De acuerdo con lo que planteas sobre el actual espasmo progre (durante bastante tiempo, en mis treinta, me creí uno de ellos) y también sobre que este nuevo canal (no da para arroyo y mucho menos río) desembocará en el lago Kicillof.
En todo caso, mi duda es si a este muchacho le alcanza el carretel (me vendí, sí, soy 60+) para, al menos, intentar el parricidio (larga acotación al margen: cómo me va a divertir la pelea entre unos y otros sobre si no correspondería llamarlo “matricidio”) político, o más aún, si nos sorprende a (casi) todos y tiene la muñeca suficiente como para subir a todos a su bote, incluso a la señora.
En todo caso, si cualquiera de ambas sucede (también coincido en que sería una buena noticia para Milei), me aferro a la ilusión de que el candidato del Gobierno, por alguna peripecia que hoy me cuesta imaginar, termine siendo alguien que mantenga las ideas base del actual, pero además no tenga las –para mí, claro– tan desagradables “formas” del libertario.
Sebastián, me pregunto: ¿los progres te consideran/consideraban uno de ellos? Los progres “emblemáticos”, por así decir. En caso de respuesta positiva, ¿estabas a gusto en ese mundo, o te sentías como, imagino, se siente un musulmán gay?
Porque creo que tu planteo de la nota –con el que acuerdo mayoritariamente, aunque parece escrito por un religioso con miedo a ser excomulgado– es para “tirar” en las mesas de Corea del Centro antes que en las de la capital de la del Sur.
Creo que los ayudarías a reencontrar la esencia del progresismo, perdida en estas tierras en las últimas décadas, cuando los cantos de sirena del kirchnerismo les rompieron las brújulas. Aunque ya venían un poco a la deriva.
Quien dice, quizás se allanan a discutir desprejuiciadamente el título de tu nota, y algún día, no tan lejano como hoy parece, quienes nos sentimos a uno y otro lado, pero cerca del centro, podamos discutir in eternum sobre política, sin que algunos se consideren a sí mismos mejores personas por sus ideas. Ese sentimiento es nazi. Y el progresismo cayó en ese pozo hace bastante tiempo.
Suerte, Sebastián,
–Enzo Prestileo
Acabo de leer el reportaje a Diego Sehinkman. Muy ameno, me encantó. Solía verlo por TV en su programa. Ahora no estoy en Argentina. Leí el libro de Marcos Alperson, su tatarabuelo. Contaba la historia de la inmigración judía en Carlos Casares. Fue una linda sorpresa enterarme de este dato, pues no conocía nada del autor de ese libro.
Gracias, sds,
–Dora Bendersky
Coincido, siendo miembro de una ONG, en todas las trabas que existen para desarrollarse. Tal vez se consolide un nuevo marco sin un Estado elefantiásico. Ahora NO NOS DAN PELOTA. La dirección para apuntar sería: ARGENTINOS, A LAS COSAS. Porque ahí es enorme el trabajo pendiente.
Saludos,
–Edmundo Lingo
Pusiste muy bien en palabras lo que creo que sentimos todos los que estamos en el medio. ¿Seremos nosotros ahora Corea del Centro?
–Esteban Bianchi
Excelente, Diego.
Me pasa algo muy raro. Leo esto, coincido en todo y siento una mezcla de alivio y terror. Alivio porque otra persona piense lo mismo y terror porque es un tema que debería ser sencillamente sentido común y cada vez parece más fringe.
Un abrazo,
–Pablo Fernández
Vivo en Carmen de Areco. Viví en La Plata, donde me recibí de Agrimensor (UNLP) y viví en CABA, donde me recibí de Ingeniero (UBA). Y algo trabajé en algunos lugares y empresas ahí. Y sé que no hay psicólogo –salvo que esté rayado grave– que aconseje el suicidio. “¿Qué hacer?”, decía Lenin. Creo que ayuda leer la Autobiografía de Sigmund Freud, donde cuenta todas las cosas que escuchaba decir en el famoso diván, donde hablaban sus pacientes. En muchos casos –muchísimos–, la memoria es una gran farsante. Y el que cuenta cosas de hace mucho cree, sinceramente, que son ciertas.
–Mario Olea
Hola, Diego:
El problema es que ahora te van a acusar de progre, de kirchnerista, de promover la homosexualidad y de estatista, porque esa es la lógica de la polarización. No hay lugar para el pensamiento crítico, ni los matices.
Y esto es así porque hay personas a quienes les sirve. Así como vos decís que el progresismo “lleva agua para su molino” para un lado, los que están enfrente “llevan agua para su molino” para el otro lado. Ambos bandos se victimizan y así se justifica cualquier acción como “acto de justicia”.
Cuidate, que está todo picante.
Saludos,
–Mariano Núñez Freire
Hernán y equipo de Seúl,
Después de tantos años de esperar que la Argentina encuentre su senda económica de crecimiento y progreso, que en mi opinión se conseguirían con las políticas económicas que en su momento expresara Álvaro Alsogaray con su escuela austríaca y Ludwig Erhard, que “comandó” el milagro alemán luego de la Segunda Guerra, veo este especial momento del país, con el intento de Milei y las poderosas fuerzas que se oponen al “cambio” como la pelea final en la película, donde el “muchacho” se enfrenta al “malo”, al borde la cornisa, el acantilado o el precipicio, y agarrados de la butaca esperamos ver cuál prevalece. En la mayoría de las películas el final es obvio, pero en esta no estoy tan seguro.
Lo que siento, a mis 70, lo escribió Julio Camilloni hace tantos años, le puso música Antonio Blanco y lo interpretó con su orquesta el genial Pichuco. Se llamó «La última», y lo que para Camilloni fue la llegada de su último amor, porque sus sienes ya lucían “pinceladas de marfil”, yo lo traslado a esta Patria de hoy.
Ya no puedo equivocarme, sos la última en mi vida,
y es la última moneda que me queda por jugar.
Si no gano tu cariño, la daré por bien perdida,
ya que nunca más la vida me permitirá ganar.
(…)
Pero si la mala suerte me acomoda el cachetazo
con que siempre está amagando para hacerme fracasar,
no podré sobreponerme a este último fracaso
y yo seré como un grillo, muerto al pie de tu rosal.
Para los más jóvenes, indefectiblemente ese cambio llegará, porque el desastre económico de estos últimos veinte años no durará para siempre (las naciones no desaparecen), pero los setentones actuales tememos no verlo.
¡¡Abrazo grande!!
–Daniel Stoessel
¡Estimado Hernán!
Con la certeza y claridad de siempre en tus editoriales, los dos últimos párrafos de tu “Los ’90, la última década” expresan palabra por palabra mis sentimientos respecto a nuestro presente, que comenté en una “carta” de ayer jueves a Seúl, no estando seguro si lo lograba.
Ese “es como digo yo”, que en conversaciones coloquiales solemos expresar ufanamente, para comunicar que “tenemos razón” en lo que opinamos o creemos, inesperadamente, lo veo plasmado en el editorial de Hernán, en esos mencionados párrafos finales, además, que el artículo entero es excelente.
Que el Gobierno actual logre plasmar las ideas económicas y “culturales” que nos saquen del atraso, y esto sea comprendido y acompañado por esa gran mayoría necesaria para llevarlo a cabo.
¡¡Por ahora, no puedo pedir más!!
¡¡Abrazo cordial!!
–Daniel Stoessel
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