Las tecnológicas de Silicon Valley ignoraron al Estado todo lo que pudieron. Ahora les toca jugar el juego de la política como un actor más. En Argentina ese momento no llegó, pero llegará.
Es una pelea desigual. Por eso la lógica de nuestro “Estado presente”, siempre más una excusa que un modelo de desarrollo, va quedando cada vez más obsoleta.
El analista estadounidense explica por qué Internet canaliza la furia del público contra las élites y por qué no tiene sentido pedirles a Facebook o Twitter que censuren a sus usuarios.