LEO ACHILLI
PASO 2023

Recuperamos la coalición como vehículo opositor al statu quo

Los votantes castigaron a Juntos por el Cambio por la interna feroz, pero fue una contienda inevitable y ejemplar entre dos líneas divergentes que hace años generaban fricción y desgaste.

Primero que nada: respirar y festejar. Me han reprochado festejar la malísima elección del peronismo, pero no propongo la inconsciencia de declararlos vencidos definitivamente. Al contrario, festejo porque creo en los procesos de cambio, lentos, llenos de impaciencia y frustraciones pero con una tendencia nítida a lo largo del tiempo. Es muy valorable una elección con estos números del peronismo, en el rango del veintipico por ciento perforando pisos históricos. Tengo la esperanza (y el objetivo) de que esos números sean parte de un proceso de cambio, en el que las ideas del estatismo prepotente, fascista y corporativo vayan cayendo en sucesivas elecciones hasta terminar arrinconadas en los mismos porcentajes de la izquierda. En el lugar en el que deberían estar en el siglo XXI, un lugar caduco, anacrónico e irrelevante. Festejar esos cambios y las tendencias de largo plazo es bueno.

Luego, ante los resultados inesperados vuelan las hipótesis, buscando respuestas a mil preguntas: ¿es el fin de los aparatos? Lo dudo mucho. ¿La fiscalización es un mito? Todo lo contrario, en esta elección los votos los contamos los fiscales de Juntos por el Cambio, todos nosotros estuvimos ahí y más allá de los inconvenientes de siempre no se perdieron millones de votos violáceos por robo de boletas o fraude, como afirma una candidata. ¿La experiencia de las PASO se repite en las generales? No lo sé, pero sospecho que la gente sigue utilizando a las primarias como globo de ensayo. El voto estratégico tal como lo entendemos los enfermos consumidores de la política es inexistente, y tal vez la sociedad haya reiterado la actitud de las PASO 2019, una oportunidad de voto castigo, desahogo, envío de mensaje a tal o cual sector político, y desligarse de las consecuencias: qué inútil resultó Alberto, yo sólo quise darle un susto a Macri. Todas estas son apenas hipótesis, sin certezas absolutas.

No es poca cosa recuperar JxC como la coalición opositora al statu quo para dejar atrás 80 años de populismo y decadencia.

Y las PASO nos llevan a JxC, al descontento ante una interna percibida por la gente como pelea de hermanos, y rebajada insistentemente a lucha de egos desde la mediocridad de los medios. Es falencia de JxC no haber sabido devolver la pelota, lograr que se valore una interna como institución ejemplar y rareza valiosa en un sistema político degradado. Porque se eligió de manera genuina entre dos líneas divergentes que durante años nos generaron fricción y desgaste. No es poca cosa recuperar JxC como la coalición opositora al statu quo para dejar atrás 80 años de populismo y decadencia gobernada por corporaciones amigas que capturan riqueza.

Fue muy riesgoso asimilar esa defensa republicana al extremismo, y doloroso escuchar el mensaje de que enfrentar al fascismo populista era violencia, que el camino virtuoso era negociar la paz a cambio de gobernabilidad y parcelas de poder. Un camino que la experiencia de 2015-2019 ya había demostrado inviable. Así las cosas la interna era inevitable, pero los votantes castigaron la interna. El resultado frente a los otros partidos fue francamente malo, un casi empate con números por debajo de lo esperado. Absolutamente nadie vio venir el 11% a nivel nacional de Larreta, y con apenas tres puntos más hoy tendríamos un escenario distinto. También es cierto que tal vez haya sido imposible desdramatizar la interna y generar debate racional en una época en la que el negocio de la comunicación pasa por generar tráfico, likes y clics vía ruido, conflicto, quilombo.

Una anomalía

Y el ruido me da pie para pasar a los violáceos. Que en realidad hoy son un candidato solo con su alma y listas fantasmales plagadas de la casta que cree combatir. Un espacio que obtuvo 30 puntos de diferencia promedio entre las elecciones provinciales y las PASO, una anomalía digna de desentrañar más allá de toda especulación. ¿Es otra vez la vieja opción por el salvador providencial, la ilusión histórica de delegar poder en un hombre fuerte y todopoderoso? No sabemos, pero el violeta es un no-partido, un contenedor vacío, listo para convertirse en el refugio de perdedores en busca de reciclaje a cambio de ofrecer aparato y experiencia, listos para resurgir cuando la frustración golpee.

Porque por más bronca que exista con la política, no hay manera de poder gobernar sin haber conocido ni en fotos algún nivel de la administración del Estado a destruir, sin conocer técnicamente la bomba que van supuestamente a desarmar. En muchas ocasiones le hemos mencionado a los votantes violáceos que ir directo de cero a una presidencia es irreal, y que antes es necesario formar partido, crear dirigentes abriéndose paso desde legislaturas e intendencias (que además hoy suelen ser un desafío enorme). Pero no. Hoy vemos al hombre solitario al borde de saltar de una vida dentro de un termo en una consultora a la máxima responsabilidad sin escalas, de la teoría y los libros directo a la acción frente a un tablero de comando complejísimo y a la obligación de tomar decisiones urgentes sobre todos nosotros… el rock and roll del poder es adrenalínico, hasta que llegan las responsabilidades reales. Releo y siento que estoy escribiendo obviedades, pero hace falta explicar que todo esto no le va a hacer bien a nadie.

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Por eso de Bullrich me gusta la solidez, forjada en años de experiencia, sinsabores, éxitos y sobre todo de resistencia y fidelidad a sus principios ante situaciones de presión extrema. ¿Tiene que apuntar a la derecha o a retener a la centroizquierda? Ni. Es a todos, porque hoy el dilema no debe ser izquierda o derecha, por mucho que les guste a las tribus identitarias. Al respecto me gustó la definición de Luis García Valiña aquí en Seúl: JxC es lo que está en medio de dos populismos. Y hoy el horizonte es uno solo: reconstruir la institucionalidad y la vida diaria de los argentinos. Como dijo la candidata en campaña: este no es un país normal. El estado de descomposición en el que nos sumió el peronismo nos exige enderezar el barco ante todo, poder respirar antes de abocarnos a la frivolidad diletante de la autodefinición ideológica. Hay que cambiar esa música, porque por ahí no es.

A la coalición no le hace falta inventar nada, creo, sino encarnar lo que le dio origen: la demanda de un país normal y próspero. Representar el cambio y la salida definitiva hacia el futuro a través de la vieja y olvidada responsabilidad institucional. Y alguien tiene que ser responsable en esta casa, arremangarse y limpiar el enchastre.

 

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Gabriela Saldaña

Arquitecta (FADU-UBA). Asesora legislativa del Bloque PRO desde 2018 y coordinadora del grupo PRO 25 de argentinos en el exterior.

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