Pasadas las elecciones, y envalentonados los intendentes peronistas conurbanos por su rol en la remontada del oficialismo, vuelve a revolotear en la agenda pública el tema de su posible o imposible reelección en 2023. A cambio del favor electoral que le hicieron al Frente de Todos, los intendentes le están reclamando al gobierno provincial que haga algo para anular la ley, sancionada en 2016, que limita sus mandatos a dos períodos de cuatro años, y regresar al viejo paraíso de las reelecciones indefinidas. O por lo menos que los dejen quedarse cuatro años más.
El proyecto parece tener el apoyo del oficialismo casi en pleno, incluidos el presidente Fernández y el gobernador Kicillof. Si la decisión no avanza más rápido es por la negativa hasta ahora de los bloques de Juntos por el Cambio y del Frente Renovador, impulsores de la ley original. Hasta hace unos meses, los interesados en revertirla habían sacado a pasear estrategias menos ortodoxas, como conseguir un amparo judicial (que ninguno se atrevía a ser el primero en presentar) o tomarse licencias que no “contaran” como período gobernado. Ahora el Plan A del oficialismo vuelve a ser la vía parlamentaria, donde todavía no tiene los votos.
Este es el panorama de situación, o lo era por lo menos hasta hace unos días, cuando entre los off the record de las notas sobre el tema empezaron a aparecer voces atribuidas a Juntos por el Cambio según las cuales algunos intendentes cambiemitas tampoco estarían disgustados con la posibilidad de presentarse a su re-reelección en 2023, si finalmente pudieran hacerlo. Desconozco la veracidad o la autoridad de estas citas, pero en cualquier caso creo que es un coqueteo innecesario, y que tolerar o aprovechar un regreso de la re-reelección de los intendentes bonaerenses sería kriptonita política para Juntos por el Cambio.
si no querés ser “casta”
Para un grupo político que ha hecho de la transparencia y la renovación política una bandera de su identidad, una maniobra de este tipo sería costosísima para JxC con sus votantes, no sólo bonaerenses, y le daría peso a la acusación de “casta” que sacuden Javier Milei y otros dirigentes. Para los peronistas también tendría costos, aunque menores, porque con ellos la vara institucional es subterránea: se espera poco de ellos y no hay sorpresas cuando ofrecen poco. Por eso es que para Juntos por el Cambio, que basa buena parte de su mensaje político en decir “no somos lo mismo”, aceptar este regreso a las reelecciones indefinidas, aunque sea pasivamente, sería un error de enorme magnitud.
La intención detrás del proyecto es transparentemente cínica: lograr que intendentes que se opusieron a la ley en 2016 ahora puedan presentarse a un tercer mandato. No hay argumentos reales detrás, ni invocaciones al bien común. Algunos enarbolan la “autonomía municipal”, otros susurran la clásica (pero tautológica) defensa de las reelecciones indefinidas: “Dejemos que el pueblo elija”.
Otros (este es su mejor argumento, del que se agarra el proyecto oficialista) sostienen que, como la ley se sancionó con un mandato ya en marcha, el primer período que debería contar para su aplicación es el iniciado en 2019 y no el iniciado en 2015, por lo cual todavía les quedaría una reelección posible y ahí sí, en 2027, se tendrían que ir a sus casas. Hay mejores especialistas que yo para analizar esto, pero recuerdo que es el mismo argumento que daban los menemistas en 1996 y 1997 para sondear la re-reelección de su presidente, elegido en 1989 y reelegido en 1995 después de la Constitución reformada. Más allá de si tenían razón o no, la cuestión se saldó políticamente: Menem perdió el respaldo del peronismo para seguir adelante y tuvo que abandonar el proyecto.
Si la política se hace la zonza, los jueces se podrán hacer los zonzos.
El caso de los intendentes es similar. Su situación podría entrar en una galleta judicial decidida a último momento por un camarista amigo y dos paracaidistas subrogantes. Pero la decisión, mucho antes, la va a tomar la política. Si la política se hace la zonza, los jueces se podrán hacer los zonzos. Si, en cambio, la política dice claramente que este proyecto está envenenado, les va a costar más. Si queda claro que las reelecciones extendidas disminuyen la competencia política, distorsionan el sistema republicano y favorecen al concentración de poder, es más probable que a los jueces se les despierte el indio republicano.
Para que eso pase es indispensable una posición unificada de Juntos por el Cambio. Ya se pronunció en contra del proyecto la Coalición Cívica, también lo hizo María Eugenia Vidal. Faltan más voces, idealmente una voz unificada. No sólo porque es lo que corresponde. O para diferenciarse de los peronistas obsesionados con conservar poder. También para mantener la confianza de una sociedad al filo de la desconfianza generalizada.
Si no querés que te digan que sos parte de la “casta”, tenés que actuar en consecuencia. Y es difícil pensar en un proyecto que diga “casta” con más mayúsculas y signos de exclamación que toquetear una ley para hacerles favores a políticos para que ignoren las leyes y se mantengan en el poder.
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