LEO ACHILLI
PASO 2023

Entender qué pasó y recuperarnos

Superado el shock inicial por los resultados del domingo, JXC tiene que recalibrar su estrategia porque hay margen para recuperar muchos votos perdidos.

“Un lunes de fingir normalidad en un país que se siente ajeno y desconcertante”, alcancé a escribir después de cumplir con la rutina habitual de despertar a mi hija y prepararla para cumplir con un día más de clases. La escuela, ese lugar donde las cosas ocurren en un marco de regularidad y certezas, ese refugio en donde me gustaría estar en días como hoy. Pero no, imposible volver el tiempo atrás, hay que afrontar la vida adulta y ver cómo procesar el resultado de las urnas con algo de optimismo razonado.

Reviso una vez más los porcentajes, comparo las pocas provincias donde se eligieron autoridades locales (gobernadores, intendentes) con el resto del país donde la candidatura de Milei logró el mayor porcentaje de votos, y sólo veo lo obvio: el peso de la competencia local, ayer ausente en 20 de las 24 jurisdicciones, esa competencia intensa que moviliza recursos de todo tipo y modifica el ritmo de la elección presidencial. Igual no soy buena para el análisis de la sociología electoral, así que desisto de sacar conclusiones pretenciosas. Por otro lado, cada vez es más evidente que estamos en un escenario de profunda desesperanza y hartazgo, y que esos momentos históricos son territorio fértil para los outsiders, las figuras que se presentan como algo novedoso y disruptivo. También es cierto que el voto siempre tiene un componente emocional que no necesariamente se conecta en línea recta con motivos racionales y objetivos.

En la memoria emotiva de muchos votantes de La Libertad Avanza todavía está fresco el recuerdo de la cuarentena más larga del mundo.

Pero, si analizamos bien, tampoco resulta tan ilógica la masa de votos que recibió Milei. En la memoria emotiva de muchos votantes de La Libertad Avanza todavía está fresco el recuerdo de la cuarentena más larga del mundo. Esa experiencia que partió aguas entre quienes teníamos un ingreso asegurado sin la obligación de salir a trabajar y aquellos “trabajadores esenciales” que nunca dejaron de concurrir a prestar servicio. Ayer leía una nota que resumía el triunfo de Milei de la siguiente manera: “Porque armó el PT de los trabajadores pobres, (…) tiene el voto de los trabajadores golondrinas de servicios, el voto cajera del súper, chofer de Uber, repositores…”. Claro, no menciona el detalle de la cuarentena. Quizás el autor no lo tiene tan presente, pero pasó hace apenas tres años. Y probablemente (otro detalle que quedó debajo de la alfombra) algunos de esos laburantes que no tenían la posibilidad del “trabajo remoto” también tuvieron que ingeniárselas para suplir la falta de jardines y escuelas para sus hijos.

Aunque también pienso que no se trata sólo de los sectores más golpeados por una economía que hace años no crece y deja sometidos a la informalidad a cada vez más argentinos. Seguramente una porción del voto a Milei también está entre quienes no sufren penurias materiales, pero están hartos de una dirigencia política que se habla a sí misma. Así que bueno, esa debe ser la explicación de ese 30% que nos dejó a la mayoría en estado de sorpresa y desconcierto, “no la vimos venir” (como reconoce acá con ingenio el querido Bernardo Erlich). El Peluca fue cosechando adeptos a fuerza de gritos contra la casta que encontraron eco en muchos argentinos de bien.

El Peluca fue cosechando adeptos a fuerza de gritos contra la casta que encontraron eco en muchos argentinos de bien.

En definitiva, está claro que mucha gente votó al candidato de la Libertad Avanza repitiendo el mantra “los mismos de siempre nos trajeron hasta aquí, vamos a darle una oportunidad a otro”. ¿Y cómo refutar esa lógica? ¿Cómo recuperar o instalar una conversación pública donde los proyectos de un país con perspectivas reales de crecimiento convoquen a las mayorías que se necesitan para ser gobierno?

Ése es el desafío y no quiero cerrar esta nota sin una puntada para el lado del optimismo. Creo que la candidatura de Patricia Bullrich condensa virtudes y recursos para afrontar ese desafío de manera exitosa (antes de las PASO firmé este documento en respaldo de esa candidatura). Pero además, estoy convencida del aporte de los equipos técnicos de las fundaciones de Juntos por el Cambio, que vienen trabajando hace tiempo con propuestas serias para encarar la gestión. Es momento de traducir esas propuestas en un discurso que convenza y convoque, que recupere la ilusión de un país que puede crecer y desarrollarse en el marco de una democracia plena y vigorosa.

 

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María José Navajas

Investigadora en Historia (Instituto Ravignani-CONICET). Especialista en historia política argentina del siglo XIX.

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