Las empresas públicas no son “de todos”, son de los funcionarios y sindicalistas que las manejan y cuyo objetivo principal es su propia supervivencia. Por eso lo mejor es privatizarlas.
Hay que dejar de darles tanta importancia a los informes sobre pobreza de la UCA. Son oportunistas, poco consistentes y, desde la recuperación del INDEC, innecesarios.