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Domingo

El primer día del resto de nuestras vidas

Milei y Toto Caputo dicen que los anuncios del viernes son un antes y un después en la historia económica argentina. Ojalá tengan razón.

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El viernes a la tarde, después del mal dato de la inflación de marzo y de una nueva ronda vendedora del Banco Central, flotaba en los grupos de Whatsapp del mundo político y económico un aire extraño, una sensación de estancamiento del rumbo económico, de que esto no podía seguir, de que algo tenía que cambiar urgente. A las seis, quizás en reacción a este clima o quizás porque estaba todo fríamente calculado, algo urgente cambió. El ministro Toto Caputo anunció el fin de (buena parte del) cepo, el acuerdo con el FMI y el fin de la era de la emergencia macroeconómica. El mundo político y económico, inquieto desde hacía semanas, reaccionó primero con sorpresa (pocos esperaban tanta relajación del cepo) y después con la mezcla de entusiasmo y pánico que siempre da en Argentina dejar flotar al dólar.

En la narrativa del Gobierno también empezaba una nueva etapa, pero no sólo de su gestión, sino de la historia económica del país. “Hay momentos en los que la historia cambia”, dijo Caputo en su larguísima conferencia de prensa. “Y creo que éste es uno de esos momentos”. Más tarde, en su cadena nacional, Milei dijo “hoy rompemos la rueda de la ilusión al desencanto”, en alusión al título de quizás el libro más famoso de historia económica argentina, El ciclo de la ilusión y el desencanto (1998), de Pablo Gerchunoff y Lucas Llach. Para ambos, los problemas eternos de nuestra economía quedaban atrás y estábamos encarando (en rigor, desde mañana, cuando debute el nuevo esquema) varios años consecutivos de crecimiento y prosperidad.

¿Tienen razón Caputo y Milei o, dentro del fair play del discurso político, exageraban para entusiasmar a la tribuna? A mí me gusta que planteen la cuestión en estos términos, por más que a veces exageren (“120 años” son demasiados para datar la decadencia argentina), porque hay algo muy novedoso en el régimen que empieza mañana. Será la primera vez en su historia que la Argentina va a tener al mismo tiempo equilibrio fiscal, tipo de cambio (casi) flotante y un Banco Central saneado (y sin estar en default). Es decir, lo que la mayoría de los países hacen desde hace décadas y que les ha permitido tener estabilidad y baja inflación, desde Uruguay y Polonia a Brasil y Nueva Zelanda, Argentina lo está intentando seriamente por primera vez.

Será la primera vez en su historia que la Argentina va a tener al mismo tiempo equilibrio fiscal, tipo de cambio (casi) flotante y un Banco Central saneado.

Para los que venimos pidiendo esto hace décadas (probemos alguna vez en serio con ser un país normal), este dato tiene que ser insoslayable a la hora de emitir un juicio sobre la importancia de lo que está pasando. El único gobierno de este siglo que tuvo el mismo diagnóstico y avanzó en la misma dirección fue el de Mauricio Macri, que logró dos de estas condiciones pero nunca alcanzó el equilibrio fiscal, su talón de Aquiles. Nuestro último siglo macroeconómico está plagado de cepos, déficits y bancos centrales exprimidos hasta la última gota por políticos y militares. Nos desangramos literalmente y metafóricamente en discusiones sobre modelos de país mientras ignorábamos preceptos básicos de la macroeconomía que dejaron de ser controvertidos políticamente hace décadas en casi todo el mundo.

En ese sentido, entonces, tienen razón Milei y Caputo cuando dicen que la situación es “histórica”, aunque yo le agregaría que sólo será histórica de verdad si el cepo que se terminó el viernes es realmente el último cepo. Para saber eso falta tiempo, quizás décadas, y falta sobre todo que el plan actual tenga éxito económico pero también político. El gobierno define “éxito político” como arrasar en elección tras elección, algo que empezará a intentar este año. Para mí, “éxito político” en el sentido más importante del término, es que una mayoría de la sociedad y la clase política compren el modelo y quede fuera de la discusión para siempre la posibilidad de tener déficit primario y financiar el Tesoro con emisión. Uruguay tiene un riesgo país de 200 puntos no porque a la derecha le parezca importante el equilibrio fiscal (eso se consigue fácil), sino porque también a la izquierda le parece importante.

Tres cosas

Vine a esta URL, de todas maneras, a decir tres cosas. La primera la dije recién: nunca tuvimos lo que empieza mañana. Cuidémoslo. El ruido de la cobertura y los análisis se va a centrar en el corto plazo, en si sube el dólar uno o dos días, en si el gobierno metió un manotazo de ahogado porque no daba más o en cómo afecta esto a las elecciones que se acercan. Todo eso puede ser relevante o no, pero lo importante, lo estructural, es que finalmente estamos intentando hacer política económica con el librito correcto. Las otras dos cosas que vine a decir son éstas: 1) con el nuevo esquema monetario termina la fase de emergencia y empieza la “vida normal” de la gestión económica de Milei, lo que tendrá consecuencias políticas; y 2) en contra del clima mundial post-neoliberalismo y de la retórica anti-globalismo del gobierno, el plan económico usa todas las herramientas exitosas y ortodoxas de los últimos 40 años: austeridad fiscal, disciplina monetaria, mercados desregulados, apertura (todavía gradual) comercial.

“Hoy podemos dar por concluido el proceso de saneamiento macroeconómico argentino”, dijo Milei el viernes. Me parece una frase importante porque refleja que el propio gobierno se sentía atrapado hace tiempo por un clima de transitoriedad, de sala de espera, como si su gobierno verdadero no hubiera empezado todavía. Milei y Caputo, me dio la impresión, sienten que su modelo económico real arranca recién ahora, terminada la emergencia y la corrección de los desbarajustes heredados. Macri, por hacer una comparación, nunca sintió que su política económica había arrancado verdaderamente, porque no pudo completar el proceso de, en palabras de Milei, “saneamiento macroeconómico”. En ese sentido, su mandato fue una larga e infructuosa espera a que se terminara la emergencia y empezara lo real.

Milei y Caputo sienten que su modelo económico real arranca recién ahora, terminada la emergencia y la corrección de los desbarajustes heredados.

Ahora que tiene la cancha que quiere, por lo tanto, Milei quizás deba enfrentarse a reclamos de mayor actividad reformista, tanto de los actores económicos como de la propia sociedad, que empezará a responsabilizar al gobierno por los problemas que pueda haber. Esto les pasa a todos los gobiernos en su segundo año (ninguna herencia dura para siempre), pero ahora es el propio Milei el que festeja el fin de la emergencia. Otro posible efecto político de marcar con tanta claridad el fin de una etapa y el principio de otra es que obligará al oficialismo a definir con más precisión el país que quiere construir. El mileísmo viene siendo mucho más exitoso expresando qué quiere destruir y qué debía solucionar antes de construir algo nuevo. Terminada la excepción, en estos escombros de sistema político, ¿cuál es la visión de país del oficialismo? La hoja de ruta más detallada que tenemos (impuestos, subsidios, trabajo) está en el reporte del staff del FMI sobre el acuerdo con el gobierno.

Otra cosa que me parece importante recalcar es que el plan de Caputo y Santiago Bausili, respaldado y empujado por Milei, es de otra época. Ciertamente no de esta época agitada donde está de moda hablar del fin del neoliberalismo. A pesar del discurso anti-globalista del presidente y de su amistad con quieren dejar atrás el orden construido después del colapso de la Unión Soviética, tanto lo conceptual como las herramientas del plan económico tienen el aire noventoso del Consenso de Washington: austeridad, flotación, desregulación, apertura comercial, reformas estructurales, Banco Central fuerte. Full neoliberalism. La retórica de Caputo es ambiciosa (¡nos esperan décadas de prosperidad!), pero su hoja de ruta es sencilla y poco original: la misma ortodoxia macroeconómica que en los últimos 30 años, en el auge del neoliberalismo, estabilizó las economías de todos nuestros vecinos menos Venezuela. En un mundo tan cansado de la normalidad que se tienta con la anormalidad, Argentina, cansada de la anormalidad, quiere ser normal. Como tuiteó Federico Sturzenegger ayer: Make Argentina normal again. Yo diría: Make Argentina normal for the first time. Nuestra utopía posible, nuestro paraíso, es ser normales.

Tanto lo conceptual como las herramientas del plan económico tienen el aire noventoso del Consenso de Washington: austeridad, flotación, desregulación, apertura comercial, reformas estructurales, Banco Central fuerte.

Esto me lleva a otro tema, del que ya escribí hace un año. Me parece razonable que se califique como populistas algunos rasgos del gobierno de Milei, sobre todo su manera de lidiar con los controles republicanos y la intolerancia a la crítica. El mismo viernes de la liberación del cepo, por ejemplo, se conoció que la Dirección de Migraciones le había dado 15 días para abandonar el país al consultor español Antonio Gutiérrez-Rubí, que está trabajando para el PRO, por supuestas irregularidades en su visa de residencia. El asunto todavía no fue aclarado. Pero donde sin dudas no es populista, sino ortodoxamente liberal, es en el plan económico. El corazón de un programa populista es colonizar y partidizar un Estado que a su vez concentra cada vez más poder sobre la sociedad. Todo lo que anunciaron Caputo y Bausili el viernes, en cambio, le quita al Estado capacidad para concentrar poder y les quita discrecionalidad a los funcionarios. Resignar poder nunca puede ser populista.

Lilita Carrió, que viene pegándole duro al Gobierno sobre otros temas pero apoyándolo en el proceso de estabilización económica, tuiteó ayer que el nuevo esquema monetario es “la última oportunidad de la Argentina”. Uno intenta no ser tan tremendista, pero Lilita quizás tenga algo de razón en que si vuelve a fracasar un intento de estabilización económica basado en reglas, precios y mercados será difícil, después de una nueva crisis con posterior desmadre populista, encontrar la energía y la credibilidad para intentarlo otra vez. Veremos. Para Milei y Caputo, mañana es el primer día del resto de nuestras vidas, como aquella película con Catherine Deneuve. Ojalá tengan razón.

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Hernán Iglesias Illa

Editor general de Seúl. Autor de Golden Boys (2007) y American Sarmiento (2013), entre otros libros.

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