La metáfora nacida en el cierre de campaña peronista de 1983 volvió a usarse en estas semanas por el caso Insaurralde, a pesar de que su origen histórico es falso y un chivo expiatorio del PJ.
Es cierto que las ideas de la libertad conquistan al voto joven, pero lo más importante es la manera de comunicarlas: con humor, memes y microfragmentos de videos que se viralizan en las redes.
Protestas generalizadas frenaron el intento del Gobierno de darle la gestión colectiva de los derechos de autor a una organización poco conocida pero con mucho poder de lobby. Menos mal: hubiera sido un desastre.
No, pero quizás habría que cerrarlo un tiempo, vender sus edificios y pensar desde cero un instituto despolitizado, sin burocracia, enfocado en la creatividad y adaptado a una sociedad democrática.