Maximiliano Nicolás Pullaro (Hughes, 1974) es politólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario y militante radical desde siempre. Actualmente es diputado provincial y fue uno de los principales impulsores en la construcción del frente opositor al PJ en Santa Fe, que se lanzó en enero de este año y busca integrar al Frente Progresista con Juntos por el Cambio.
Su mayor desafío en política lo tuvo entre 2015 y 2019, cuando fue ministro de Seguridad bajo el mandato del gobernador socialista Miguel Lifschitz. Afirma que durante su gestión “combatió al delito de frente” y “puso a los delincuentes contra la pared”. Fue reconocida a nivel nacional su participación como testigo en el juicio contra la banda de Los Monos.
Es parte del sector interno de la UCR que lidera Martín Lousteau y en 2021 fue uno de los cuatro precandidatos a senador nacional por Santa Fe de Juntos por el Cambio: quedó segundo en la interna, a pocos votos de la lista ganadora que encabezó Carolina Losada. Es el primer dirigente santafesino en lanzarse explícitamente a competir por la gobernación este año, está recorriendo la provincia y se hizo un rato para charlar con Seúl sobre el escenario electoral y, fundamentalmente, sobre la grave situación de la seguridad pública. A continuación, una síntesis de nuestra charla, editada y emprolijada para darle más claridad.
¿Cómo está la situación en Rosario?
Está muy grave. Se han visto hechos de los que no teníamos registros anteriormente, como el secuestro de un chico que no tenía absolutamente ningún vínculo con la organización criminal, que lo levantan en una calle, lo trasladan unas cuadras, lo ejecutan fuera de la cancha de Newell’s Old Boys y le ponen un papel con un mensaje mafioso en el bolsillo trasero. Ese tipo de límites que tienen las organizaciones narco criminales nunca se había visto. Y eso tiene que ver con el desmantelamiento del sistema de seguridad pública que existió durante la gestión del gobierno peronista de Omar Perotti, que no llegó con un plan. Los pasos que fueron dando los diferentes ministros fueron de una punta de la banquina a la otra, desde la conducción política y la reforma policial hasta el autogobierno de la Policía, que son dos modelos antagónicos del sistema de seguridad. El de [Marcelo] Saín, que proponía una reforma profunda, y el de [Rubén] Rimoldi, que proponía una contrarreforma profunda, pasando por [Jorge] Lagna que fue un híbrido entre ambas cosas. Ese desmantelamiento del sistema de seguridad nos lleva a la situación de hoy de mucha impunidad. Y la impunidad trae aparejado el corrimiento permanente de límites, cosa que en mi gestión, al menos en delitos de tal magnitud, no se veía.
Decís que se corrió un límite pero alguien te podría replicar que las organizaciones narco criminales no nacieron con Perotti, que no son nuevas. Incluso al socialismo, en 2012, el entonces diputado nacional Andrés Larroque lo acusó de “narcosocialismo”.
Es real que no nacen con Perotti pero tampoco nacen con el socialismo. La génesis de la narco criminalidad en Argentina comienza a gestarse y a consolidarse desde el 2002-2003 en adelante. Hay un dato que es real. En primer término, nosotros en nuestra gestión habíamos logrado detener a la inmensa mayoría de las primeras, segundas y terceras líneas de estas organizaciones criminales: Los Monos fueron detenidos en mi gestión, Alvarado, los Funes, los Caminos, los Bay, los Romero. Los más fuertes en el hampa fueron desmantelados. En segundo término, se había controlado el Servicio Penitenciario y los crímenes no sucedían desde ahí. Y en tercer término, un dato objetivo comparado con el año anterior al que entré al Ministerio de Seguridad: se bajó el homicidio a la mitad en Rosario y teníamos la mitad de homicidios de los que tenemos hoy. Hubo un proceso objetivo de caída y de baja del delito desde el año 2015 al año 2019. Después hubo un aumento considerable, consecutivo y permanente. El año pasado hubo 290 asesinatos: estamos en el doble de lo que tuve yo en mi último año.
Hoy la Policía es un cuerpo sin forma porque se quebraron los cuadros intermedios, entonces es muy difícil que tenga conducción en este momento.
A eso me refiero cuando hablo de desmantelamiento del sistema de seguridad: se desestructuró y se rompió la Policía, se la quebró. Hoy la Policía es un cuerpo sin forma porque se quebraron los cuadros intermedios, entonces es muy difícil que tenga conducción en este momento. Se dejaron de llevar adelante investigaciones complejas. Te preguntaría a vos qué organización criminal le tocó desmantelar al gobierno de Omar Perotti y es probable que no me puedas responder porque no existe, no fueron contra ninguna organización criminal.
Y el Servicio Penitenciario, en esta lógica del gobierno policial o de autogobierno, terminó siendo manejado por las fuerzas de seguridad, por los agentes del Servicio Penitenciario y no por la política. Y eso trajo descontrol. Hoy la inmensa mayoría de los delitos se cometen desde la cárcel y eso es responsabilidad del gobernador, que tomó una serie de decisiones de manera incorrecta y lo que terminó detonando es el sistema de seguridad pública en la provincia.
No te voy a pedir que seas intérprete de Perotti, pero él hizo su campaña prometiendo paz y orden, ¿por qué suponés que hizo lo que describís? ¿Creía que ese era el modo de controlarlo?
Yo creo que el gobernador no tenía idea de cómo se administraba la seguridad pública y que subestimó mucho la situación de seguridad. Y al subestimarla, escuchó a personas que tenían diagnósticos equivocados y terminó chocando rápidamente. Lo que yo entiendo es que él intentó pactar con el delito. Hay teorías de criminólogos que dicen que la Policía debe regular el delito para que no traiga violencia, y a esa teoría la repiten quienes él designó primero en el Ministerio de Seguridad. Cuando hablo de pacto con el delito no digo un pacto de corrupción, digo que hay teorías internacionales que plantean la regulación del delito, cosa con la que estoy completamente en contra. Al delito se lo combate en todas sus expresiones y no se negocia, no se regula, se lo combate de frente, que fue la política que yo llevé adelante.
Pero bueno, hay teorías que dicen que, para bajar la violencia, la única manera es que haya un doble pacto: el pacto civil policial y el pacto policial criminal. Entiendo que lo que se quiso hacer fue eso. No tengo pruebas pero vi acciones. En los primeros meses del gobierno de Perotti se desmantelaron los pabellones de alto perfil, donde yo había puesto a los presos más peligrosos de la provincia para tenerlos en un régimen diferente, en donde se reducían muchas garantías (tema de telefonía, tema de visitas, temas de contactos, temas del monitoreo permanente de los presos), pero nosotros nos asegurábamos que desde ahí no cometiesen delitos.
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Cuando se desmantelan esos pabellones de alto perfil a mí me hace pensar que algo más hubo porque, si no, eso no tenía lógica. Cuando durante 36 meses prácticamente no se persigue ninguna organización criminal, porque no se las persiguió… Nadie me puede nombrar una organización criminal que haya desmantelado Perotti o el gobierno de Perotti o los funcionarios de Perotti. ¿Por qué? Porque no hubo. ¿Y por qué no hubo? Porque, a mi criterio, hubo un pacto. Se entendía que dejarles consolidar el territorio iba a traer una baja de violencia. Y para mí es todo lo contrario, la única manera en que se baja la violencia es enfrentar al delito y mostrarles que no hay impunidad. No hablo de que hubo corrupción acá, no digo que los narcos le llevaban un bolso al gobernador o a los funcionarios, digo que lo que sucedió es que las organizaciones criminales empezaron a correr los límites porque se sintieron con la libertad de hacer lo que quisieran. Esa responsabilidad es del peronismo santafesino. No de Perotti, del peronismo santafesino, que llegó al gobierno sin ningún tipo de plan.
Cuando entrevisté al intendente Pablo Javkin dijo: “Rosario muestra todas las insuficiencias que tiene la Argentina a la hora de enfrentar un delito complejo. Lo que sucede en Rosario es lo que sucede en toda la Argentina, sólo que la disputa territorial se manifiesta de forma más violenta porque acá no hay un gerenciamiento de la violencia como en otros lugares, que en general lo hace la policía”. ¿Creés que es así, que es un fenómeno nacional o que hay una particularidad acá?
No, no comparto el diagnóstico en lo más mínimo, en lo más mínimo. Lo que sucede en otros territorios no lo sé ni yo ni Pablo Javkin ni el gobierno actual, si se negocia o no se negocia, si lo regula la policía o no, eso nadie lo puede saber. En otros lugares también hay altos niveles de violencia pero acá, y esto que quede claro, hay organizaciones locales, no organizaciones internacionales. ¿Tienen contacto con organizaciones internacionales? Sí, pero acá no está operando ni el Comando Capital ni el Comando Vermelho ni el Cartel de Cali. No, acá el problema es la violencia territorial. Entonces, nacionalizar el problema que tenemos es errarle al diagnóstico. No digo que no pueda existir, pero diferenciemos los problemas, son cosas distintas. El problema visible de las muertes (lo que sale todos los días, la pelea en el territorio) no son carteles internacionales, son bandas locales con algún vínculo con carteles internacionales pero que no responden a la lógica de narcotráfico de exportación ni de importación, responden a la lógica de microtráfico, de narcomenudeo. No son peleas por quién mete la droga en Europa. De los 290 muertos que tuvimos el año pasado, nombrame uno que sea porque el tipo estaba exportando droga a Europa o a Estados Unidos.
Acá el problema es la violencia territorial. Entonces, nacionalizar el problema que tenemos es errarle al diagnóstico.
Entonces, hay un error de enfoque, no digo que lo otro no pase, ¿está claro? Pasa, pero son dos fenómenos distintos que se combaten con herramientas distintas. Para el problema Rosario tenemos la Justicia Provincial, que tiene que avanzar, y avanza cuando la acompaña el Poder Ejecutivo, y para lo otro tenemos la Justicia Federal. Entonces, el que te diga eso no tiene idea lo que está pasando y no piensa y no estudia. Hay que estudiar este tema, hay que estudiar en profundidad la circulación de la violencia que tenemos en Rosario, no podemos decir lo que se nos ocurre porque nos estamos equivocando. Contra la violencia territorial es contra lo que tenemos que pelear. ¿Con qué lo peleamos? Con las herramientas que tenemos acá: con la Policía organizada, que es lo que se ha roto, con las investigaciones profundas, que las hacés con el Ministerio Público de la Acusación, porque acá tenés excelentes fiscales, y lo hacés haciéndote cargo de controlar el Servicio Penitenciario. Con esas tres cosas se logra reducir la violencia como yo la logré reducir. Después, desde luego que vamos por lo otro: vamos por el lavado de activos, que es fundamental, vamos por las organizaciones internacionales, a ver qué rol cumplen acá en el puerto. Y ahí viene la segunda discusión: qué es responsabilidad de la Nación y qué es responsabilidad nuestra. La responsabilidad de la Nación es que la droga no entre, la droga entra. Segundo, ¿quieren venir a acompañar en la lucha contra la violencia? Bueno, para eso necesitamos policía, equipamiento y prevención.
Fuiste ministro de seguridad durante la gestión de Patricia Bullrich en Nación, ¿cómo fue la relación?
Con mucha tensión permanente, porque nosotros reclamamos mucho más de lo que nos daban, pero indudablemente teníamos mucha mejor coordinación de la que hay ahora entre dos gobiernos del mismo signo político. Nosotros coordinábamos, nos peleábamos, pero coordinábamos todo el tiempo… A ver, nos peleábamos… Nosotros teníamos un problema y, obviamente, exigíamos más. ¿Y Nación qué hacía? Tenía problemas en todo el país e iba regulando los conflictos, como debe ser.
¿Ustedes pedían más qué?
Más investigación, más estructura de la Justicia Federal, más policías de prevención, federales, gendarmes, prefectos. Y Nación te daba lo que podía, no lo que pedíamos. Pero sí coordinaba mucho con nosotros y eso tenía un efecto. Yo tenía 240 móviles en Rosario en algunos momentos patrullando y Nación me ponía 20 pero estaban a cargo mío, no hacían lo que querían. Yo sabía dónde estaban, qué era lo que estaban haciendo, y en función de eso reforzaba otro lugar con mi Policía. Yo tenía el planeamiento estratégico de la seguridad pública en el día a día, hora tras hora, las 24 horas del día los siete días de la semana. Hoy eso no pasa, los gendarmes hacen lo que quieren, la Policía Federal no sabe qué hace, tampoco la Prefectura. ¿Y qué sucede cuando nadie controla lo que hacen los demás? Nadie hace nada, o hace lo que cree que tiene que hacer, que quizás no es lo que te indique el mapa del delito o la estadística criminal. Nadie estudia lo que pasa. Como nadie estudia, todos gritan fuerte y el que más fuerte grita parece que es el más escuchado, el que dice la barbaridad más grande parece que tiene razón o que es el más valiente.
Vos estudiaste Ciencia Política y no es lo más común dedicarse a los temas de seguridad cuando venís de las carreras de ciencias sociales, ¿no? Suele prevalecer una visión un poco anti fuerzas de seguridad y la acción policial se mira con desconfianza. ¿Cómo fue tu elección por la seguridad?
Comencé a trabajar en la Legislatura en el 2007, fui diputado provincial posteriormente y, cuando me anoté en las comisiones, lo hice en las de Vivienda y de Presupuesto. Después explota el problema de seguridad y me puse a estudiar porque yo tenía la responsabilidad de, por lo menos, hacer algún aporte en la principal problemática que cinco años antes no era identificada por la sociedad santafesina. Empecé a estudiar y así fue como me involucré, pero nunca me hubiera metido en seguridad, yo quería trabajar temas blandos, políticas sociales, políticas de salud, eso me gustaba a mí. Y obviamente tenía prejuicios sobre las fuerzas de seguridad pero me di cuenta de que estaba equivocado, completamente equivocado. Los hombres y mujeres de las fuerzas de seguridad son producto de los gobiernos y del Estado que tenemos, que las ha dejado desamparadas porque nadie las formó, nadie las capacitó, y les pedimos mucho: que arriesguen su vida, que pierdan su vida. Cuando deje de existir esa hipocresía en los gobiernos, vamos a tener mejores policías.
Ahora sos precandidato a gobernador, pero no por el Frente Progresista Cívico y Social, estás en Juntos por el Cambio. ¿Qué pasó con el Frente en el 2019, por qué el peronismo ganó esa elección?
Ganó el peronismo porque el Frente Progresista y Juntos por el Cambio fuimos divididos, que es lo que en esta oportunidad no va a suceder. Nosotros vamos a ir juntos en un frente político de los partidos que quieren cambiar la provincia de Santa Fe, donde está el PRO, el Partido Socialista, la UCR, la Coalición Cívica, el Partido Demócrata Progresista. Para el 2023 vamos todos juntos, ya está sellada esa alianza. En el 2019 fuimos divididos, si vos sumás los votos de Juntos con el Cambio más los del Frente Progresista le ganábamos por 15 puntos al PJ, pero fuimos divididos y perdimos por 4.
¿Se vive como un fracaso lo del Frente?
Yo no creo que haya sido un fracaso, lo que representó el Frente Progresista fue un momento de la República Argentina y tuvo una vida muy importante, desde 1995 hasta el 2019, donde trabajamos para cambiar la provincia. Después el radicalismo entendió que tenía que ser parte de una alternativa nacional que le ponga freno al kirchnerismo en todos lados y por eso nosotros entendimos que había un objetivo superior que era no solo el gobierno de la provincia sino un aporte que debíamos hacer para que el kirchnerismo en el Congreso no haga todo lo que veíamos en el año 2021 que pretendía hacer.
Durante mucho tiempo el Frente Progresista se quiso posicionar como por fuera de esa división a nivel nacional y decían: en Santa Fe hay otra realidad, una estructura electoral diferente y no nos caracterizamos por ser el anti peronismo o el anti kirchnerismo, sino que somos otra cosa. ¿Eso cambió a partir de la muerte de Miguel Lifschitz en 2021?
No, lo que pasa es que el Frente Progresista era la composición de diferentes partidos políticos y la realidad nacional fue mutando. Nosotros en el año 2003 fuimos con Moreau y el socialismo fue con Elisa Carrió; en 2007 nosotros fuimos con Lavagna y el socialismo con Elisa Carrió; en 2011 nosotros fuimos con Ricardo Alfonsín y el socialismo con Hermes Binner; en 2015 nosotros fuimos con Macri y ellos con Margarita Stolbizer; en el 2019 nosotros volvimos a ir con Macri y ellos fueron con Lavagna. Nosotros éramos parte un frente político provincial pero en el orden nacional trabajamos el lineamiento del partido.
El radicalismo siempre fue un partido que tuvo muchas críticas al kirchnerismo, y no ahora, sino desde aquellos momentos de oro.
El radicalismo siempre fue un partido que tuvo muchas críticas al kirchnerismo, y no ahora, sino desde aquellos momentos de oro: cuando teníamos crecimiento a tasas chinas nosotros decíamos que iban a explotar la economía y dábamos los porqué, en el momento en que se le pagó cash al Fondo lo dijimos. El radicalismo siempre estuvo parado en el mismo lugar, lo que pasa es que el Frente Progresista era una alianza anterior a Cambiemos. Cambiemos es una alianza de 2015 y el Frente Progresista hacía 20 años que estaba constituido en Santa Fe, pero el radicalismo nunca estuvo en el orden nacional junto al socialismo.
Y además en Santa Fe, al principio el PRO estuvo referenciado con algunos dirigentes peronistas.
Ellos arrancan con una alianza con actores muy fuertes del Peronismo Federal, exactamente, y nosotros seguíamos siendo lo mismo: una alianza que aglutinaba la mayor parte del no peronismo en el territorio. Después el radicalismo se sumó a Cambiemos en 2015 con el PRO y bueno, ahí empezaron las contradicciones. Mirá, en ese momento, antes del ballotage, yo hago una nota en el diario La Capital diciendo que iba a votar a Macri y eso me generó mucho ruido en el seno del Frente Progresista. A mí ya me habían propuesto que sea ministro de Seguridad, Miguel [Lifschitz] ya era gobernador electo pero todavía no habían pasado las elecciones nacionales. Yo dije que iba a votar a Macri, que iba a trabajar para que Macri sea presidente. Nosotros siempre estuvimos en el mismo lado: en el orden nacional siempre estuvimos donde estaba el radicalismo y en el orden provincial también. Lo que pasa que en el 95 primero lideramos nosotros [a la Alianza Santafesina, antecedente del Frente Progresista], lideró Usandizaga dos elecciones y después lideró Hermes Binner. Fue así el proceso político.
Y ahora el armado que se está haciendo electoralmente en Santa Fe que es como un frente de frentes. Lo que va a pasar en Santa Fe ¿puede ser anticipo de algo que puede pasar a nivel nacional?
Ojalá. La inmensa mayoría de los partidos de este frente vamos a trabajar en Juntos por el Cambio en el orden nacional. Algunos entienden que hay que hacer un esfuerzo para ser opositores en Santa Fe y todavía no han definido si van a estar en Juntos por el Cambio o no, pero éste es nuevamente un frente provincial, yo no puedo condicionar al resto de los partidos. Sí puedo intentar convencerlos de que vengan a Juntos por el Cambio pero no condicionarlos. No te puedo asegurar que todos los partidos vayan a estar en Juntos por el Cambio pero, si me toca liderar el frente, voy a hacer todo el esfuerzo para que todos estemos en Juntos por el Cambio. Pero la prioridad en este momento es ganar la provincia de Santa Fe.
¿Por qué querés ser gobernador?
Porque hay muchas deudas pendientes y siento que es el momento de trabajar fuertemente para gestionar bien la Provincia, sacarla adelante, y para que todos estos partidos políticos que pretendemos cambiar podamos mostrarle a la sociedad que podemos tener buenos gobiernos. A mí me toca estar en un lugar, no porque lo haya buscado sino por la experiencia construida en la gestión pública en temas difíciles sobre los cuales me animo a hablar y me animo a administrar. Y con la seguridad pública no creo que nadie te hable con la claridad.
Hacés mucho hincapié en la seguridad. Si sos gobernador, ¿qué pasa si no logras combatir la inseguridad o se agrava?
No va a pasar. Yo administré la seguridad y bajé la violencia a la mitad, sé lo que hay que hacer. Lo que no a mí no me vas a escuchar decir es que vamos a estar bien en materia de seguridad, lo que digo es que vamos a estar mucho mejor. Va a haber una Policía ordenada, conducida, que va a saber qué objetivo tiene todos los días que sale a la calle, un Servicio Penitenciario controlado, y a los delincuentes los vamos a volver a poner contra la pared, como los tenía yo, no como sucede ahora que los delincuentes tienen contra la pared al Estado. Entonces, a la pregunta tuya te digo: no va a pasar. Yo voy a hacer bajar el delito. Ahora, para llevarlo a niveles de estabilidad necesitás ocho años, pero que vamos a estar el doble de mejor de lo que estamos ahora, te lo puedo asegurar porque ya lo hice.
Hay temas que cada tanto vuelven a la agenda. ¿Cuál es tu opinión sobre el uso de las Taser o la despenalización de la droga?
Con las Taser estoy completamente de acuerdo porque tiene que ver con el uso progresivo de la fuerza. Para someter a una persona que está cometiendo un delito, hoy un policía tiene, en primer término, la fuerza física; en segundo término, en algunos casos, tiene la tonfa; y en tercer término tiene la 9 milímetros, que mata. Con las pistolas Taser, que no matan, agregás un punto en el uso progresivo y racional de la fuerza. Estoy cien por ciento de acuerdo.
Con respecto a la despenalización de la droga, estoy completamente en contra.
Con respecto a la despenalización de la droga, estoy completamente en contra. Vuelvo a lo que decía antes, creo que nadie estudia y todos hablan. Nadie estudia las diferentes experiencias que han existido en el mundo y fundamentalmente nadie compara países como los nuestros. Todos te hablan de países nórdicos que han tenido algún tipo de experiencia, pero también la experiencia de ahí es que están cerrando cárceles porque se cometen cada vez menos delitos, entonces no podés comparar. La marihuana que se consume hoy tiene 400 componentes químicos que a quien la consume le daña el lóbulo frontal del cerebro, haciéndole perder capacidad de raciocinio, provocándole desinterés, desatención y falta de razonamiento. Nadie se pone a estudiar qué daño hace la marihuana. ¿Vos viste el ejemplo de Uruguay? ¿Funcionó eso, se llevó adelante? Entonces no hablemos, todo acá parece lindo. ¿Pero me vas a decir que el Estado tiene hoy la capacidad de administrar la droga? ¿Qué droga vamos a despenalizar? ¿La marihuana, las drogas sintéticas, la cocaína? ¿De qué estamos hablando? Entonces digo no, es categórico, estoy completamente en contra.
Pensando en las próximas elecciones, ¿cómo ves a los dirigentes a nivel nacional, los de tu partido y los de Juntos por el Cambio en general?
Yo pertenezco al espacio político de Martín Lousteau, creo que es el político más brillante que hoy tenemos en la República Argentina y ojalá se decidiese por una candidatura que nos representara en el orden nacional, pero él entendió que era mejor ser candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Yo me sentiría muy cómodo si Martín liderara un proceso político nacional. Repito, es la persona con mayor claridad conceptual que he conocido después de Raúl Alfonsín, en ese lugar lo tengo: me siento contenido en sus declaraciones, en su mirada sobre el rol del Estado, en la forma que plantea la eficiencia, cómo estudia los temas. Ojalá existieran muchos más dirigentes como Martín.
Pero en 2023 no va a ser candidato a presidente.
Él no va a ser candidato a presidente, pero imaginate que va a influir mucho sobre la decisión de a quién nosotros vamos a apoyar. Yo tengo excelente relación con Patricia Bullrich, excelente relación con Horacio Rodríguez Larreta y muy buena relación con Gerardo Morales, que hoy son los tres candidatos o precandidatos de nuestro espacio, pero indudablemente va a ser una definición que tomemos en el orden nacional como espacio político, y desde luego también en el orden provincial en función de nuestro marco de alianzas. Si nuestro marco de alianzas acá es con sectores del PRO que apoyan a Patricia Bullrich, lo hablaremos con Lousteau, lo hablaremos con [Emiliano] Yacobitti y ellos respetarán la realidad que tenemos acá. Si nuestro espacio de alianza son sectores del PRO cercanos a Larreta y ellos van con Morales, lo charlaremos también, pero siempre va a ser un espacio de consulta que tendremos con el orden nacional.
¿Cómo creés que se le gana al kirchnerismo en 2023?
Con todos los espacios políticos de Juntos por el Cambio compitiendo en una PASO, y que esa PASO sea potente, que pueda tener matices, pero que salgamos fortalecidos de la misma forma que salimos en 2021 en la provincia de Santa Fe, donde tuvimos cuatro candidatos a senador nacional y a quienes no nos tocó ganar acompañamos a quien ganó y le pegamos una paliza como hacía años que no le pegábamos al kirchnerismo.
Desde que volvió la democracia en el 83, el peronismo no gana en Rosario. ¿Hay chances de que eso pase ahora?
No, no hay ninguna. A ver, chances hay siempre: si nosotros nos equivocamos mucho y ellos aciertan mucho, sí, pero parecería que nosotros no nos estamos equivocando porque construimos un espacio mayoritario desde los sellos. Ahora, a ese espacio mayoritario que construimos en la provincia y en Rosario, hay que ponerle los mejores nombres. Y de esa PASO van a surgir los candidatos que posiblemente sean los próximos intendente y gobernador. Hoy yo no veo ninguna posibilidad de que perdamos Rosario porque hicimos bien las cosas en el armado, y cuando vos tenés un buen equipo es difícil perder por más que no tengas el mejor jugador. Vamos a ganar. Tiene que haber una PASO muy potente en Rosario también, con matices. El socialismo tendrá su candidato, Pablo [Javkin] irá de candidato o tendrá su candidato, y nosotros vamos a tener nuestro candidato.
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