IGNACIO LEDESMA
Entrevistas

Emilio del Guercio

El músico, que sorprendió en 2019 con un video explicando por qué no iba a votar a Alberto Fernández, dice que el peronismo no sabe gobernar y que Cristina es el objeto neurótico de la Argentina.

Como integrante de Almendra, Emilio del Guercio (Mar del Plata, 1950) forma parte de la historia grande de la música popular argentina. Además, su carrera musical tiene otro capítulo glorioso con Aquelarre, con quien grabó en 1973 la canción “Violencia en el parque”, donde anticipaba de manera crítica la ola de violencia que se estaba por desatar dentro del peronismo. Identificado con esa posición política, causó gran impacto en 2019, antes de la elección presidencial, cuando explicó que no iba a votar a la fórmula Fernández-Fernández. El video se hizo viral y Del Guercio recibió a cambio de su independencia de criterio el repudio de algunos de sus compañeros y el respeto de buena parte de la ciudadanía. Nos interesaba encontrarnos con él para que analice la actualidad a un año y medio de aquella declaración.

Contame un poco tu relación con el peronismo.

Antes de los 17 años empecé a militar con Galimberti, que formó JAEN y éramos 15 tipos. JAEN era una agrupación proto-JP de los ’70. Lo que pude percibir a partir de mis 17 años es que eso fue yendo cada vez más en decadencia, si bien yo voté en casi todas las elecciones al peronismo. Casi todas, no voy a decir cuáles no, pero podrías imaginártelas. Cada vez iba sintiendo un gusto más feo y no me iba sintiendo cómodo, sobre todo cuando estuve mucho más cerca de agrupaciones o de militancia más concreta. Ahí me fui dando cuenta de que el peronismo se fue convirtiendo en algo aluvional, desprolijo, donde entraba cualquiera. Era como una especie de rejunte de bicherío, donde había algunos con buenas intenciones, como creo que todavía hay dentro del kirchnerismo, pero que creo que no tienen posibilidad ni opción de tallar ni de barajar en concreto. Algunos, incluso, están en puestos de relevancia. No estoy hablando específicamente de Alberto Fernández, a quien conozco bastante, o creo que he conocido bastante, porque la verdad que me ha sorprendido mucho. Pero algunos excompañeros que están en puestos relevantes, aunque los veo con buena voluntad, creo que no tienen posibilidad de definir nada, y los que definen ya sabemos quiénes son.

Entonces me parece que el peronismo se ha enfermado. Cada vez se fue potenciando más esa compulsión golosa por el poder y cada vez me fue molestando más eso. Hasta llegar al kirchnerismo, al que nunca voté. Nunca los voté porque yo ya tenía referencias de gente de Río Gallegos, de cómo se movían. Al kirchnerismo lo he definido en algún momento como una especie de mutación maligna de la política, especialmente del peronismo. Entonces yo creo en las ideas fundacionales del peronismo, en la aplicación de esas ideas ya no creo más. O sea, no creo más en las personas que dicen “yo voy a implementar esto” y ponen la carita de Perón. Ya me comí muchos años de eso. Yo tengo casi 71, ya vi mucho de eso.

Además, siempre he tratado de pensar con un cierto grado de libertad. Tal es así que yo reconozco que muchos amigos míos no me respetan y son muy hostiles. Otros sí me respetan. Lo cual te hace pensar que cuando uno menciona el fascismo en Italia, el falangismo español, el nazismo y todo eso cree que son expresiones que se dieron en una época pasada de la historia. Sí, es así, pero lo que pervive es esa esa pulsión interna de la especie humana que es sumamente primitiva de separar, alejar u hostigar al que piensa diferente; al clan, a la masa. Y eso me parece sumamente peligroso.

Todo eso puede desencadenar cosas ahora en el presente, yo creo que las está desencadenando. Normalmente en mi Facebook pongo cosas relativas a mi actividad artística, ya sea de la música o alguna cosa del dibujo. Y rara vez o con poca frecuencia pongo cosas relativas a la política. Y bueno, pongo alguna cosa y me saltan a la yugular. Y muchas veces son pibes que tienen poca información o que estudiaron la historia del peronismo por Wikipedia. Y tienen armado un paquete ideológico con muchos faltantes de información y los tipos a vos te dicen “facho”, “gorila”.

Vos al presidente lo trataste personalmente.

Él es amante de la música que hacíamos nosotros así que he estado y charlado varias veces con él. Alguna vez ha venido a un cumpleaños mío. Pero eso no significa que si, por ejemplo, un amigo íntimo mío me dice “vamos a robar el Banco de Galicia”, yo lo vaya a hacer. Lo digo como una exageración, pero por más que coincidamos en ciertas cosas, no me pidas que yo te acompañe en eso.

Yo hablé de la corrupción y después estuve en lo de Alfredo Leuco. Mucho me criticaron porque me dijeron “parecías una señora gorda”, por la terminología que usé. Una terminología bastante cotidiana y sencilla para que me entendieran. No fui a hacerme el catedrático, sino que quería comunicar algo más o menos simple. En su momento algunos amigos que privadamente me dijeron cosas o se enojaron conmigo, yo les expliqué y les dije más o menos que esto que estamos viviendo iba a pasar.

Eso me interesa, Emilio. Por qué creías que sabías qué era lo que iba pasar.

Tengo tantos años de conocer a este movimiento político desde su interior que fue así como, por ejemplo, percibí que iba a haber una colisión entre izquierda y derecha en el peronismo y escribí “Violencia en el parque”, que la compuse en mayo del ’72. Y de esas cosas, por ejemplo, el peronismo nunca se hizo cargo. Entonces pará, no somos boludos. Porque cuando vos decías algo como “hay que revisar esto”, te salían con la Teoría de los Dos Demonios. Y uno dice “bueno, pará, se mató gente”. Y gente inocente. Aun los tipos que tenían algunas deudas con la historia, como por ejemplo Aramburu. Eso no te da derecho a decir “yo hago un tribunal entre yo, mi primo y la amiga de mi primo y entonces te juzgamos y te fusilamos”. ¿Qué es eso? Eso es un delito.

Y nosotros en ese momento legitimamos eso porque era un ambiente en el cual flotaba todo el tiempo el asunto de la violencia y la creencia de que a través de la muerte o la desaparición de tal persona se iban a conseguir cambios en la sociedad. Es una locura. Ahora –y no solo ahora sino desde hace varios años– pienso que es una locura de la cual la gente que estuvo vinculada con Montoneros junto al ERP, las FARC, las FAP y todo eso, salvo algunos casos muy puntuales, jamás hizo una autocrítica. Así la historia no se puede sanar. O sea, vos pusiste una bomba en una casa donde había una nena de cinco años, un nene de tres, mataste a la esposa, a la señora que trabajaba en la casa. ¿Qué es eso? Ninguno de nosotros va a decir “estuvimos muy mal y pedimos disculpas”. Y además que el Estado nacional habilite a que esas personas que fueron dañadas profundamente en su vida también reciban, en tal caso, un subsidio, como ha recibido casi toda la militancia de esa época y aun mucha gente que no estuvo ni siquiera detenida.

Entonces en esa época cuando vos decías eso te salían con los dos demonios, que estás del lado de tal cosa, del lado de los milicos, una especie de deformación impresionante que nosotros no podemos más de 40 años después seguir sosteniendo. Y hay mucha gente en el Gobierno que son hijos o herederos de ellos a quienes eso les parece épico. No es épico, fueron delitos criminales.

Cuando vos hiciste ese video había un consenso de que estábamos ante un fracaso económico y que del otro lado había una esperanza de cambio que evidentemente se reflejó en las urnas. ¿Qué sentís ahora cuando pasó un año y pico de gestión? ¿Te sentís validado por los hechos?

Sí, sí, me siento validado por eso. Lamentablemente, porque todos lo sufrimos.

Obvio, ojalá te hubieras equivocado.

Yo no estoy contento por eso, pero sí estoy satisfecho de haber sabido tener una prospectiva de este mundo. Por eso te mencioné lo de “Violencia en el parque”. En ese momento era jovencito, pero también tuve una intuición. Muchos me dicen “¡vos llamaste a votar a Macri!”. De ningún modo, yo no llamé a votar a Macri. Dije por qué no iba a votar al peronismo. Y además dije con mucha intención “voy a a votar por esta administración”, que era la de Macri, pero estaba diciendo que yo iba a votar por una opción absolutamente diferente a la que estamos viviendo ahora. No es específicamente por Macri, porque hay mucha gente que no sé, tiene como una fobia por él, pero yo no lo veo como a una especie de líder, como si fuera Alfonsín. No me estoy refiriendo a eso. Me refería a que hay una diferencia –y cada vez se ve más– en la metodología, en el abordaje del campo democrático. Y cómo se abordó durante la gestión del presidente Macri la administración del país. Es verdad que hubo errores y que se mandaron cagadas, pero te digo, estamos a un año de este gobierno y ya las cagadas que se mandaron ahora no sé si no equiparan las anteriores.

Tampoco mi intención es decir “ustedes y nosotros”. Publiqué una cosa respecto a los incendios del sur, que son aún calamitosos, que hay gente que todavía está viviendo en la calle con esos incendios infernales y dije “¿y los 26 aviones que habían prometido?”. Y me saltan con “andá a preguntarle al rabino Bergman”. Yo no estoy hablando de que uno fue mejor que otro. Lo que estaba diciendo en su momento era que es clarísimo que el modo de concebir el Estado es absolutamente diferente. Y eso es lo que yo apoyo. En realidad, siempre pensé en eso, lo que pasa es que cada vez la cosa se fue corriendo. Yo estoy en el mismo lugar en el que estaba cuando era más joven, los que se fueron corriendo fueron los otros.

¿Qué era lo que te hacía sentir cómodo de esa administración?

Bueno, el concepto de cómo administrar el Estado, que era absolutamente diferente a éste. Acá ahora administran los bienes públicos como un verdulero. Tengo la plata guardada en una cajita y la voy sacando como se me da la gana y la pongo para acá y para allá. Y dicto una ley de recursos extraordinarios para administrar el Estado. Siempre fue así el peronismo y hasta que eso no cambie internamente cada vez va a ser peor. Entonces, la manera de administrar el Estado me parece absolutamente diferente.

Además hay otra cosa que es sumamente importante y diferente. No puedo decir que ahora no haya libertad de pensamiento, pero hay un nivel de hostigamiento que no me ocurre únicamente a mí. O sea, hay hostigamiento y persecución a la gente que piensa diferente por diferentes maneras, de una manera institucional como la del Presidente diciendo públicamente “imbéciles”. Yo no puedo entender cómo el Presidente puede decir una cosa así cuando acá hace un mes y medio nos enteramos de que había ministros que desviaban vacunas sacándoselas a la gente más grande. Es como si tuviera partida la cabeza y no entiende a quién le esta hablando.

Cuando hablabas de la administración del Estado y los recursos, que era como un verdulero, me imagino que el episodio de los vacunados VIP te debe haber golpeado especialmente porque es un nivel de arbitrariedad y disponibilidad de los recursos.

Ese es el kirchnerismo administrando el Estado como en la época de Néstor y de Cristina. Lo hacen de la misma manera, lo que pasa es que ahora hay cosas que salen a la superficie más rápidamente, porque estamos en la locura de la pandemia, pero apenas iniciado el mandato de Alberto pasó lo de Arroyo de comprar fideos de tercera clase a cuatro veces el precio de mercado. Nosotros tenemos que terminar con eso, porque eso es un delirio que nos consume todos los recursos. Y además esos dineros son nuestros.

Para mí, el nivel de corrupción está avalado desde lo más alto del Estado. Cuando vos lo invitás a Boudou a dar una conferencia en la UBA, estás dándole una tarjeta de crédito impresionante. Cuando invitás a Milagro Sala a que haga lo mismo, y a otros, estás avalando y diciendo que la corrupción está permitida en todas las líneas por debajo de las líneas superiores. Todo eso son miles y miles de puestos y organismos estatales. Y eso es lo que nos ha empobrecido. El nivel de corrupción infernal.

Y cuando me dicen a mí “bueno, pero esa es una visión pequeñoburguesa”. Es una pelotudez eso, Gustavo. Por ejemplo, te voy a revelar una pequeña infidencia. Hay alguien que quiere hacer una película sobre uno de los grupos que nosotros tuvimos. Presentó un proyecto en el INCAA con el aval nuestro. El INCAA le ofrece un dinero. Es una platita. Ahora ese mismo muchacho, que es híper-K militante, resulta que se ocupa de hacer una administración súper austera y pobre para poder hacer el proyecto. Ahora, en el plano del discurso, cuando discutimos las grandes ideas del Estado, somos estatistas. Pero, hermano, ¿cómo es la cosa? Si vos dentro de tu propia casa, de tu productora o de tu proyecto, te das cuenta de que tenés que generar un nivel de administración fina para poder llevarlo adelante, ¿por qué sostenés otras ideas en otro plano?

Yo fui director de la Dirección General de Música del Gobierno de la Ciudad en el año 2000, bajo la Secretaría de Cultura de Jorge Telerman. Había cuatro o cinco personas para hacer una sola labor. Tenía 287 personas a cargo. Yo me di cuenta de eso. Lo viví y me di cuenta de eso. El 12 por ciento de la plantilla todos los días presentaba un certificado de falta por enfermedad. Faltaban porque se les cayó el pelo, les agarró fiebre, me hice caca encima. El 12 por ciento. Y cuando yo escuché a Macri una vez diciendo eso, dando el dato de que el 12 por ciento de la plantilla del Gobierno de la Ciudad era deficitaria porque faltaban todos los días, me empezaron a caer fichas y dije “bueno, esta gente está diciendo cosas que yo he vivido y yo puedo contar”.

Coincidía con tu experiencia personal.

Sí, sí. En esa época iba y algunas personas, por ejemplo, estaban leyendo el diario cuando yo entraba. Yo era el director. Estaba tan internalizado que no importaba si tenías tarea para hacer o no que hasta cuando ingresa el director seguían leyendo el diario. Una vez llamé a esa persona y le di una tarea. Le pregunté “¿pero vos qué hacés acá?”. Empezó a balbucear y a decir cosas sin sustento. Entonces le di una tarea, junto al Director Artístico, que era Alberto Felici, un productor de música a quien yo llevé para que me ayudara. A los 15 días lo llamamos y, por supuesto, no había hecho nada. Se puso a llorar. Al otro día vino con el delegado del gremio, que me decía que yo lo perseguía ideológicamente. Un delirio.

Tenemos que terminar con ese tipo de cosas. Y no digo que sea Macri o sea otro. A lo que me refiero es a las herramientas que nosotros tenemos que generar para transformar la realidad en nuestro país. Un derecho democrático, claro y amigable con la población. Porque la gente cree que el Estado es amigable porque le compra un pan o una bolsa de arroz. Eso es una porquería.

Ya me hablaste de Alberto y tu relación personal, pero me interesa lo siguiente: cuando vos decías “no voy a votar a estos”, había una persona ahí arriba en la fórmula con la cual tenías por lo menos una afinidad cultural. ¿Te defraudó Alberto? ¿Pensaste que, dentro de eso que vos no querías, él podía ser un poco distinto?

Sinceramente no, porque yo creo que el primer acto de corrupción del kirchnerismo es la fórmula Fernández-Fernández. No podés aceptar la convocatoria y rifar tu prestigio, que Alberto lo tenía en su momento, para compartir la fórmula con una persona que tiene la cantidad de juicios y causas que ella tiene. Fue una locura eso. Yo creo que la gente, un poco con pensamiento infantil, se enfrentó a dos opciones. Una era Macri, que había hecho un montón de macanas en la economía y la gente estaba mal. Y después estaba la otra opción, porque la verdad es que más no había. Y la gente decidió de manera infantil: “salgamos de acá, vayamos para allá”. Y optó por ese discurso tramposo: “Con Alberto yo voy a administrar el Estado de manera menos talibán, más abarcativa del pensamiento de los demás”.

Yo sabía que eso no iba a ser así. Como ellos se odian, como se ve en los videos que Kicillof habla mal de Massa, Massa de Cristina, Cristina de Alberto y Alberto mal de ella. Parece un sketch de Gasalla. Y la gente, teniendo toda esa información, los volvió a votar. Es muy impresionante eso. Y no podía suceder ninguna otra cosa que lo que está sucediendo ahora. Yo se lo dije a muchos compañeros, que se enojaron conmigo en ese momento: “Mirá, la señora lo va a limar desde el día uno y vamos a estar cuatro años sentados como pelotudos mirando la interna de ellos sin que el país pueda avanzar”. Encima le sumamos el tema de la pandemia, donde en vez de tomar una medicina, tomamos un veneno.

¿Viste eso que dicen que el peronismo sabe gobernar? No es así, sabe mandar. Administrar, no saben. Gestionar no es llevar tres colchones y una chapa a una villa, como hacen muchos intendentes o gobernadores. Gestionar es una cosa más profunda y en el gobierno anterior, el de Macri, estaban intentando hacer una administración mucho más prolija. Se modificaron muchas cosas que la gente en la superficie no puede ver pero que son importantes, como por ejemplo la transparencia en la información pública de las compras del Estado. Cuando asumió este gobierno, una de las primeras cosas que hizo fue cancelar eso. Porque hay una manera de concebir la administración del Estado que es “ahora yo tengo este botín y lo reparto como se me cantan las pelotas”. Y no es así. Muchachos, el Estado somos todos. Nosotros te elegimos a vos para que administres de la mejor manera los bienes del Estado, no para que vos los uses discrecionalmente.

Toda esa cosa chota, como el barrabravismo llevado a la administración pública. El peronismo ha actuado con ese criterio barrabravista en la administración pública. Algunos son más educados, como algunos compañeros que conozco, otros son unas bestias que solo les interesa su pequeño currito.

El crecimiento del narcotráfico en la Argentina, por ejemplo, se debe a todos los años que estuvo el kirchnerismo en el gobierno. Porque se hicieron un montón de convenios políticos a cambio de ser laxos en el control de eso. Incluso se instalaron cocinas de cocaína en el país, cosa nunca vista. Por eso me pareció bien la gestión de Patricia Bullrich, no sé si no fue de lo mejor que tuvo el gobierno de Macri.

¿Y Cristina?

En el caso de la señora Cristina, es muy paradojal que muchos periodistas que supuestamente estaban en contra de ella la mantuvieron en el centro de la escena durante la administración anterior. Yo se lo dije a alguno de estos periodistas: cuando le das aire, le das permanencia. Eso demuestra que esta mujer se ha convertido en el objeto neurótico de la Argentina. Hay mucha gente que la detesta, pero siempre está esperando a ver qué dice. Hay algún componente de su personalidad, que yo considero que es psicopática, que engancha a una gran cantidad de la población, incluso en la gente que no la quiere.

 

 

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Gustavo Noriega

Licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA. Participa de programas de televisión y radio de interés general y escribe regularmente en el diario La Nación.

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