ELOÍSA BALLIVIAN

A vuelta de correo

Mucho correo acumulado en estas dos últimas semanas. Nuestros lectores nos escriben largo y tendido, y por supuesto que lo celebramos.

Sobre “Rosas inventó los planes”, de José Montero

(podés leerla acá)

Me gustó el artículo que compara los “planes” de Rosas y los actuales. Es muy ingenioso el titulado, aunque se sabe que toda comparación es odiosa, más cuando es un salto histórico descomunal. Pero, bueno, las prebendas y becas gubernamentales en un punto se tocan conceptualmente aun cuando hayan pasado siglos.

Me interesó mucho saber más de Rosas, el idolatrado del nacionalismo y la derecha vernácula. Lo increíble es que supuestos progres también se perciben rosistas. Es que en el fondo no lo son, porque el progresismo es internacionalista y no nacionalista. Rosas era de la más rancia oligarquía, tradicionalista del pasado español, inmovilista del statu quo dio prevalencia a la Iglesia (en educación, registro de matrimonios y nacimientos y dirección de cementerios, etc.), esclavista, retardatario de la unión nacional, federal trucho su interés, como el de sus parientes y amigos oligarcas, era mantener el manejo del puerto para beneficiarse con éste, a costa del interior que sufría doble imposición en los productos importados. Creó el “relato” de la Vuelta de Obligado para no posibilitar la venta de mercancías europeas, directamente en los puertos de Rosario, Santa Fe, Paraná, Corrientes y Asunción, al subir por el Paraná, algo que beneficiaba al interior.

Y, por supuesto, fue nuestro “primer Roca”. Digo esto porque el “progresismo” sólo menciona a Roca y oculta deliberadamente a Rosas como exterminador de indios. Hay intencionalidad en su no mención. Por ello me importó leer las órdenes de Rosas a sus comandantes de aniquilar los indios, que están en este artículo.

—Guillermo Gitz

 

 

Sobre “Matar al mensajero”, de Leonardo D’Esposito

(podés leerla acá)

Tiene un punto de partida extraordinario para pensar el dilema de la “progresía” más allá de los medios, aunque teniendo en cuenta la centralidad de estos para armar discursos que la sostengan.

Tal vez, habría que pensar que el eventual progresismo no es sólo cuestión de contenidos o formas ideológicas, sino que convive con una estética (también obviamente ideológica) que paradójicamente es hasta parte del consumo cultural de sectores sociales que son plenamente opositores a los sectores políticos que reivindican progresistas.

Por otra parte, recuerdo un texto de Horacio González, sobre Página 12 llamado La Prensa Satírica, en donde abunda en muchos elementos que señala el autor y hasta remonta su genealogía a casos como Primera Plana y aún más allá.

Ese libro, tuvo poca difusión en su momento, y en parte silenciado por el progresismo. Finalmente el propio HG lo escondió y lo olvidó, tal vez con deliberación. Cuando daba clases en UNLZ lo convoqué para dar una charla sobre el tema y no quiso.

Saludos. Gracias.

PD: Si bien Seúl es un medio también alineado, me gusta.

—Mario Moldovan

 

 

Sobre ‘Seúl’ en general

Hola. Antes que nada, los felicito: Seúl es una revista que si no existiese habría que inventarla. Leo casi todo lo que publican y eso es mucho en época de tanto surfeo de contenido que hacemos hoy.

Me gusto mucho la originalidad de la relación de ideas #14 de Gustavo Noriega acerca de “Humildado” por la experiencia. Más allá de la historia de Leonard Cohen y de tener el mismo libro de Sandler en casa, me gustó esta idea de traer significados de palabras en inglés (“humbled”) que no tienen un equivalente directo en castellano.

Me gustaría aportar un significado que creo nos enriquecería a todos los que tenemos algún rol dirigencial en Argentina. La palabra en cuestión es “selfless” que en su traducción al castellano significa desinteresado o simplemente sin interés en una persona o cosa. El significado de “selfless” al que me quiero referir es más bien uno vinculado a la traducción literal de la palabra: “self” (uno mismo) “less” (menos). Es decir, “menos uno mismo”.

Ahora bien, ¿“menos uno mismo” pero más de que entonces? Aquí viene al rescate una palabra para la que si tenemos traducción y es sacrificio. Sacrificio entendido como renunciar a algo para conseguir otra cosa. ¿Qué cosa? Una respuesta que aventuro apropiada para esta nota es para que Argentina avance en la dirección en la que avanzó Seúl y más en general Corea del Sur en los últimos 70 años. La historia de Corea del Sur es la historia de un pueblo con mucha pobreza y analfabetismo a mediados del siglo XX que salió adelante con trabajo duro, perseverancia y valores. Hace años leí una autobiografía que cuenta la historia de una persona, pero también de alguna forma la historia del pueblo de Corea del Sur: El camino no trazado (The Uncharted Path) de Lee Myung-bak. Lee Myung-bak nació en un contexto de mucha pobreza en un hogar donde había comida para una o dos veces al día. En una época se levantaba a las 5am para trabajar de recolector de basura o para cortar y vender madera en la calle. Contraintuitivamente, para él la pobreza no era una excusa sino algo que lo volvió más fuerte. De hecho, el primer capítulo de su autobiografía se titula “La fuerza de la pobreza”. Lee Myung-bak llegó a ser CEO de Hyundai, alcalde de Seúl y presidente de Corea del Sur.

Volviendo a Argentina, creo en muchas ocasiones que a los que estamos en roles de liderazgo nos desafía el ser “selfless” y estar dispuestos al sacrificio. A veces tomamos atajos: en vez de sacrificio preferimos hablar de cooperación o de una legítima búsqueda de consensos. En otras ocasiones, hay más énfasis en construir una narrativa sobre el sacrificio que en realmente practicarlo. También está el riesgo del ego o del exceso de autoestima por así decirlo. Acercando un poco el foco a la dinámica de la política me sorprende a veces la construcción de ego que se propone. Pensemos cuantos hospitales, colegios, rutas o aeropuertos construidas con trabajo e impuestos de los ciudadanos están nombrados en honor a políticos que no sabemos hasta qué punto han sido inspiración para esos mismos ciudadanos. Hace poco leía una nota Seúl que me llamó la atención. Se llamaba “Todo sobre Cayetana” y en la misma una politóloga y política argentina describía a otra periodista, historiadora y política argentino-española como la condensación de la Argentina que soñó Sarmiento, la Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la Inglaterra de Churchill y la España de la transición. Me pareció una descripción inmodesta y no sé en qué sentido representaba una realidad. El año pasado visitamos con mi mujer la construcción de un hospital para la desnutrición infantil en Mendoza. Buena parte del equipamiento médico había sido donado y cada pieza del equipamiento tenía un cartel del donante pegado: “donado por el pueblo de Japón”.

Retomando esta idea del “menos uno mismo” y conectándola con el concepto de sacrificio, les cuento que estuve buscando en el buscador de Seúl dos palabras que considero sinónimos de sacrificio. Busque “Jesús” (5 menciones) y “Cristo” (otras 12 menciones). Cliqueé cada uno de los 17 artículos de Seúl que mencionaban cualquiera de estas dos palabras. Salvo un caso, todas las referencias a Jesús o Cristo estaban asociadas a canciones, películas o series tales como El conde de Montecristo, o la más recientes Okupas y El Reino. También había nombres de jugadores de futbol, empresarios y funcionarios públicos; había marcas de ropa (Cristóbal Colón) y hasta el nombre de una catedral en Rusia cerrando con algunas referencias al vínculo entre el peronismo/populismo y el catolicismo (vía Jesucristo en este último caso). Por suerte, entre las 17 había una nota de Lisandro Varela titulada “La fe práctica de Osvaldo Carnival”. Es una entrevista a un pastor evangélico de una iglesia de Caballito. En la nota se menciona que el pastor se emociona con la idea de un país grande: “Cuando vos caminás la ciudad, ves que hubo gente que pensó un gran país. Ves la estación de Retiro, la de Constitución. Decís acá hubo alguien que aun cuando los trenes recién empezaban a llegar estaba soñando una gran Argentina. Necesitamos gente que mire más allá de su beneficio personal, que esté dispuesta a sacrificarse”.

—Ignacio Gorupicz

 

 

Sobre “Los libros de Ricardo”, de Gustavo Noriega

(podés leerla acá)

Gustavo, tu nota acerca de los libros de Ricardo y por detrás, de tu relación y admiración para con tu hermano me emocionó. Han pasado 40 años del día en que descubrí los más impactantes libros de Matemáticas de mi vida.

Quizás no eran los más profundos, los de más páginas pero sí los que más impacto dieron a mi mente adolescente en mis primeros pasos por Exactas. Me refiero a aquellos pequeños (en formato) pero buenísimos (en contenido) que escribiera tu hermano.

Desde entonces me acompañan y permanecen en mi biblioteca. Después de leer la nota fui a buscarlos y me entretuve una buena hora, releyéndolos.

A veces algunas personas (y sus obras) nos marcan de manera insospechada. Escribo para compartir este secreto a modo de homenaje para Ricardo y también como un cariñoso abrazo para vos, que sin tapujos y desde el corazón y la razón, meditas con nosotros diariamente. ¡Toda mi admiración!

—Andrés Etchenique

 

 

Sobre “Luna nueva en Tucumán”, de Carlos Segura

(podés leerla acá)

Excelente reflexión la que hace el historiador Carlos Segura en su nota sobre Tucumán y sus desafíos, poco y nada se habla en los medios sobre los desafíos regionales de la Argentina, ya que estos permanecen dormidos y aletargados en una comodidad pasmosa alentados por las cooparticipaciones y porque la gobernabilidad depende del AMBA tal cual lo resaltó Segura.

Por favor, sigan invitándolo, hacen falta miradas y análisis de este talante.

Muchas gracias.

—Daniela Franco

 

 

Sobre “Apuntes de un hereje”, de Sergio Bufano

(podés leerla acá)

¡Impresionante nota! Imprescindible artículo para quienes tienen aún la honestidad de reflexionar sobre la vida.

Para los que hemos pasado por esa experiencia setentista, con mayor o menor compromiso, y para los jóvenes que requieren algo de claridad acerca de aquella tremenda y crucial época que partió a la Argentina para siempre.

Hubo culpa por haber metido a compañeros en la política, o en la orga, como se decía; la sensación de ser traidor cuando al fin se advirtió que ese no era el camino hacia una patria mejor y se quería salir de aquello; hubo la ambigüedad de las lealtades y de los deberes…. Y tantas y tantas dudas y problemas de conciencia. Y el no saber dónde meterse por mucho tiempo, el desconcierto hasta clarificar la cabeza, nunca del todo. Todo eso hubo.

Y hoy estamos aquí queriendo con todas las fuerzas no equivocarnos de vuelta, rogando que la política que nos insiste y nos sigue convocando no nos juegue otra mala pasada. Ojalá así sea, y hablemos claro aún con dolores viejos y permitámonos abrir caminos nuevos.

¡Gracias por el artículo!

—Diana Lacal

 

 

Sobre “La teoría del demonio y medio”, de Juan Villegas

(podés leerla acá)

Por primera vez leo un texto de Juan Villegas luego de ver su film Las Vegas, filmado en Villa Gesell. Mientras lo miraba y veía el recorrido por sus construcciones pensaba lo feas que siempre me resultaron. Sin embargo, de acuerdo a lo que cuenta el director, cuánta clase media (y media baja) pudimos pasar unos días en Villa Gesell hace años…

Este prólogo es para pensar su film y relacionarlo con su artículo sobre la teoría de los dos demonios. Tengo 77 y viví la época de los ’70. Crecí en una clase media baja que al despertar al mundo cultural de los ’60 tenía posibilidades de futuro (Villa Gesell y el país eran distintos).

La aparición de los grupos armados y el asesinato de Aramburu como formas de oponerse a las dictaduras marcó un quiebre entre quienes queríamos un socialismo por el voto (como en Chile) y los que apoyaban la lucha armada que fueron mayoritarios. Esa década fue mi “década infame”. El relato K dejó afuera a periodistas e incluso funcionarios americanos que denunciaron al Proceso. Es hora de releer la historia y avanzar en una comprensión diferente de la misma. Su artículo va en esa dirección. Y su film es una joyita con una grande: Pilar Gamboa que todo lo que toca se vuelve oro.

—Mirta Vázquez

 

 

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