegándole con alma y vida a los ángulos, pero también desbordó varias veces por la punta y le dio una gran asistencia en el primer gol a Giroud. Pegado a la banda o metido más adentro según la jugada, Mbappé es hoy una pesadilla para cualquier defensa.
En particular para la de Polonia, una selección mediocre que dejó muy poco en el mundial y pasó la zona de grupos porque le tocó el grupo más débil y la Argentina no tuvo la voluntad de golearlo. De la actuación polaca es probable que sólo se recuerden las atajadas de Szczęsny. Hoy, una vez más, su técnico hizo un planteo defensivo y confió en (o más bien rezó para) que Lewandowski se las arreglara arriba o el equipo lograra sorprender con un contragolpe. Eso ocurrió a los 37 minutos, cuando Francia se salvó dos veces en la misma jugada, durante el pasaje francés más flojo de un partido que, por lo demás, controló sin mucho esfuerzo. La esperanza polaca duró casi un tiempo, hasta el primer gol, y después fue cuestión de ver cuántos le hacían.
A Francia no le sobra mucho. Ni su arquero es imbatible, ni su defensa invulnerable, ni su medio campo es demasiado creativo.
A Francia no le sobra mucho. Ni su arquero es imbatible, ni su defensa invulnerable, ni su medio campo es demasiado creativo. Pero se las arregla con el inteligente despliegue de Griezmann, que hoy tuvo otro muy buen partido y que puede aparecer tanto despejando entre los centrales como iniciando un contraataque o metiendo un pase en el área rival, y, desde luego, con los tres de arriba. Mbappé, por supuesto, pero también Giroud y Dembélé, quien todavía no va más allá de las corridas y las asistencias porque no se anima frente al arco. Francia le puede ganar a cualquiera de sus rivales, pero no está descartado que alguno de ellos pueda ganarle. El sistema mental de Deschamps es un pragmatismo equilibrado, bastante conservador, que confía en que arriba tiene con qué definir los partidos. Algo parecido a lo que ocurrió en Rusia 2018, aunque este medio campo es inferior y el ataque superior.
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En un partido limpio y tranquilo, como fueron hasta ahora los octavos, el VAR a cargo de un venezolano apareció en el descuento e hizo que el árbitro compatriota cobrara un penal ridículo, además de inoportuno, por una mano imposible de evitar de Upamecano. Cuando vi que se preparaba para patear Lewandowski pensé que el VAR iba a conseguir que el polaco se fuera más amargado todavía de Qatar, porque estaba seguro de que Lloris se lo iba a atajar como antes se lo había atajado Memo Ochoa. Y así fue, pero el VAR siempre llama dos veces y decretó que el arquero se había adelantado (era verdad). Lewandowski pateó de nuevo y convirtió su segundo gol en mundiales. Un magro consuelo para otro equipo que representa a esa Europa futbolísticamente envejecida.
El gran Harry Kane
Más en silencio que Francia pasó Inglaterra, que le ganó a Senegal con una comodidad que no era fácil de prever en el primer tiempo, cuando los ingleses parecían encaminados a otra actuación desconcertante, como le sucedió tantas veces en la era Southgate. Con lo más defensivo que pudo alinear sin ser Polonia, puso tres volantes (Henderson, Rice y Bellingham, ninguno al que se pueda llamar creativo) y a Walker de lateral derecho, que es más defensivo que Trippier y Alexander-Arnold, los otros dos laterales derechos. El resultado fue que durante 40 minutos los dos equipos se miraron la cara como equipos de metegol, se neutralizaron mutuamente sin que se proyectaran los laterales ni se acercaran entre sí los delanteros. De los dos, Senegal era el más consistente, el que más quería y así, a los 30 minutos, tuvo una jugada de gol en los pies de Dia tras gran pase de Ismaïla Sarr que Pickford desvió heroicamente.
Uno se preguntaba de dónde podía salir un ataque peligroso para Inglaterra y la respuesta era evidente: de Harry Kane, tirado atrás y el único dispuesto a sacar un gol de la nada. No me refiero a una inspiración en el área o a una corrida electrizante, sino a un gol que sale de la nada-nada, cuando el partido está muerto y nadie puede conseguir un espacio para acercarse al arco. Pero Kane es Kane, mucho más que un goleador (aunque haga muchos goles), un creador de jugadas ofensivas, alguien que tiene sincronizados en la cabeza los movimientos de sus compañeros y de los rivales y puede, con un toque o un giro, darle vida a un pizarrón que parecía estático.
Kane es mucho más que un goleador, es un creador de jugadas ofensivas, alguien que puede, con un toque o un giro, darle vida a un pizarrón que parecía estático.
Y eso fue lo que ocurrió: cerca de la mitad de la cancha, Kane recibió de Foden y encendió la diagonal de Bellingham hacia la izquierda. Belligham picó solo, pero más solo picó Henderson por el medio, el pase fue perfecto e Inglaterra se puso 1 a 0. Se suele decir en estos partidos que el tercer gol lo mató a Senegal, pero el homicida fue el primero. A partir de la creación de Kane, Senegal se vino abajo anímicamente (una vieja costumbre africana en los mundiales) y ahora fue Belligham el que, a los 45′, salió de contra, le hizo un gran pase a Foden y este lo dejó solo a Kane, que enfrentó al arquero y se estrenó en la red. Después, a los 10′ del segundo tiempo, con otro toque de Kane, otro pase de Foden y un toque exquisito de Saka se cerró el marcador. El resto fue aburridísimo desde que Southgate desarmó el equipo con los cambios y hubo tiempo para pensar lo raro que es este equipo inglés en el que el arco está bien cubierto, Maguire sigue teniendo un gran torneo y Rice está en deuda, mientas que Foden, Bellingham, Rashford, Saka, Grealish y Mount pueden hacer jugadas brillantes, pero también pueden estancarse en esa nada de la que sólo los puede sacar el gran Harry Kane.
Si me preguntan la opinión, aunque Inglaterra es el equipo más goleador hasta ahora, Francia es más por la contundencia de su ataque. Pero tendrá que demostrarlo.
Para terminar, algunos cabos sueltos. Finalmente, habían elegido a una mujer para ser el árbitro principal de un partido. Ocurrió en Alemania – Costa Rica y la afortunada fue la francesa Stéphanie Frappart, asistida por la brasileña Neuza Back y la mexicana Karen Díaz Medina. Un hecho auspicioso, aunque la rama femenina se equivocó feo al anular el cuarto gol alemán y el VAR (masculino, no hay mujeres en el VAR) tuvo que corregir el error. Hasta ahí, eran los nenes con los nenes y las nenas con las nenas. Recién hoy, en Inglaterra – Senegal, se vio la primera terna mixta.
No soporto más a Pasman, que hoy comentó Francia – Polonia. No puede evitar hacer un comentario desdeñoso y de trazo grueso después de cada jugada. Si termina en gol, encuentra un culpable en la defensa. Si no, se ensaña con el que falló en la definición. Por ejemplo, en el primer gol de Francia, convertido por Giroud con precisión exquisita, a Pasman se le ocurrió que el arquero Szczęsny “había calculado mal”. Pasman siempre se equivoca porque tiene la intención de decir cosas supuestamente polémicas que son simplemente desatinadas. Además tiene otra mala costumbre, que es pedir un penal cada cinco minutos. Hoy enturbió con sus apariciones perdonavidas el sobrio relato de Nicolás Haase.
Volviendo al partido de la Argentina, una buena nota de Diego Latorre en la que califica la actuación de Messi como la mejor suya en mundiales. Latorre analiza el exceso de cautela por parte de Scaloni y su peligrosa tendencia a hacer cambios defensivos antes de tiempo. Dice Latorre que, cuando los hace, “la tenencia tiene menos intérpretes, se condiciona el posicionamiento, el funcionamiento y hasta la mentalidad del equipo, que acaba por inclinarse a jugar sólo al contraataque.”
En un tono más zumbón, la cuenta de Twitter que responde al nombre de “ex Joven Acuña” dice que “hacer siempre los cinco cambios es una actitud de gordo en un tenedor libre”. Más allá de la gracia de la comparación, hay algo de compulsión psicológica en la manía de Scaloni de manejar al equipo como si tuviera un joystick. Ante cada partido de Argentina hay infinitos conciliábulos para armar el equipo, que terminan por lo general en una mala elección y, lo que es peor, ignoran que es mejor fomentar en los jugadores la tranquilidad que la incertidumbre.
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