LEO ACHILLI
PASO 2023

Encontrar la tortuga

A Juntos por el Cambio le fue mal porque el electorado percibió que no tenía un líder claro y Milei desnudó esa debilidad. Ahora, con el liderazgo de Patricia Bullrich, esto puede cambiar.

Bueno, acá estamos. Lunes a la mañana después de un domingo insólito.

Antes de arrancar, un par de aclaraciones a modo de hoja de ruta o guía de lectura para estas líneas. En primer lugar, soy parte de Juntos por el Cambio y, para ser más específico, del PRO. Y quiero que ganemos en octubre porque creo que es lo mejor para nuestro país. Escribo sin pretensión de neutralidad (¿alguien la tiene?), y no quiero ser un “analista” que la mira desde la platea. Hecha la advertencia (quiero que ganemos y escribo desde ahí), aclaro que eso no significa que vaya a ser condescendiente con nosotros mismos. Creo que nos fue (digámoslo así) “dignamente mal”, pero mal. No logramos retener millones de votos de 2021, y obtuvimos un porcentaje menor a las PASO 2019. Quedamos arriba del kirchnerismo, pero tampoco eso debería ser visto como un gran logro. El peor gobierno desde 1983, que tiene poco y nada para mostrar, y cuyo candidato es su Ministro de Economía. Salimos segundos en una carrera en la que el primero llegó ayer, no tiene escudería y metió su auto manejado por él mismo, casi sin equipo. Y le ganamos a un Ford Falcon sin afinar, con las gomas lisas y con la mitad de las herramientas embargadas por falta de pago.

Así que, bueno, permítanme no quedarme en el regodeo del tipo “ganamos la Ciudad”, “le ganamos al kirchnerismo”, “ganamos varias gobernaciones”. Todo eso es cierto, pero lo relevante hoy es que casi dos tercios de la ciudadanía no quiere más kirchnerismo, pero la mitad de esa mayoría no nos eligió a nosotros como el canal para expresar eso. Y eso es un dato muy relevante con enormes consecuencias.

No la vimos venir. O, como para justificar el título, se nos escapó la tortuga.

Hay dos preguntas sobre las que tenemos que comenzar a ensayar respuestas. Y tenemos que hacerlo rápido, además. La primera. ¿por qué paso lo que pasó?

Una proporción mayor al 30% del electorado (sumemos los votos en blanco y los que no fueron a votar) no nos percibió (esta vez) como un canal de cambio. Entiendo en consecuencia que no nos vieron como algo lo suficientemente diferente del kirchnerismo como para ponernos el voto. Otro 30% sí lo hizo (no olvidemos eso), pero no alcanza. Dicho de otra manera, somos parte de la oposición al kirchnerismo pero hemos perdido, al menos por ahora, la exclusividad. Debe haber muchas razones por las que eso pasó, e irán decantando. Veo al menos dos. En primer lugar, hemos tenido –desde la derrota en 2019– un problema de liderazgo. Cuatro años en la oposición fortaleciendo una herramienta muy importante como JxC, pero con el liderazgo pendiente. Creo que parte del electorado percibió a JxC como un grupo de dirigentes más o menos buenos, con mayor o menos popularidad, pero sin liderazgo. Milei, con su personalidad y su presencia, desnudó esa debilidad.

Creo que parte del electorado percibió a JxC como un grupo de dirigentes sin liderazgo. Milei, con su personalidad y su presencia, desnudó esa debilidad.

Es muy probable que ayer se haya resuelto ese problema. Hay una ganadora en la elección interna, con vocación de asumir el liderazgo. Deberá liderar al conjunto de dirigentes cuya primera tarea será mostrarle al electorado que somos una alternativa viable para sacar a Argentina del lugar en el que está. No confundir: conjunto de dirigentes no implica rejunte. Creo que el resultado de las PASO muestra que juntar figuritas no suma literalmente nada.

Creo que ayer comenzó a configurarse un liderazgo: Patricia mostrando vocación de ganar la presidencia para liderar un cambio en el país, y Mauricio Macri en un rol indiscutido y necesario, sin competir con el liderazgo presidencial. Macri será, qué duda cabe, imprescindible en esta etapa. Y, finalmente, nuevos liderazgos en los partidos que integran la coalición, especialmente la UCR. Liderazgos, no rejunte.

Un segundo problema fue la campaña. La campaña de JxC (y del PRO) se desató partiendo de un supuesto falso: el que gana la interna, gana la elección. Ello llevó a una competencia despiadada y con pocas reglas, dado que el premio era altísimo y el costo en consecuencia, se suponía relativamente bajo.

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Bueno, no fue así. La interna, a mi criterio, formó parte del problema. La competencia no nos hizo crecer, como en el 2021. Nos puso distantes de la ciudadanía que, agobiada de problemas, nos vio un poco jugando un juego endogámico. Que nos sirva de aprendizaje. Las competencias deben tener sus reglas y sus límites, y los límites los pone la ciudadanía, que no quiere sentir que alguien está bailando en la cubierta de un barco lleno de problemas. Y apareció Milei, el cisne negro que nos dejó helados.

También ese problema puede resolverse. Con todos sus costos y sus miserias, operaciones y gritos, la interna terminó. Hay candidata a presidente y existe la oportunidad y, a la vez, la obligación de consolidar el liderazgo y estructurar un mensaje contenedor del electorado, que quiere un cambio en el país. Quienes perdieron la interna deben ser responsables en la derrota y quienes ganaron, generosos en la victoria. Y todos entender la que les toca. Punto.

Qué hacer y qué no hacer

Muy lindo todo, pero ahora viene el tema clave. ¿Cómo ganar? La realidad es que hoy arranca un juego nuevo, y en octubre no necesariamente hay que ganar. Sería lindo hacerlo, pero por lo menos hay que entrar al balotaje. Hay dos sillas, la música sonando y tres participantes girando. Hay que estar sentado en una de las sillas. ¿Cómo hacerlo?

Creo, sinceramente, que nos enfrentamos a una paradoja. JxC es la agrupación política con más chances de ganar el balotaje… si llega. Pero llegar va a ser una cuesta empinada.

Massa está jugado. Difícil para él ganar la elección (miremos nomás lo que está pasando hoy con la macroeconomía), por lo que su gran apuesta será entrar al balotaje (al final, chiques, su jefa tenía un poco de razón). Y tiene sus chances: le hablará a todo el que esté a la izquierda de sí mismo diciendo algo así como “sé que mucho no me quieren, pero soy lo que hay, así que vengan y voten si no quieren un balotaje hegemonizado por la derecha y ñañañaña”. Algo de eso vimos ayer.

Milei jugará su juego. Le fue bien, para qué cambiar.

Nosotros la tenemos difícil. Porque para los otros dos, el mejor negocio es que nos vaya mal, porque somos su verdadero dolor de cabeza. Somos el competidor real tanto de uno como de otro. Hemos quedado en el medio o, como decimos en ciencia política, “captamos al votante mediano”.

Pero no es tan simple. ¿Cuánta gente hay hoy en la posición del votante mediano? Quizás no mucha. Como dice Patricia, no somos hoy un país normal. En ese sentido, creo –humildemente– que hay cosas que hay que hacer y cosas que no hay que hacer. Comencemos por las que no.

No hay que ser Milei. Milei es Milei y Patricia es Patricia. Y nunca garpa “ser el otro”. Además, Patricia ejerce un liderazgo auténticamente de estos tiempos. Tiene que mostrarse atractiva y a la vez mejor. Entendimos el resultado, escuchamos, y además de valores y liderazgo, tenemos equipo y experiencia. Hay que decir eso sin decirlo: mostrándolo todos los días. Creo que algo de eso arrancó ayer.

No sirve el rejunte de dirigentes, sirve el liderazgo claro y los equipos detrás. Eso es nuestro y de nadie más, si sabemos mostrarlo. Pero Patricia no tiene que ser Milei. No lo es. Es y puede mostrarse mucho mejor.

No sirve el rejunte de dirigentes, sirve el liderazgo claro y los equipos detrás. Eso es nuestro y de nadie más, si sabemos mostrarlo. Pero Patricia no tiene que ser Milei.

Tampoco tenemos que suponer de manera simplificada que “Argentina giró a la derecha y hay que ser derecha”. Algo de eso hay (en ciencias políticas diríamos, de nuevo, que “se movió la posición del votante mediano”) pero hay mucho más. La variable espacial izquierda-derecha a veces existe sólo en nuestra imaginación. Milei canalizó a un conjunto de gente muy variada a la que une el enojo frente a la falta de respuestas. Tenemos que contener y entender, con el liderazgo de Patricia, con los dirigentes (Macri) acompañando, y con equipos; a parte de esa gente que ayer votó a Milei, pero también a quienes no fueron a votar, a quienes votaron en blanco y a quienes votaron a terceras opciones, que también querrían poder confiar en alguien. No es fácil, pero para serles sincero, me parece que no nos queda otra. Y no es imposible. Pasamos nuestro momento más difícil, llegó la hora de ordenarnos, interpretar lo que la sociedad demanda y ofrecer soluciones sostenibles en el largo plazo.

Por último, lo de ayer fueron las PASO. No se eligió presidente ni legisladores, sino candidatos. Hay cierta evidencia de que el electorado lo ve como un momento sincero y libre en el que puede darse el lujo de “castigar” un poquito. ¿Recibimos el mensaje? Si lo recibimos, debemos lograr convencer a la sociedad que somos la vía para el cambio, con ideas, con equipos, y con liderazgo. Y a la vez con humildad y –sobre todo– sin saltos al vacío que nos pueden salir muy caros como sociedad. Tenemos que convencer al electorado de que esos saltos no son necesarios. Que no hace falta “romper todo y mandar todo a la mierda”. Hay que romper algunas cosas, sí. Pero sabiendo a dónde vamos. Claridad, firmeza y liderazgo. Cambio real, sin suicidios y sin saltos al vacío.

Está terminando un ciclo de 20 años en Argentina. El ciclo populista. El sistema electoral vigente nos obliga a entender muy bien qué debemos hacer para entrar a octubre y a partir de ahí liderar el cambio que Argentina necesita, y que JxC está en condiciones de liderar. Eso es lo que pienso y por eso estoy acá.

 

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Julián Gadano

Sociólogo. Profesor de la UBA y la Universidad de San Andrés. Ex subsecretario de Energía Nuclear.

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