IGNACIO LEDESMA
Entrevistas

Alfredo Cornejo

El presidente de la UCR habla sobre el 'click' que hizo la sociedad en las PASO, la renovación del radicalismo y la posibilidad (o no) de un acuerdo político amplio.

Durante la pandemia, Alfredo Cornejo (Eugenio Bustos, 1962) fue uno de los primeros dirigentes opositores en cuestionar los efectos económicos de la larga cuarentena impuesta por el Gobierno nacional. Como miembro de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, a la que pertenece por ser presidente del Comité Nacional de la UCR desde 2017, contribuyó a endurecer los posicionamientos de la oposición frente al oficialismo. Aunque la etiqueta de halcones y palomas se usó más para hablar de dirigentes del PRO, no sería impreciso decir que Cornejo estuvo entre los primeros, con una actitud cada vez más crítica con el  kirchnerismo y el Gobierno Nacional. Ex gobernador de Mendoza y ahora candidato a senador (en las PASO le ganó al kirchnerismo por casi 20 puntos), se prepara ahora para un momento político que, si las elecciones de noviembre confirman los resultados de septiembre, estará marcado por la incertidumbre. Conversamos el miércoles por la tarde en el lobby en un hotel del centro porteño. A continuación, una versión de nuestra charla, editada para darle mayor claridad.

Estamos en una especie de limbo, entre el resultado de las PASO y su confirmación (o no) en las elecciones de noviembre. ¿Cómo evaluás el momento actual?

En lo estructural me parece que se hizo un click el 12 de septiembre. No esperemos que ese click modifique las cosas por sí solo, tenemos que hacer cosas desde JxC y esto es un mojón en un largo camino, hay que seguir andando. El 14 de noviembre es una prueba importante, pero tampoco esperemos cambios sustantivos, esto es un proceso bastante más rápido de lo que yo esperaba pero también bastante más lento de las expectativas que tengamos. Creo que hemos hecho bien los partidos de la coalición. Yo respondo por el mío, creo que el radicalismo se ha comportado muy bien y, humildemente, no me gusta hablar de mí, pero he aportado mucho a que la unidad de JxC esté por encima de las entidades partidarias, con lo que ello significa en la tradición de los partidos. Y creo que al radicalismo le ha ido bien con esta estrategia. Por ejemplo, en sostener las PASO. Si nosotros no hubiésemos hecho PASO en algunas provincias, habríamos ido divididos y le habríamos regalado un triunfo al gobierno aun en su bajón.

Eso se sostuvo con convicción y fortaleza, porque la derrota de 2019 había sido muy dura. Y con diferencias de mirada, porque no estamos 100% de acuerdo en todo, tenemos matices que son enriquecedores y los administramos bien: no tenemos las diferencias estructurales que hay en el Frente de Todos, donde no tienen coincidencias sobre, por ejemplo, el derecho de propiedad, que es un derecho fundante del Estado de derecho. En JxC hay matices sobre cuánto exactamente debe intervenir el Estado en la economía, pero el affectio societatis hoy está más firme que en 2015. No sólo eso: llegamos a esta elección mejor que en 2015, más sólidos, y estamos contribuyendo a que la sociedad llegue a 2023 con una comprensión del problema estructural muy superior a la que tenía en 2015. Nosotros cometimos errores (y eso yo a veces se lo planteaba a Mauricio), como generar expectativas por encima de las que podíamos satisfacer y no hablar del sangre, sudor y lágrimas que necesitaba la Argentina. En realidad Scioli, Massa y Mauricio, los tres trataban de transmitir esperanza, que es lo que te dicen los publicistas: “Ojo, la gente no quiere pálidas”. Bueno, pero tampoco nos vayamos al otro extremo.

Me parece que en eso a 2023 estamos llegando mucho mejor, por el lado de la oferta dirigente y de la fuerza política y por el lado de la demanda ciudadana. La experiencia de gobierno creo que nos ha enriquecido con los errores pero también con los aciertos, en general yo veo a JxC bastante bien. Ahora, hay un gran interrogante, que es que le quedan dos años a este gobierno y esos dos años no serán fáciles de transitar.

¿No se subestima un poco la fortaleza y el crecimiento de JxC en el sistema político? Si uno solamente leyera los diarios, parece que todas las semanas está a punto de romperse.

Sí. Te voy a dar una respuesta parcial pero creo que representativa de la coalición. En el radicalismo había mucha gente que tensionaba al interior del radicalismo. Durante los cuatro años de gestión decían “el PRO hace lo que le da la gana”. Esa tensión estaba latente o a veces expuesta. La prueba de fuego para JxC fue estar en la oposición con un gobierno que tenía, según algunos encuestadores, 70-80% de aprobación en la pandemia. Dentro de las fuerzas no estábamos todos de acuerdo cómo se encaraba, yo recuerdo que en mayo de 2020 sólo dos voces dijeron que Argentina no podía tener una cuarentena larga, porque no tenía ahorro ni interno ni externo, no tenía ahorro privado ni ahorro público, porque no tenía financiamiento, porque no tenía moneda. Y nos decían anticuarentena. Patricia [Bullrich] no decía esto de la economía, era más osado, pero decía cosas similares, todo cuando Alberto medía 80 puntos.

Así y todo, aunque la pandemia fue una prueba de fuego muy grande, siempre privilegiamos la unidad. Te digo un ejemplo desde el radicalismo. Este año el radicalismo tuvo competencia interna en ocho provincias, en las que se presentaron para competir 18 listas. Ninguna de esas 18 listas cuestionó la pertenencia a Juntos por el Cambio. Entonces esa subestimación, que existe, tiene un retardo, que refleja una situación de hace algunos años pero no la situación actual.

Por último, para explicar la unidad y la fortaleza de JxC hay un tema de oferta pero también un tema de demanda: hay una demanda ciudadana de unidad muy fuerte, que tolera las diferencias tácticas pero no las diferencia estructurales. El gobierno de Mauricio no fue un gobierno de coalición en todo el sentido de la palabra, creo que nosotros tenemos que hacer ese esfuerzo para el próximo gobierno, pero eso se hace también si hay un affecto societatis, que creo que se ha ido construyendo durante el gobierno de Mauricio y fundamentalmente ahora, a pesar de la pandemia.

Sobre el acuerdo que propuso Massa en estos días, JxC ya expresó su rechazo. Pero, ¿en qué sentido te parece que hace falta un acuerdo entre fuerzas políticas, más en el futuro, para sacar a Argentina del pantano?

Creo que se necesita un acuerdo sustantivo sobre las reformas. Las reformas después de décadas de populismo son dolorosas, porque no se perciben los resultados de forma inmediata. Si los resultados fueran inmediatos, sería fácil hacer esa patriada. Entonces requieren consensos amplios. Una reforma impositiva, por ejemplo, necesita de un buen acuerdo, no sólo con los empresarios y el sindicalismo sino con la política. No lo veo por el lado de la imposición, aunque tengas un voto más en el Congreso. En cualquier caso, el acuerdo sólo se puede dar con Cristina aislada del poder político, porque Cristina no cree en estos acuerdos. Aislada Cristina sí hay posibilidades para un acuerdo.

En ese caso, un actor relevante serían los gobernadores peronistas. Vos fuiste gobernador al mismo tiempo que otros 19 gobernadores peronistas. ¿Cómo los ves a ellos en su visión de país, de las reformas que hacen falta y su vocación para lograrlas?

En líneas generales los veo un poco cobardes. En estos dos años se crearon seis impuestos nuevos, ninguno de ellos coparticipable, y ni siquiera han luchado por su caja. Estoy generalizando, por supuesto, hay algunos más interesantes con los que deberíamos hablar y creo que ahí hay un camino para explorar. Pero hay que hacerlo desde el liderazgo, no desde las concesiones como arrancamos en 2016. Obviamente aquello [la devolución del 15% de la recaudación de ANSES] fue producto de un fallo de la Corte, pero el camino debe ser desde el liderazgo y la convicción.

También soy optimista de que si vos sos gobernador y tenés alguna perspectiva de futuro para tu provincia necesitás otra macroeconomía, y deberían apuntarse a estos cambios. Hay una oportunidad de liderarlos. Por otra parte, creo que si este click del 12 de septiembre se consolida, es muy probable que en 2023 tengamos más gobernaciones de JxC que las escasas cinco que tuvimos en 2015-2019.

Mencionaste un par de veces las PASO como un click. ¿En qué sentido estamos en un fin de época en lo económico o en lo político?

Algunas cosas son de coyuntura y otras que se empiezan a ver como parte de un proceso. No hay un corte abrupto (no se puede decir “aquí termina una Argentina y acá empieza otra”), eso depende de la voluntad y la organización política y social que nos demos. Por ejemplo, una de las cosas es la invencibilidad del peronismo. Mauricio ganó en 2015 por sólo 1,5 puntos y sin un mandato de cambio, sobre todo en lo económico, que es el tema neurálgico. Hoy en cambio, yo percibo que una batalla cultural que habíamos perdido, en materia de seguridad, son 15 o 20 años donde en las escuelas de Derecho se enseñó a Zaffaroni y todas esas generaciones son las que administran la justicia. El cambio cultural que hicieron fue que la exclusión social genera delito y, como son excluidos socialmente, el sistema penal tiene que ser más benévolo con ellos que con el resto de los ciudadanos. Una cosa insólita, no aplicable a ningún país del mundo. Distintas son las garantías del debido proceso, distintos son los fundamentos de un Estado de derecho, pero esto es loco. Sin embargo, hoy se ha hecho un click. Todavía no en la academia, pero ya se empieza a vislumbrar en la academia de Derecho y en la judicatura, empieza a hacerse ese click y ahí veo cosas interesantes.

Francamente, en los dos temas donde se requiere acuerdos para salir más rápido adelante es en la economía y en la seguridad. Son los dos temas que están al tope de las encuestas hace veintipico de años, no hay cómo perderse: acá “es la economía, estúpido” y “es la seguridad, estúpido”. Esos dos temas requieren acuerdos. Vos no podés tener dos visiones tan diametralmente opuestas de cómo debatir la inseguridad.

Si en noviembre se confirman los resultado de las PASO, ¿cómo imaginás los próximos dos años de una manera optimista y de una manera pesimista?

Me cuesta tener una respuesta concreta porque el nivel de incertidumbre también lo tenemos nosotros. Esa respuesta no te la puede dar el Gobierno ni tampoco ninguno de los líderes de la oposición. Pero en general me atrevo a decir que depende mucho de la conducta de Alberto Fernández. En el caso de una derrota, Alberto Fernández va a tener una gran oportunidad de transformarse en un estadista y ser resiliente a esta pérdida de autoridad. Alfonsín arrancó con un programa económico en el ’83, fracasó, cambió y tuvo un año y medio en donde tuvo éxito y ganó elecciones. Menem arrancó con un plan económico, lo cambió, se comió dos hiperinflaciones (todos se acuerdan de la hiperinflación de Alfonsín pero se olvidan de las dos de Menem), lo trajo a Cavallo y sobrevivió ocho años más. No sé si Alberto está en condiciones de hacer esas cosas que hicieron Alfonsín o Menem, depende mucho de su conducta. Pero si aprovecha esa oportunidad, se transforma en el estadista que hace las reformas necesarias, va a un acuerdo con el mundo y pone su liderazgo institucional de presidente elegido por el pueblo en esos cambios, la Argentina puede tener dos años de esfuerzo, pero donde al menos se vea un camino.

Ahora, si Alberto renuncia o no renuncia pero sigue en esto, donde al final terminan influyendo Cristina y el kirchnerismo en la orientación del Gobierno, es muy probable que el intento de ellos sea hacer lo mismo de Kicillof y Cristina en 2013-2015: atar todo con alambre y llegar a 2023 sin que les explote la bomba a ellos y traspasarla a los próximos. Esta opción, según los economistas con los que trabajamos y hablamos, es probable que les explote la bomba antes y no lleguen, con lo cual lo que veo para Alberto Fernandez es que o se transforma en estadista o le va a explotar la economía, con las consecuencias sociales agravadas.

Cuando se dice que la UCR está en ascenso, más firme, más plantada, en un proceso de renacimiento, ¿qué sentís?

Nosotros venimos de un proceso de tensión [por la pertenencia a Cambiemos] en el interior del radicalismo que se transmitía para afuera. La UCR fue un partido formal, que mantiene sus tradiciones de institucionalidad interna y demás, que lo hacen un transatlántico a la hora de conducirlo. La salida de 2001 fue un golpe muy duro para el radicalismo: el “que se vayan todos” afectó al radicalismo y a unos pocos dirigentes del peronismo, pero el peronismo se recicló. Nosotros todavía estamos viviendo coletazos de esa salida. En 2015, la decisión de Gualeguaychú de hacer una alianza con Mauricio, en las formas que él quería (sin sumar a Massa), también fue un coletazo, después los dirigentes se acomodaron más o menos, pero yo veo que hoy en día estamos, como te dije al principio, más compenetrados en que éste es el lugar donde tenemos que estar. En este lugar podemos hacer valer nuestras ideas y en este marco tenemos posibilidades de crecer como partido. Además, estamos reconstruyendo una cierta mística partidaria y lentamente empieza a verse un trasvase generacional de dirigentes a los sub 40 o sub 45 que están tomando protagonismo en las provincias. Eso ayuda y contribuye a engrandecer a JxC.

Después, la competencia en la provincia de Buenos Aires fue un buen símbolo, nos sirvió a todos. Vos no podés ser un partido nacional si no tenés fuerza en los dos distritos que irradian, que son CABA y la provincia de Buenos Aires, así que eso también nos revitalizó. Ahora insisto, todo dentro de JxC, nada fuera de JxC.

Hace 30 años Manuel Mora y Araujo decía que la UCR era un partido de centroizquierda con un electorado de centroderecha. ¿Es justo decir que la UCR de ahora está más cerca de sus votantes?

Hay un debate inconcluso ahí. Yo no aspiro a hacer lo que hace el peronismo, que se acomoda a lo que piensa la sociedad: si la sociedad pide estatismo, es estatista; si pide privatizar, es privatista. Yo no aspiro a eso, pero sí aspiro a reflejarnos en la historia del radicalismo, que es muy rica en ideas que de alguna forma armonizan con el pensamiento de la sociedad, como cuando llegaron los inmigrantes y el radicalismo se dio cuenta de que requerían mayor protección social y que tenía que representarlos. Y los representó. 

Lo decía más por la evolución de los últimos años. Veo una UCR, y también un JxC, con una visión más homogénea en lo económico. Por ahí diferencias en la estrategia política pero bastante unidad en el rumbo económico.

Creo haber contribuido un poco en eso, pero también hay un estado de opinión en el kirchnerismo con lo del “Estado presente” y demás, eso es una estupidez. Te doy un ejemplo de Mendoza, de cómo se tira abajo el relato en los hechos, porque con esta gente no hay que guiarse por lo que dicen, hay que guiarse por lo que hacen. En Mendoza cuando llegué a la gobernación teníamos 3900 personas privadas de la libertad. De esas, el 69% estaban en proceso y sólo el 31% estaban condenados, a pesar de ocho años de gobierno de los abanderados del garantismo en Mendoza. En la cárcel un tipo en proceso tiene conductas distintas a las personas condenadas: las que están condenadas quieren estudiar, quieren trabajar, quieren hacer algo que les achique la condena, se comportan mejor. Llegué, modifiqué el código procesal penal, modificamos la ley orgánica del Poder Judicial, cambiamos todos los códigos de procedimiento, hicimos un registro de personas liberadas, a quién liberan, por qué liberan, y lo gestionamos, que es la clave de esto, porque mucho decreto y leyes pero si después no gestionás, no pasa nada. Hoy en Mendoza una persona que comete un delito con armas espera la elevación a juicio en prisión. Hoy no hay causa que dure más de un año, ni las de homicidio. Hoy hay 6000 y pico de personas privadas de la libertad en Mendoza, más de las que yo recibí. Es un dato que no me enorgullece en sí mismo, pero si al mismo tiempo bajaron los robos agravados y los homicidios (de 11 a 4 cada 100.000 habitantes) es porque no estamos tan lejos del número real de los que tenían que estar privados de la libertad. Además, hoy el 70% de los presos en Mendoza están condenados y los otros están en proceso.

Entonces yo prefiero este progresismo. Si eso es socialdemócrata, bienvenido, pero creo más en la sensatez y no en las definiciones centroderecha o centroizquierda. Nosotros sí tenemos valores generales que después hay que llevarlos a la práctica: sin educación no hay ninguna chance de igualdad de oportunidades, para que después cada uno progrese por mérito propio. Igualdad de oportunidades, libertad individual, sistema republicano de división de poderes: esos grandes principios del radicalismo están firmes. Después, cuando queremos correr a La Cámpora por izquierda es cuando empezamos a enredarnos: no hay que darle bola a ese relato que nos condiciona a nosotros, estos son unos mentirosos y no hay que tomarlos en cuenta.

 

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Hernán Iglesias Illa

Editor general de Seúl. Autor de Golden Boys (2007) y American Sarmiento (2013), entre otros libros.

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