La semana pasada empezó con un largo discurso, para la política, de la vicepresidenta. Más allá de los muchos errores y las falsedades en su relato, es impresionante ver cómo, una vez más, nos hablan desde el gobierno como si no tuvieran nada que ver con lo que pasa en el país. Después de dos años y medio, sería hora de que todos los que forman parte de la coalición de gobierno asuman alguna responsabilidad. Pero la realidad es que a esta altura ya nos acostumbramos a las contradicciones. No se trata solo de las peleas entre distintas facciones del gobierno, sino del doble discurso permanente del kirchnerismo.
Éste era el gobierno que venía a devolver el asado de los domingos, pero hoy con un salario mínimo compramos 20 kilos menos de asado que en 2019. Este era el gobierno que venía a dejar la grieta atrás, pero ante cualquier problema sale con el “Ah, pero Macri”. El gobierno que defendía los derechos humanos pero que va a la Cumbre de las Américas a hablar en nombre de Venezuela, Cuba y Nicaragua. El gobierno que dice permanentemente lo malo que es el endeudamiento pero que actualmente se endeuda a razón de 23.000 millones de dólares por año. El gobierno que levanta la bandera de la soberanía energética y festeja los 100 años de YPF tiene más de veinte provincias con desabastecimiento de gasoil.
Todas estas razones y muchas más son las que contestan por qué hay una crisis de credibilidad en la política. La falta de confianza se debe, en gran parte, a que se ve una distancia enorme entre lo que se declama y lo que se ejerce. Esta falta de confianza es la que golpea a nuestro país. Porque cada vez que el relato y las mentiras minan la credibilidad en la palabra de quienes hacemos política, también afecta la capacidad de hacer las transformaciones profundas que nuestra Argentina necesita.
La buena noticia es que no somos todos lo mismo. Porque lo que somos se define por lo que decimos pero, sobre todo, por lo que hacemos.
La buena noticia es que no somos todos lo mismo. Y eso no es relato. Se ve en cosas concretas. Porque lo que somos se define por lo que decimos pero, sobre todo, por lo que hacemos. Cuando Mauricio en 2015 nos decía que íbamos a poner a la Argentina de vuelta en el mundo, que íbamos a recuperar relaciones maduras con los países con los que antes sólo se confrontaba, por puras diferencias ideológicas, no era relato. En 2018 tuvimos acá, en Buenos Aires, a los principales líderes del mundo reunidos en la Cumbre del G20, aplaudiendo y reconociéndonos a todos los argentinos por el enorme esfuerzo que habíamos hecho como país para salir adelante.
Cuando Horacio dice que la educación es una prioridad, no es relato: en 2021, la Ciudad se puso firme cuando el gobierno nacional quiso volver a cerrar las escuelas y llegó hasta la Justicia, defendiendo la autonomía de la Ciudad para tomar sus propias decisiones pero, sobre todo, defendiendo a los chicos y chicas que ya habían estado un año sin clases presenciales.
Cuando digo que hay que dar las peleas contra las mafias, no es relato: es lo que hice cuando fui gobernadora de la Provincia de Buenos Aires. En cuatro años derribamos 150 búnkeres de droga, sacamos a los narcos de los barrios y en su lugar pusimos una oficina del Estado. Además impulsamos una reforma integral de nuestra Policía, equipándola, duplicando el tiempo de formación, protegiendo a los buenos policías, que son la mayoría, y separando a los que no lo eran. En 4 años logramos bajar 36% los homicidios dolosos y 50% los secuestros extorsivos. Esto no es discurso: son hechos.
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Cuando digo que hay que terminar con los privilegios de la política, no es relato: es lo que hice en la Provincia. Impulsar la transparencia y terminar con los privilegios fue hacer obligatoria, por ley, las declaraciones juradas de todos los funcionarios públicos. Fue ponerle un tope al gasto de la Legislatura, llevando el gasto de un 1,5% del presupuesto provincial a un 0,9% en 2019. Fue eliminar las jubilaciones de privilegio de gobernador, vicegobernador y legisladores. Tengo el orgullo de poder decir que soy la primera ex gobernadora de la Provincia que no va a cobrar una jubilación de privilegio. Porque si hoy hay que hacer un esfuerzo por esta coyuntura difícil que atravesamos, no tiene que empezar por la gente, debe empezar por la política. Por eso presenté un proyecto para ponerle un tope al gasto del Congreso Nacional. Pero no termina ahí. Hace unos meses presenté un proyecto de ley para eliminar las jubilaciones de privilegio de presidente y vicepresidente y otro para que las dietas de los legisladores se ajusten por la fórmula previsional: la misma con la que se calculan los aumentos de los jubilados.
No somos lo mismo. Nosotros podemos mostrar coherencia. Podemos mirar a los ojos a la gente. Porque somos transparentes: lo que decimos que vamos a hacer es lo que hacemos. Y detrás de eso que decimos y hacemos siempre están los valores que nos identifican como espacio político. Los valores sobre los que queremos construir una Argentina distinta. La Argentina del futuro.
Hacia adelante, en Juntos por el Cambio, desde nuestro lugar de oposición responsable que está trabajando para ofrecerle una alternativa a los argentinos en 2023, siempre vamos a darle valor a las palabras y a los hechos. Ésa es la forma en que vamos a recuperar la confianza de la gente. La confianza necesaria para poder afrontar los grandes desafíos que tenemos como país. Porque ningún presidente o presidenta va a poder transformar solo a la Argentina. La situación es demasiado compleja y vamos a necesitar que la sociedad esté convencida del camino.
Hoy ya somos muchos más que en 2015 los que creemos que hace falta un cambio profundo. Y por eso en 2023 vamos a ser más fuertes.
Hoy ya somos muchos más que en 2015 los que creemos que hace falta un cambio profundo. Y por eso en 2023 vamos a ser más fuertes. No es lo mismo gobernar el país con sólo cinco gobernadores afines, como hizo Mauricio, que con ocho, como queremos hacerlo en 2023. No es lo mismo gobernar con 87 diputados y sólo 15 senadores, como hizo Mauricio, que con los 116 diputados y 33 senadores que tenemos hoy, o los 123 y 35 que podemos llegar a tener en 2023. Tampoco es lo mismo gobernar con seis intendentes del Conurbano que hacerlo con doce. Con estos números en 2023 vamos a tener un gobierno fuerte y capaz de avanzar con las grandes reformas. Por eso, el año próximo no se trata de ganar solamente, se trata de hacer una gran elección que nos deje fortalecidos de cara a lo que viene.
Hay otra cosa, además de los números, que nos demuestra que ahora es posible el cambio. En 2023 vamos a contar con la experiencia y el aprendizaje de un equipo que ya conoce lo que significa gobernar la Nación. Esto es completamente diferente a lo que pasó en 2015, cuando hacía 14 años que gobernaba la misma fuerza política.
Yo no tengo dudas de que con el apoyo y la legitimidad que sólo nos puede dar la sociedad, con un número importante de diputados, senadores y gobernadores y con un equipo profesional y con experiencia en la gestión, podemos encarar las reformas profundas que necesitamos en Argentina. Estamos en ese camino. Hoy, a pesar de la coyuntura adversa que nos toca vivir a los argentinos, podemos ver el futuro con esperanza.
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