LEO ACHILLI
PASO 2023

Algo más que voto bronca

Milei captó una idea que estaba rondando en la sociedad: que el Estado te quita más de lo que te da. El desafío de Patricia Bullrich será tomar esa idea sin la lógica salvaje de los libertarios.

Truffaut decía que “todos tenemos dos profesiones: la nuestra y la de crítico de cine”. Parafraseando a Truffaut, podríamos decir que en la Argentina todos tenemos dos profesiones: la nuestra y la de politólogo. Cada uno tiene sus teorías acerca de las razones del triunfo de Milei y no sólo los especialistas que recorren los estudios de televisión desde ayer a la noche. Las encuestas poselectorales nos podrían dar información más precisa, pero ya sabemos que no podemos confiar en los encuestadores. No porque sean mentirosos o tendenciosos (tal vez lo sean, tal vez no, pero ese no es el punto), sino porque es muy difícil construir muestreos confiables en las circunstancias actuales, tal cual lo explica muy bien Gustavo Noriega. Entonces todos nos refugiamos en explicaciones que nos parecen no sólo coherentes sino irrefutables, sin la honestidad suficiente para admitir que no habíamos pensado en esas mismas explicaciones hasta unas horas antes, cuando los resultados todavía no estaban a la vista. No digo que no sea justo y necesario intentar explicar lo inexplicable. La gran historia del pensamiento y los avances de la humanidad se basaron en gran parte en la curiosidad para entender lo que nos resulta sorprendente y de las especulaciones que le siguen a esa curiosidad. Pero la verdad es que prefiero guardarme las explicaciones para mí y no sumar a la confusión general.

Lo que sí me interesa señalar es un aspecto del discurso de Milei en todos estos últimos meses que muy posiblemente no haya sido el factor principal para su triunfo sorpresivo en las PASO pero que me resulta más interesante y nutritivo que la idea del “descontento con la clase política” o “voto bronca”. Es evidente, y no lo digo por los resultados de ayer, que el concepto de “la casta” fue un gran acierto de su parte, no sólo por la simpleza del enunciado, lo que lo volvió eficaz y muy gráfico, sino porque responde a una verdad que todos los ciudadanos comunes vemos día a día, aun cuando no siempre estemos dispuestos a aceptarla.

Milei captó un nuevo sentido común que estaba rondando en gran parte de la sociedad, que tiene que ver con la percepción del Estado como un ente que te quita más que lo que te da.

La cuarentena larguísima a la que nos sometió el Gobierno nacional durante la pandemia no hizo otra cosa que desnudar la evidencia de que la clase política, y toda una estructura que la rodea y depende de ella, tiene privilegios que la mayor parte de la sociedad mira de afuera. A esa estructura debemos incluir una parte grande de las corporaciones sindicales y empresariales y a un sector de los empleados públicos. La idea de “la casta” prendió en la sociedad porque era verdad.

La idea del voto como rechazo a la clase política se desprende de la casta, pero no nos tiene que hacer olvidar que también tiene una implicancia económica. Y acá llego a lo que realmente me interesa, aunque desconozco si tuvo incidencia en el voto. Milei captó un nuevo sentido común que estaba rondando en gran parte de la sociedad, que tiene que ver con la percepción del Estado como un ente que te quita más que lo que te da, una estructura que es ineficiente y demasiado cara. Milei le dio un discurso fuerte y enfático a ese nuevo sentido común. Obviamente, los que estamos convencidos de que no todo puede medirse en términos puramente economicistas sentimos que sus ideas llevadas a la realidad del manejo del Estado pueden ser muy perjudiciales para el país, no tanto porque lo que quiera hacer sea impracticable sino porque tiene una lógica extrema para pensar la eficacia que no va en el camino de la idea del bien común.

Dicho esto, el hecho de que haya puesto en agenda la discusión acerca del funcionamiento del Estado no es algo para desechar. Juntos por el Cambio, tanto en el gobierno de Macri como cuando le tocó ser oposición, también pretendió plantear esa misma discusión, incluso de una manera más racional, realista e incluso más práctica, pero parece evidente que vivimos en la época del énfasis y los extremos. El desafío de Patricia Bullrich, en este sentido, será el de responder a este nuevo sentido común desde el discurso y, en caso de ser elegida presidenta, desde los hechos, sosteniendo un sentido humanista que no se parezca a la abstracción bienpensante del progresismo pero que se diferencie de la lógica salvaje de los libertarios.

 

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Juan Villegas

Director de cine y crítico. Forma parte del consejo de dirección de Revista de Cine. Publicó tres libros: Humor y melancolía, sobre Peter Bogdanovich (junto a Hernán Schell), Una estética del pudor, sobre Raúl Berón, y Diario de la grieta.

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