En ‘Los muchachos futbolistas’, Ariel Borenstein cuenta cómo el gobierno nos dejó afuera de los mundiales de 1950 y 1954, una de las décadas doradas del fútbol argentino.
Aun cuando son íntimos y sinceros, como el reciente de Abal Medina, a los libros de memorias peronistas les cuesta admitir que Perón quizás, alguna vez, cometió un error.
Los gobiernos peronistas de los ’70 publicaron un diario revisionista y de izquierda para repartir en las escuelas. Duró poco, pero muestra que algunas mañas de vienen de lejos.
El parque temático ‘Perón volvió’, organizado por el Grupo Octubre, es un intento de modificar el pasado para reconstruir un paraíso perdido peronista. Ya no se lo cree nadie.
En 1995, la novela ‘Santa Evita’, de Tomás Eloy Martínez, usó la literatura para entender el mito. Hoy ese mito está muerto, por eso la serie de Star+ no tiene nada para contar.
El kirchnerismo es típicamente peronista en su obsesión por imponer una narrativa que reescriba el pasado, interprete el presente y se proyecte hacia el futuro.
Perón fue esencialmente antiliberal, pero no abandonó del todo las instituciones: las modificó a su gusto para que respondieran a sus concepciones políticas y construir así su hegemonía.
En ‘Peronismo para la juventud’, Natalí Incaminato repite los lugares comunes del mito peronista con una pretendida pátina humorística y un lenguaje pseudo-joven.