LEO ACHILLI
Diario del Mundial

#11 | Está todo en la cabeza

Argentina pasó del riesgo de quedar eliminada a ser casi semifinalista de golpe. Hoy jugó como ningún otro equipo del mundial puede hacerlo. Ni siquiera Brasil.

Grupo D: Francia 0x1 Túnez
Grupo D: Dinamarca 0x1 Australia
Grupo C: Argentina 2×0 Polonia
Grupo C: México 2×1 Arabia Saudita

No solo fue la mejor actuación argentina, sino tal vez la mejor de cualquier equipo en este mundial. Después de aquella inexplicable derrota con los sauditas y de ver a Polonia contra México, dije que la Argentina les tenía que ganar a los dos con facilidad. Y así fue, aunque a la Argentina todos los partidos se le complican por un motivo u otro. Hoy fue por algo insólito: un penal que le regaló el VAR, inventado por un tal Von Boekel, que ya le había inventado el penal contra Arabia Saudita. Esta vez Szczęsny se lo atajó a Messi, como le había atajado otro penariola a los sauditas. Y Argentina, que venía dominando y haciendo un buen partido, pero no tenía esa serenidad que hace parecer inevitable el gol, se echó encima una nube innecesaria, que se fue disipando porque el partido siguió de la misma manera.

Después de esconder la formación durante tres días, Scaloni finalmente armó la que era casi inevitable. Acuña de lateral, Enzo Fernández en el medio y (un poco menos cantado pero igualmente necesario) Julián Alvarez por Lautaro. Sacó a un goleador clásico a la italiana, ya hecho y meritorio en lo suyo, para poner a un jugador con otra inventiva y otra visión de los espacios que todavía no alcanzó su techo. El resultado fue óptimo, porque Argentina jugó en buena parte del partido (en particular, durante todo el segundo tiempo) un fútbol ofensivo que llegó a ser brillante, basado en pases, toques, desmarques, cambios de posición y diagonales. Es decir, el mejor fútbol que puede jugarse. No hay garantías de que vaya a jugar siempre ese fútbol (ya vimos lo que pasó en los dos primeros partidos), pero no hay otro equipo que pueda hacerlo. Ni siquiera Brasil. 

En primer lugar, porque Argentina tiene a Messi, eje de esa posibilidad combinatoria y goleadora. Y también porque, con los últimos cambios, con las entradas de Enzo y de Julián, agregados a Messi, Di María, De Paul y Mac Allister, alcanzó una concentración notable de los famosos jugadores “de buen pie”, que son capaces de bailar con la misma música, una condición que ni siquiera es ajena a los defensores. Aunque no todos tengan la misma ductilidad, todos saben cómo se juega. El nivel que Argentina alcanzó hoy es superior al de la Copa América y al de la clasificación y me hace acordar a algunos momentos del equipo de Menotti anteriores y posteriores al Mundial ’78 (donde no se jugó tan bien). No hay nada, salvo una de esas bajas de tensión que siguen siendo inexplicables, que impida seguir jugando así. Si Messi logra quebrar la maldición de no hacer goles en la fase eliminatoria de los mundiales, este equipo es una cosa muy seria. Encontrados los intérpretes, todo está en la cabeza. 

El nivel que Argentina alcanzó hoy es superior al de la Copa América y al de la clasificación.

El partido empezó bastante bien para Argentina, pero no del todo. Enzo Fernández estaba un poco nervioso, De Paul fallaba los pases, había una aceleración innecesaria. Los polacos no salieron a amontonarse atrás sino a presionar con las líneas juntas y, aunque no llevaban peligro, tampoco pasaban grandes sustos. Cuando terminó el primer tiempo, la única duda era si Argentina iba a tener en el segundo el aplomo y la famosa templanza para seguir buscando el gol de la misma manera. Las dudas se despejaron cuando sacaron del medio y después de no sé cuántos toques, Molina metió un pase atrás que Mac Allister conectó de derecha contra el palo y terminó tanto con los nervios como con el arco invicto de Szczęsny en el campeonato. A partir de ahí, el dominio fue total y lujoso. Lo siguió siendo cuando entró Paredes por Di María y le dio más aire a Enzo Fernández en el medio. Tanto que a los 67, Enzo le metió un pase vertical formidable a Julián Alvarez que la clavó arriba. Un golazo que terminó con cualquier resistencia polaca. Sobre todo porque, a esa altura, México le ganaba dos a cero a Arabia Saudita con goles de Martín y Chávez (un golazo de tiro libre) y, con un gol más de los mexicanos o de los argentinos, Polonia se quedaba afuera. Hasta allí, clasificaba segundo por fair play (menos tarjetas amarillas) y confiaba más en un descuento de los sauditas (que se produjo a los 95, aunque México pudo golear) que en su propia capacidad para hacer un gol. Es más, estacionaron el ómnibus contra el arco para evitar el tercero y Argentina los perdonó, aunque Messi no lo perdona todavía a Lewandowski por unas declaraciones que lo enojaron no sé cuándo. 

Argentina juega con Australia y, después de ganarle, lo hará contra el ganador entre Países Bajos y Estados Unidos. No es arriesgado decir que ya está en semifinales. 

Decepción Dinamarca

Dudé mucho sobre qué partido ver en el primer turno y, al final, me decidí por Australia vs. Dinamarca porque Francia jugaba con suplentes frente a Túnez y porque quería ver al que salía segundo del grupo (aunque, en algún momento, estaba clasificando Túnez). 

Dinamarca fue la gran decepción del mundial, incluso una decepción personal. Los había visto jugar muy bien en la Eurocopa, donde después de perder con Finlandia el día en el que casi se muere Eriksen, llegó a semifinales. También lo vi bien en la Europa Nations League y, además, ganó la clasificación a Qatar de punta a punta. Pero jugó un mundial malísimo y, en el partido de hoy, jugó peor todavía. No creo haber visto un equipo tan desganado, tan desinteresado en el torneo. Hoy los daneses deambularon por la cancha y varios de sus jugadores estuvieron muy por debajo de lo que les vi alguna vez. No jugó bien Eriksen, aunque no fue el peor, pero me extrañó que Hojbjerg, que habitualmente es una presencia importante en el Tottenham, se limitara a defender y no pasara la mitad de la cancha. Jugaron mal Maehle, un lateral que ataca, Skov Olsen, un wing derecho zurdo y Linstrom, un volante que suele lucirse en la Bundesliga. 

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También fue muy raro el planteo del técnico. El nueve hoy fue Braithwaite, torpe pero menos torpe que los otros dos nueves, dentro de un esquema, como el de la Euro, basado en la salida limpia de la pelota, en triangulaciones y llegadas claras. Pero Dinamarca hizo todos los pases mal, lo suyo fue de una imprecisión suicida. En el segundo tiempo, salió Braithwaite y entraron los dos tanques, Cornelius y Dolberg, y el juego danés consistió exclusivamente en centros inofensivos que los centrales australianos rechazaron sin dificultades. Dinamarca no creó una sola situación y, si me dicen que fue a menos en señal de protesta, no me animaría a desmentirlo.

Del otro lado, Australia fue, otra vez, ese equipo limitado pero alegre y entusiasta. No se refugió atrás aunque el empate, en principio, lo clasificaba. Y llegó al gol en una gran jugada de Mathew Leckie, su delantero más talentoso, tras hacer pasar de largo a Maehle con gran categoría. Después, se defendió con orden y sin desesperarse. Seguiremos viendo a Australia, cuyos partidos siempre tienen goles. Que probablemente sean de los argentinos.

Promediando el primer tiempo, Paulo César Brea tuiteó “me parece que @FantasmaQuintin se debe estar perdiendo un gran partido. Mejor Túnez, al que ya le anularon un gol.” Brea había adivinado que, siguiendo la lógica de ayer, yo iba a elegir el que sería finalmente el peor de los dos partidos. Me sentí muy arrepentido y, cuando terminó Australia-Dinamarca, vi un rato de Túnez-Francia, más precisamente hasta el gol de Túnez a los 58 minutos. Lo convirtió Khazri demostrando su gran maestría (debe haber sido el gol más fino del torneo). Hoy fue titular este jugador del que les hablamos en el partido contra Dinamarca porque lo habíamos extrañado. También jugó muy bien el volante Laïdouni, que nació en Francia y juega en Hungría después de hacerlo en Rumania, pero habría que traerlo más cerca. Solo tiene 25 años. Una lástima que Túnez se haya despedido: como ocurre con otros africanos, es un equipo que esconde algo más de lo que muestra. 

 

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Quintín

Fue fundador de la revista El Amante, director del Bafici y árbitro de fútbol. Publicó La vuelta al cine en 50 días (Paidós, 2019). Vive en San Clemente del Tuyú.

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