ELOÍSA BALLIVIAN

Más vale bueno por conocer

A veces no hay que darles bola a los refranes.

Muy lúcido análisis sobre lo que es Milei vs. su contraparte Massa. Tengo en claro lo que representan ambos, no me extenderé al respecto.

En el debate me llamó la atención que Milei no hablara ni de CFK ni de la corrupción K. ¿Tiene algún pacto de silencio al respecto?

La eliminación del Banco Central es un disparate. Prácticamente todos los países cuentan con un Banco Central y no tienen inflación elevada. El problema está en otra parte, pero Milei no la ve. La dolarización es otro disparate (trato de ser amable) que nos traerá enormes problemas. En caso de dudas, sugiero visitar Ecuador o Panamá. En materia de seguridad, no veo propuestas serias, a no ser que andar armado por la calle lo sea. Con respecto al arancelamiento de las universidades públicas, sólo puedo disentir plenamente. No creo necesario argumentar al respecto. En materia de comercio internacional, Milei ha dicho tonterías impropias de un economista profesional, tales como no comerciar con China o Brasil por razones ideológicas, pero sí hacerlo por medio de triangulaciones con otros países. Una locura total.

Paro aquí, no quiero ser pesado y tampoco cuento con tanto tiempo como para seguir escribiendo sobre este candidato. De Massa prefiero no hablar, lo conocemos demasiado.

Gracias por haber leído este mensaje. Quedo a vuestra disposición.

Saludos,

–Dr. Roberto Luis Quintela

En mi Facebook ayer escribí:

El domingo 19/11 y la navaja de Ockham

Entre dos teorías en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta, o la más probable que sea exitosa. Se aplica el principio de la simplicidad y el sentido común que nos deben llevar a buscar la explicación correcta a una problemática que enfrentamos. El archiconocido y reiterado refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer”, que como latiguillo ha batido los oídos y el cerebro de más de un argentino en este último mes, obviamente referido a la extraña y novedosa opción electoral que enfrentamos, es un buen ejemplo de cómo aplica aquí el principio de “economía” o de “parsimonia” propuesto por el monje franciscano Guillermo de Ockham (c. 1285-1347) como “la navaja de Ockham”.

Y el sentido común y la simplicidad me indican, como una visión en espejo, que aquí el refrán debe aplicarse como: “más vale bueno (por poco bueno que sea) por conocer que malo conocido (más malo que pegarle a la madre)”. O sea, más vale el cambio, el que sea, que continuar con la actual situación. Lo conocido ha superado los límites del hartazgo, revirtiendo por su propio peso los términos de la ecuación. Esto es lo que pienso, y en base a ello lo que he decidido hacer el domingo.

Como usted, señor Alejandro Bongiovanni, voto a Milei a pesar de Milei. Y no tengo dudas ni resquemores, aunque sí lamento, por su estrecha visión, la postura de mis correligionarios radicales.

Cordiales saludos,

–Alberto Campos Carlés

Leo su artículo, que me manda un gran amigo que tengo en Buenos Aires. Me deja un poco perplejo todo el artículo, pero a 10.000 kilómetros de distancia lo tomo más como información que como votante.

Tan sólo una cosa puedo decirles: su elogiada Cayetana Álvarez de Toledo, lo que dice sobre el PSOE, se lo dice a ustedes, porque aquí en España no lo dice. Odia al PSOE y evidentemente los tiene por izquierdistas comunistas.

Otro aspecto que quiero destacar es que estudien el concepto de golpe de Estado. En Catalunya nunca ha habido un golpe como tal. No hubo ejército, no hubo muertos, no hubo alzamiento armado, no se tomaron ni medios de comunicación, ni logísticos, ni nada de nada. Hubo una declaración de intenciones de una nación dentro de otra nación (lo dice la Constitución española) que quiso explicar al resto de España que estaban hartos de sus injusticias. Nos apalearon, juzgaron a gente inocente, a dos de ellos por subirse encima de un jeep de la policía para pedir tranquilidad (estuvieron tres años en prision). Si quieren información, acudan a las dos partes, saquen información de Madrid pero también de Barcelona.

Saludos,

–Jose Maria Tortosa

En tanto escritor judío (pueden googlearme, publico asiduamente en España) me gustaría se me permita contraponer a lo argumentado por Birmajer (en lo personal, amigo) los argumentos de quienes, básicamente, nos oponemos a que se nos incorpore de prepo a una visión maniquea e irresponsable de lo que son las relaciones entre las comunidades judía y musulmana, de las que argentina es un orgulloso ejemplo de coexistencia.

Las acciones del Gobierno de Israel ni siquiera gozan del consenso de la totalidad de los israelíes. Marcelo lamenta el silencio de los intelectuales judíos para luego desplegar el absurdo de que él mismo debería ser reemplazado por una unívoca visión de la complejísima realidad no sólo medio oriental sino judía sin más (hay comunidades judías desde en Filipinas a Montreal, pasando por Lima, por decir algo).

Escritores de la talla de Philiph Roth consideran que bien se puede invertir el apotegma que esgrime Marcelo: la seguridad de las comunudades judías no sólo estaría lejos de estar atada a la suerte del Estado de Israel, sino que este terminó por ser su principal fuente de desestabilización (no estoy de acuerdo, pero cito para mostrar una pequeña faceta del infinito caleidoscopio judeo-intelectual).

Quedo a vuestra disposición. Aclaro que he vivido en Israel y en los territorios. O sea que sé de lo que hablo.

Saludos,

–Juan Simeran

Excelente su artículo.

No soy política y realmente no me interesa. En la vida diaria siempre estaré con las personas habitadas de humanidad, con sentido común, sobrias, leales a sus convicciones y con vocación de servicio. Para cargos de gobierno, cualesquiera sean ellos, y que además sean republicanos y democráticos.

En este momento de la historia de nuestro país, muy serio por lo que significa para sus habitantes y su futuro por lo que he expresado, jamás podría votar por quien está en las antípodas: Sergio Massa, sin principios, mentiroso serial, deshonesto intelectual y mediocre.

Confío en los valores de políticos honestos como López Murphy y Patricia Bullrich, que además ha tenido la valentía de anteponer el futuro de Argentina a su proyecto personal, a pesar de la derrota. No es tiempo de cobardes.

Muchas gracias por su tiempo,

–Dra. Graciel Damilano

Sólo necesitaba enviarles esta reflexión:

En estos dos años no ha pasado un día en que no pensara en él. En Lucio. Dos años desde el día en que escuché con tan horrible detalle el caso del niño asesinado por su madre y la pareja de esta. Si todas las noticias de este tipo afectan y duelen, el crimen de Lucio me atravesó. Encontró un modo de alojarse en mi conciencia moral y afectiva, dispuso en mí otra forma de disonancia con el mundo. ¿Fue el cúmulo de horrores? ¿La sucesión de abusos antes del asesinato? ¿Fue imaginarme el dolor de esa criatura en una circunstancia sin salida, pensándolo así, tan pequeño como para siquiera entender lo que le estaba pasando? Aunque fue también la abyección de ese entorno social, la comunidad sorda al horror, sin nadie que hiciera sonar alarmas. Ni los vecinos, ni la escuela, ni el hospital, ni la salida de urgencias, ni la jueza de familia estuvieron atentos ante un escenario macabro que se abría como una llaga a la vista de todos. Cobardías cotidianas, desinterés, desidia, inoperancia, seguro una combinación de todas esas cosas.

En 1973 la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin escribió el cuento “Los que se marchan de Omelas”, uno de sus mejores cuentos. En él se narra, bajo la forma de una aparente alegoría, las circunstancias de una ciudad feliz y próspera, la Omelas del título, cuyos habitantes dichosos discurren entre festividades y amables labores, los días por fin logrados de una utopía perfecta. Lo saben, ese mundo arcádico sólo puede ser así porque en el sótano de una casa de Omelas hay un niño encadenado, solo, al que nadie le habla ni le ofrece la más mínima atención. Vive prisionero en una casi total oscuridad, sentado sobre sus excrementos y con la piel cubierta de pústulas. Sólo se le asiste con algo de pan y agua para que no muera, porque su sufrimiento único es la garantía para que el resto de la comunidad conserve su prístino bienestar. Todos saben del niño, pero no pueden modificar su condición. Es entonces cuando algunos deciden marcharse de Omelas, resignan una vida feliz y satisfecha, una familia y un porvenir de plenitud, porque no pueden soportar que ese niño esté allí expiándolo todo. Cada vez son más los que se van de Omelas.

Pienso en Lucio toda vez que leo ese cuento, porque entiendo que en una sociedad que se pretende custodiada por sus instituciones y amparada por la reglamentación de una democracia, las cosas también pueden salir muy mal. Un niño puede permanecer invisible y expuesto al más pérfido de los abusos y a un destino cruel. Su padre y sus abuelos tampoco podían llegar hasta él, y de algún modo ellos también se fueron de Omelas, como yo, como tantos otros, bajo la forma íntima de una lucha personal. Llevando en lo más profundo la memoria de Lucio Dupuy, acompañándonos con su sonrisa feliz, para siempre.

El 26 de noviembre se cumplen dos años.

–Daniel Alejandro Baldo

Hola, mi nombre es Gustavo. Soy laburante de montajes industriales y escritor amateur y tardío. Soy de los que vimos las tres Copas, a Nadia Comaneci y la separación de Sui Generis.

Me dió un poco de pena lo que escribió en el ¿texto, artículo? nombrado en el asunto. Creo que hacerse cargo de la propia vida es un signo de madurez y no una tarea que deba imponernos alguien, mucho menos una entelequia como sería un país. Veo el autoasumirse adolescente eterno como una manera de escaparle a las obligaciones humanas (hacerse cargo de uno mismo, nuestras falencias y fracasos, errores y malas decisiones), además de un manifiesto terror al paso del tiempo. Y, por esta filosofía, creo que lo que nos pasa no es responsabilidad de un gobierno, de cualquier signo, sino, precisamente, lo contrario: el gobierno, de cualquier signo, actúa a su antojo porque no asumimos nuestra responsabilidad en auditarlo. En la historia en cuestión, la resistencia a hacerse cargo de la paternidad muestra el grado de responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos que tiene el protagonista.

En definitiva, creo que ser los protagonistas de nuestras vidas es una actitud irrenunciable, aun en contra de nuestra voluntad. Sentirse un fracasado y huir hacia adelante también es una decisión que tomamos, aunque sea inconscientemente. En el tercer párrafo digo que sentí pena al leer el ¿texto, artículo? La pena la sentí por mí. Pasé muchos años siendo como el personaje de la novela/película.

Cordiales saludos,

–Gustavo Feraboli

 

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