RESISTIRÉ
Cazafantasmas

Elogio de la telenovela

Hablamos con la escritora y arquitecta Yael Rosenfeld sobre la TV de antes de Netflix, cuando había que ver las series en determinado horario, y sobre uno de sus mayores exponentes locales: 'Resistiré'.

Yael Rosenfeld es poeta, escritora y arquitecta, pero además es una voraz televidente. Hemos hablado de TV en esta sección, pero hoy cuando se habla de TV se habla de Netflix, Amazon, Hulu, HBO o torrent. Hoy vamos a hablar de la vieja y querida televisión. De esas tiras diarias que exigían compromiso emocional y hoy están prácticamente en extinción. Hablamos de Resistiré, en particular, pero también de Lalola, Café con aroma de mujer y otras.

También nos preguntamos si el binge watching perjudica el paladeo de una serie, por qué nadie cancela a Don Draper y si hay mejores policiales que los de Jo Nesbø.

Yael Rosenfeld

Estoy terminando Mad Men ¡por primera vez! Con bastantes ganas de que se termine de una vez. Lo mejor que tiene es que es una telenovela sin la parte de las telenovelas en la que las estiran como un chicle. Pero tiene todo para ser telenovela, arrancando por Don que es el Arnaldo André del hemisferio norte, con todo lo que implica. Igual le sobran capítulos, tiene muchas cosas a las que se les ve potencial y quedan ahí o se resuelven sin demasiado empeño o explicación, que es una de las cosas que más me molestan de las historias en general. Contame un cuento y contámelo bien. Me gusta mucho la pintura de época, está muy bien, pero es bastante obvio decir eso. Una serie que se dedica a contarte esos años empieza con una ventaja extraordinaria. Y en ese sentido me gusta mucho más The Americans, porque ahí logran que te metas en la época. Me parece que Mad Men se queda en los vestiditos de colores mientras que en The Americans ves bien el drama que era, por ejemplo, comunicarse en esos años. Otra cosa que me resulta llamativa de Mad Men es cómo ha llegado hasta acá sin que la cancelen una docena de veces. No es que me moleste, eh, todo lo contrario. Pero si consideramos que cancelaron House of Cards por la semejante boludez que la cancelaron…

Diego Papic

Bueno, por un lado supongo que no es lo mismo verla toda junta que a medida que iba saliendo. Yo soy bastante detractor del binge watching. Creo que la gracia de las series es que salga un capítulo por semana e ir viéndola a lo largo de los años. Ser testigos de cómo cambia la vida de unos personajes a medida que va cambiando la de uno. Sobre todo en el caso de series como Mad Men, Los Sopranos o Six Feet Under. Lo de la cancelación es relativo porque creo que tiene el paraguas de transcurrir en los ’60, entonces es como una crítica a cuán diferente era todo en ese tiempo.

Yael Rosenfeld

A mí tampoco me gusta mucho el binge watching. Es más, soy fanática de los “adelantos”. Te cuento que en la época de los blogs armé uno sobre series. En ese momento no existía Netflix, así que era todo TV, y todo semanal. Había que esperar una semana o un día para ver el capítulo siguiente y entonces lo único que tenías para empezar a especular era el adelanto. Y para mí una de las cosas más lindas de ver series es esa parte de la especulación. Cómo vos te vas armando la historia en la cabeza. En el blog, después de comenzado tenía dos socios. Entre los tres comentábamos la serie que veíamos por mensaje de texto y después hacíamos posteos y comentarios en el blog, que se llamaba Punto Débil. Vimos Resistiré, Montecristo y varias más. Los intentos argentinos de hacer algo que no fuera telenovela tradicional.

Diego Papic

Bueno, Resistiré es un buen ejemplo de algo que no funciona binge watcheado. La gracia era verlo día a día y comentarlo.

Yael Rosenfeld

¡Claro! Si lo ves todo junto te podés ir salteando de a capítulos completos.

Diego Papic

Resistiré fue un caso especial. No la vi en su momento y ahora me resultaría imposible recomponer la sensación de verla a medida que iba sucediendo. ¿Vos la viste desde el principio? ¿En qué momento te diste cuenta de que era algo diferente?

Yael Rosenfeld

La vi desde el principio y la encaré como una telenovela más. Yo era muy telenovelera. Supongo que todavía lo soy. El problema es que ahora no hay más telenovelas. Lo más parecido que hay ahora a una telenovela es, ponele, Simona, que no es una telenovela. Las telenovelas para mí son como Stephen King: grandes cosas subvaloradas. Obvio que hay buenas y malas, mejores y peores, pero el género a mí me encanta. Y Resistiré empezó como una telenovela, con los códigos de la telenovela. Básicamente: una pareja protagónica de almas buenísimas, puras e ingenuas a las que les pasan todas las adversidades del mundo para llegar al final en el que, desde Piel naranja para acá, tiene que triunfar el amor, porque si triunfan las adversidades se pudre todo. Tenías la pareja de Celeste Cid y Pablo Echarri que encajaba perfecto, incluso gracias a sus limitados recursos actorales, y después tenés que tener un personaje antagónico malísimo, o una banda de malísimos, que siempre se terminan robando la historia y muchas veces hasta se ganan un lugarcito en el corazón del espectador. Entonces la telenovela funciona en esa dinámica: los buenos tratando de amarse y los malos tratando de separarlos.

Ahora, Resistiré, para mí, empezó a hacer algo diferente a partir de las historias secundarias. Todos los personajes secundarios principales eran buenísimos. La vieja, Leonarda (Tina Serrano). El freak (Claudio Quinteros) que tenía problemas psicológicos, que era su amante o su pariente, nunca estaba claro. Esos personajes empezaron a robarse la historia, y había capítulos en los que lo que les pasaba a Cid y a Echarri no importaba en absoluto. La historia del antagonista y las historias secundarias le ganaron al hilo tradicional de la novela.

Diego Papic

Hubo un momento en que la cosa viró a lo sobrenatural, también.

Yael Rosenfeld

Sí, sí, era un delirio hermoso. El personaje de Fabián Vena traficaba plasma, pero además era una mezcla de caníbal con vampiro y buscaba la inyección de la vida eterna. Termina estallando tipo el nazi de Indiana Jones. Descomunal. Igual la historia era lo de menos. Fijate que El deseo, que vino después, también tenía una historia medio sobrenatural y no prendió. La clave en las dos eran los personajes. Y sobre todo los actores. Siempre el que se destaca en esas cosas es el antagonista o algún personaje secundario, porque en las novelas, en general, los protagonistas están condenados a ser personajes sin espesor. Y lo que le da el espesor a los personajes en general es no ser inmaculados. Y muy pocas novelas tienen protagonistas no inmaculados. Gaviota de Café con aroma de mujer debe ser la excepción. Y El deseo la quisieron vender como de ruptura, con una protagonista que iba a tener tres historias con hombres y te metieron al que la había roto en Resistiré (Quinteros), pero al final fue una estafa. Y Natalia Oreiro se bajó del trapecio y volvió a sus personajes Carlitos. Por eso yo creo que en las novelas la historia no es lo importante. Obvio que tenés que tener una buena historia que te haga de nudo central, pero todas las novelas son “un chico, una chica y un montón de adversidades”. Adaptado a lo que quieras. Lo que es clave en las novelas es el universo que les armás a los personajes.

Diego Papic

Eso es lo que tiene una serie que jamás podría tener una película. Y más una tira, o una serie que se extiende en los años.

Yael Rosenfeld

Creo que además el “tener que esperar” el capítulo es un ejercicio, te invita a pensar en la historia y a recomponerla, partiendo de la premisa que no siempre se cumple de que todo lo que te ponen en una serie tiene relación con otra cosa que ya pasó o que va a pasar. O sea, que nada de lo que te cuentan es al pedo. Ese es otro punto en el que me pongo exigente: no me gustan las cosas traídas de los pelos. Por eso me peleo bastante con los whodunit últimamente.

Diego Papic

The Undoing me pareció pésima.

Yael Rosenfeld

Sí, es una gran pavada. Llena de cabos sueltos. La obsesión de la muerta con ella, por ejemplo. El policía, que debe ser el personaje más desperdiciado de la historia.

La de Nicole Kidman es una estafa porque te va poniendo distractores que no te llevan a nada. ¿Por qué pintaba un retrato de ella? ¿Por qué caminaba sola de noche por la calle? Hay tantas cosas que quedan sueltas que es para agarrar al guionista y sartenearlo. Al final la explicación es “la mató porque es un psicópata social”. Pereza completa. Y Mare of Easttown, que es muchisimo mejor, también cae en la trampa de “te voy a sorprender” y te mete al pobre nene cuando cualquiera de los otros personajes era mejor asesino y tenía un mejor móvil. Igual Mare… tiene la ventaja de tener a Kate Winslet, que está descomunal. La de Kidman un poco me hizo acordar a The Killing, que debe ser la serie que más me frustró. Vi sólo la primera temporada y después la abandoné porque me enojé.

En el whodunit el truco es llevarte por la historia para que te des cuenta de que el asesino es el que menos esperabas, pero si el asesino es el nene para mí es una decepción. Es una trampa, es “te puse al nene porque es el único que nunca te vas a imaginar que lo hizo”. Y la idea no tiene que ser esa. Para mí el maestro absoluto de eso es Jo Nesbø, pero bueno, es escritor. Le dediqué todo el 2019. Me leí las novelas de Harry Hole todas, una atrás de otra, y llegás a la número 12 (Cuchillo) y todavía no podés decir que le encontraste el chiste. Es un maestro en eso de llevarte por la historia de un whodunit.

Diego Papic

¿Existen buenos whodunits hoy? Está Entre navajas y secretos, que confieso que me gustó, pero medio que desprecia al género, es casi una parodia. La semana pasada hablamos con Valeria del hardboiled, pero el policial estilo Agatha Christie está medio desaparecido, al menos en cine y TV.

Yael Rosenfeld

La verdad no se me ocurre ninguno en cine y TV. Sí se me ocurre Jo Nesbø. Tal vez no sea un buen formato para serie y por eso cuando aparece una parodia tipo Entre navajas… te gusta porque rompe los códigos del formato. Fijate que en general esos casos que rompen los formatos son los que recordamos como “lo mejor de”. Seinfeld, Lalola

Diego Papic

Lalola fue la última serie argentina que ví. Estaba buena.

Yael Rosenfeld

Fue mi última también, en el sentido estricto de esperar el capítulo y devorarme los adelantos.

Diego Papic

Ahora estoy volviendo a ver Okupas, la versión remasterizada que subieron a Netflix.

Yael Rosenfeld

El otro día pensaba que no iba a verla porque prefería recordarla como la mejor serie de su tipo, pero Gustavo (mi marido) me convenció de que la vamos a ver porque envejeció bien. Me daba un poco de cosa la idea de verla y romper el recuerdo buenísimo que tengo, pero él vio dos o tres capítulos sueltos en YouTube y dice que está intacta. Okupas es como “el mundo real” de una “matrix” que sería Gasoleros, por ejemplo. Es una serie que vino a mostrarnos un mundo que tenemos al lado pero desconocemos y que no es la romantización de la villa que hace Lamothe, ni el patio del mate de las series de Pol-ka. Es un género que arrancó alto, que se mantuvo, ponele, con Tumberos. Hasta ahí, y para mí después se agotó en sí mismo.

Diego Papic

Vi los dos primeros capítulos y la verdad que los diálogos son extraordinarios. Es el The Wire argentino en ese sentido, y ni existía The Wire todavía. Y claro, no es una romantización. El personaje del dealer en el segundo capítulo, por ejemplo, que yo no recordaba, es terrible. Te parte el alma con solo dos escenas.

Yael Rosenfeld

Es la única serie de tema marginalidad que no te hace sentir que la hacen turistas, porque vos ves el trailer de la villa de Lamothe y son todos turistas, es el tour para extranjeros por los conventillos de La Boca, gente que en los dientes nomás tiene el presupuesto de un año de una olla popular. Siguen ese formato Pol-ka donde te cambian el decorado pero te cuentan siempre lo mismo y lo que van agregando son las nuevas modas, el centennial, el no binarie, todo políticamente correcto, con diálogos imposibles y actores que sobreactúan o directamente no actúan.

Diego Papic

Bueno, una cosa que me impresionó de lo que ví hasta ahora de Okupas es que en los diálogos son todos una bestias. Ya al principio una vecina de Ricardo habla de “los negros de acá a la vuelta” y no es por una cuestión de ser políticamente incorrecto, es por realismo. Así habla la gente común, menos los sociólogos de la comuna 15.

Yael Rosenfeld

Y ahí vamos de nuevo a lo mismo, uno no quiere ver a gente común que vive una vida común y le pasan cosas comunes. Querés un cuento, y querés que, si hay gente común, le pasen cosas extraordinarias.

 

 

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Diego Papic

Editor de Seúl. Periodista y crítico de cine. Fue redactor de Clarín Espectáculos y editor de La Agenda.

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