A diferencia de la primera semana, en la que nuestros queridos adversarios políticos se exaltaron al conocer nuestra existencia, esta vuelta imperó una sana indiferencia de su parte. Quizás pudieron comprobar que somos más serios y respetuosos de lo que imaginaban o, por el contrario, eligieron ignorarnos en la creencia –tan extendida en sus filas– de que lo que se ignora, no existe.
Aun así, hubo algunos que no se pudieron aguantar.
Nos gusta mucho el recurso de la ironía, pero creemos que como respuesta a la serie de notas de Gustavo Noriega, tan repletas de datos y argumentos, la ironía es más bien “agente de una desesperación enorme”, como escribió alguna vez David Foster Wallace.
Otro comentario, que también carga con cierta dosis de ironía, que vimos repetido en varios tuits, es que somos “la revista Cabildo cool”. El adjetivo “cool” lo agradecemos. En cuanto a la revista Cabildo, creemos que no podríamos ser más diferentes: no somos nacionalistas, somos cosmopolitas; no somos católicos, somos laicos; no somos antisemitas, somos sionistas.
Es cierto que no hay que ser tan literal: lo que quieren decir los que nos dicen eso es que somos de derecha. ¿Ser de derecha es pensar que los científicos jamás deberían subordinarse a ningún poder político? ¿Ser de derecha es repudiar los valores antidemocráticos de las organizaciones armadas de los 70? ¿Ser de derecha es creer que el Estado no debería inmiscuirse en nuestra intimidad?
En cualquier caso no hay que caer en la trampa de esa discusión cuando el propio secretario de Derechos Humanos del gobierno relativiza las violaciones a los derechos humanos que vemos todos a la luz del día. Manto de piedad.
Críticas de este lado
Nos sorprendieron gratamente algunas críticas que recibieron algunas notas por parte de personas que se encuentran de nuestro lado de la grieta.
Nuestro colaborador Quintín arremetió contra la nota sobre La Cámpora de Adrián Lucardi. Creemos que el texto de Lucardi es inteligente y preciso y de alguna manera contiene en sí mismo la discusión que plantea Quintín más explícitamente y que también menciona Osvaldo Bazán en la entrevista: ¿se le puede ganar al kirchnerismo usando armas más nobles que las que usan ellos? No tenemos una respuesta, pero creemos que es algo que hay que pensar. Mañana escribe Gabriel Palumbo sobre el mismo tema.
Decíamos que esta discusión nos sorprendió “gratamente” porque demuestra que aunque nos paramos claramente a un lado de la grieta, el terreno en el que nos movemos es fértil a ideas diversas y discusiones. Algunos kirchneristas, apenas vieron las firmas del primer domingo, ironizaron con que Seúl tenía “todas las voces”. No pretendemos contener todas las voces, pero sí a a ser rigurosos y respetuosos, y las que tenemos ya son más plurales que las de ellos. A seguir así.
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