LEO ACHILLI
PASO 2023

El GPS ya está seteado

Con el kirchnerismo cada vez más debilitado, Juntos por el Cambio tiene que exceder su función de escudo contra él y decir quién es, qué quiere y hacia dónde va. Anoche ganó la interna esa idea.

Cuando el kirchnerismo iba descarnadamente por todo –estatizando y expropiando empresas, persiguiendo periodistas y jueces y devorando todos los stocks existentes– Mauricio Macri, junto a Ernesto Sanz y Elisa Carrió, construyeron Cambiemos, una fuerza que logró representar las demandas de muchísimos argentinos y de a poco nivelar la tremenda asimetría de poder de la que gozaba Cristina Kirchner. Cambiemos representaba vientos frescos en la política argentina, renovación dirigencial, una comunicación disruptiva y una forma más moderna de abordar lo público. El ciudadano y no el Estado era el protagonista en la visión cambiemita. Con inevitables errores y aciertos, la presidencia de Mauricio Macri fue un período de sensatez en medio de 16 años de esta demencia política a la que nos arrastró el kirchnerismo.

Pero ¿qué era Cambiemos o Juntos por el Cambio? Era un poderoso escudo, una defensa contra el populismo vernáculo, contra los deseos desatados de la omnipotente Cristina y las juventudes bulliciosas de La Cámpora. La fuerza de JxC siempre se acrecentó cuanto mayor era el volumen de la amenaza rival. Como una enredadera, el desarrollo de la coalición dependía de una resistencia para crecer fuerte.

Ganó la corriente que propuso una impronta definida y una serie de principios estáticos, frente a la que proponía un vacío ideológico que permitiera un ‘catch all’ dirigencial.

Pero ante la percepción, real o errada, de que el kirchnerismo se fue debilitando, su decadencia hizo repensar la razón de ser del escudo. Tarde o temprano JxC debía llenar de sentido el quiénes somos, qué queremos y hacia dónde vamos. Creo que las PASO que acaban de concluir fueron una manera, acaso extemporánea, de dirimir esta cuestión. Ganó la corriente que propuso una identidad basada en las necesidades e intereses de los ciudadanos, una impronta definida y una serie de principios estáticos, frente a la que proponía un vacío ideológico que permitiera un catch all dirigencial. La coalición ahora tiene un liderazgo más nítido y una narrativa más definida. Al mismo tiempo, la elección de JxC no fue buena y perdió muchos votos en manos de Javier Milei, quien tironea con fuerza algunas banderas comunes pero con una lógica mucho más antisistémica, desfachatada y caótica.

Así las cosas, JxC enfrenta un doble desafío. Ya seteado el GPS, ya puesta la proa hacia el rumbo deseado –qué es más hacia estribor de lo que varios dirigentes de la coalición hubieran deseado– el desafío es mantener la tropa unida hacia dicho objetivo. Ya se definió el Cambio, sólo resta refrendar el Juntos.

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El segundo y más grande desafío es mostrar que el barco de la coalición es el mejor o el único capaz de llevar a los argentinos hacia el puerto deseado: una democracia sin hiperestatismo, una república donde impere la ley y no haya miedo de asegurar el orden público, un gobierno austero que provea servicios públicos y luego se quite del medio, sabiendo que el bolsillo de los ciudadanos es más importante que las arcas públicas.

De este lado hay una robusta estructura política que permitiría la gobernabilidad y la ejecución de las reformas necesarias. Pero todo esto es un mero medio. El fin es cambiar en serio las reglas de juego corporativas y extractivas que el kirchnerato llevó al paroxismo. Mostremos, entonces, el valor y la fortaleza de nuestro vehículo señalando a las claras y sin especulaciones hacia dónde lo queremos llevar. Mostremos el camino sin miedo a perder votos. Si ganamos tiene que ser con la nuestra. Y si no lo hacemos, es mejor perder con las banderas en alto que andar disfrazándonos de algo que no somos para contentar a dirigentes o votantes que quieren algo distinto a lo que ofrecemos.

Tenemos una oportunidad histórica, ya no sólo de ser un escudo que se yergue contra el kirchnerismo, sino de consolidar una fuerte corriente republicana, democrática y capitalista sin complejos, con presencia territorial en todo el país, solvencia técnica en distintas áreas de gobierno y experiencia en el espinoso manejo de la cosa pública.

Seremos el verdadero cambio o no seremos nada.

 

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Alejandro Bongiovanni

Diputado nacional.

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