Perón fue esencialmente antiliberal, pero no abandonó del todo las instituciones: las modificó a su gusto para que respondieran a sus concepciones políticas y construir así su hegemonía.
Dos historiadores se cruzan mensajes sobre los usos de la historia y se preguntan por qué el gobierno de Fernández, al revés que los de Cristina Kirchner, muestra tanto desinterés por el pasado.
Buena parte de nuestra sociedad pretende que el Estado le solucione sus problemas. La consecuencia lógica es que ese mismo Estado se meta en todo, aun en nuestra menstruación.