LEO ACHILLI
PASO 2023

Lo nuevo por conocer

Apareció un sujeto histórico que desconocíamos: empleados de la economía informal que trabajan sin parar porque les gusta la guita y viven en libertad, sin Estado.

Para sorpresa de todos –menos de los locos iluminados de la nueva logia libertaria, convencidos desde hace días contra todo pronóstico de su victoria segura– la democracia está viva y piensa por sí misma.

Lali, ícono popular hasta hoy inagrietable, manifestó por primera vez su posición ideológica en redes sociales. Para ella, los dos bandos se definen así: los que te dan derechos y los que te los quitan. Cuando escribe en mayúsculas ANTIDERECHOS yo leo su amor por el mundo gay y el mundo trans, que comparto con creces, y leo también su falta de énfasis respecto del mundo de los pobres, el único sustantivo que nadie se anima a decir en lenguaje inclusivo.

La miseria es demasiado real, demasiado ajena para quienes analizan el rol de una vocal en la construcción simbólica de una sociedad. Si nadie dice “les pobres” es porque nadie, salvo Milei, parece haber estado viéndolos por lo que realmente son: individuos capaces de arreglárselas solos, no sólo de sobrevivir y trabajar 24/7 con tal de salir adelante, sino también de hacer guita.

Quienes ven en la pobreza una virtud, como Grabois o la vieja oligarquía chupacirios, estanciera o radical, escuchan absortos el mensaje del pueblo vigente, que no quiere ser más un adorno moral con el que se decoran falsos profetas: quiere ser libre. Curiosamente, a lo largo y ancho del país, los que menos tienen, los que más trabajan, los que han logrado surfear el desastre económico que tenemos hoy, fueron los que ayer pidieron, en lugar de más derechos, más libertad. Contra el partido histórico que te emparcha carencias pero te niega oportunidades, los pobres de hoy eligen el futuro.

Ya no los asustan miedos anacrónicos como el “van a perder el doble aguinaldo” de Massa, ni los seducen las medidas igual de desactualizadas de Grabois.

Ya no los asustan miedos anacrónicos como el “van a perder el doble aguinaldo” de Massa, ni los seducen las medidas igual de desactualizadas de Grabois, de reconocido fracaso como la reforma agraria, condenada a cosechar perejiles de buen corazón. “El futuro es real”, dice Logan Roy en Succession, “el pasado está todo inventado”.

En un space que empezó tarde el sábado y se extendió hasta la madrugada del domingo, Maslatón, Tetaz y otros hacían pronósticos y conversación. Pasada la medianoche, le dieron la palabra a Mayra Arena, una mente lúcida, racional, conectada con la realidad, referente del peronismo pero enemiga del pobrismo. Le conozco una frase contundente: “Ser pobre es acostarse y soñar que comés”.

Mayra Arena tiene otra mirada. Conoce el terreno. Habla de los extranjeros, de los Rappi, de médicos peruanos, de argentinos que en los barrios hacen más de 300.000 por mes trabajando de sol a sombra, y que prefieren pagarse ellos mismos salud y seguridad (les sale más barato que perder el día entero en el hospital público).

Mayra ve una distinción, una grieta fáctica: entre el achanchado (al que no se refiere) y el trabajador 24/7, con cuya figura deslumbra a sus interlocutores. Maslatón dice algo del estilo: “¡Es el triunfo del liberalismo barrani!”, está fascinado. Mayra explica que los pobres que trabajan sin parar porque les gusta la guita, hoy ganan más que el asalariado de clase media. No hay que subestimar la economía popular, como la llaman, la informal, dice Mayra. Su potencia es brutal. En Capital, después de las diez de la noche no encontrás nada; en la 1-11-14, la carnicería está abierta hasta las 12. Todo barrani, todo productivo.

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Si ustedes fueran ellos, ¿querrían que viniera Juntos por el Cambio a insertarlos en la economía formal, a ponerlos en blanco y cobrarles impuestos? ¿Querrían que Unión por la Patria viniera a prometerles un plan social y un Estado presente en sus cuentas? Ellos viven en libertad, sin Estado. En este sentido, el voto a Milei, además de un voto bronca –”que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, cantaban en el búnker ayer– y mucho más que un voto ideológico, parecería ser –si entendemos que la única verdad es la realidad– un grito del corazón.

Para Massa, ganaron: “Aquellos que convocando desde el odio, hoy construyeron un principio de una nueva mayoría”. Una mayoría reprimida en tantos sentidos desde hace 20 años que hoy eligió lo nuevo por conocer, por más malo que parezca, sobre lo malo conocido.

Patricia Bullrich empezó su discurso de triunfo diciendo: “No somos un país normal”. Por eso tiene que ofrecernos un plan económico que nos prometa lo mismo que esperan los jóvenes mileístas del conurbano y del interior del país. Ella, nuestra flor de montonera (como la llamó Mauricio Zarzuelo, alias “el Vívora”, cabeza de su unidad básica), por su complejidad, porque es mujer pero no es mujer de, porque es liberal pero no conservadora, porque es anti elitista pero no populista, porque, al revés de Milei, es pro mujeres, pro gays y pro trans, puede darnos una Argentina liberal pero no reaccionaria. Eso espero yo. Ojalá no me defraude. 

 

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Victoria Liendo

Doctora en Letras (Universidad de Paris 8 Vincennes-Saint-Denis). Investiga, da clases de literatura y escribe artículos de opinión.

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