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#25 | La gente es de lo más divertida

No me digas "hola".

Nunca usaría la literatura para pasar por una buena persona.
–César Aira

Gracias a uno de esos ránkings que publicó la revista Rolling Stone descubrí a Love y su disco Forever Changes, que me cautivó ya desde los primeros arpegios del primer track: “Alone Again Or”. Por esos días de mi descubrimiento, Roberto Pettinato entrevistó a Adrián Dárgelos en su revista La Mano y le dijo que Babasónicos tenía algo de Love. Puede ser, el Babasónicos vintage de “Perfume casino”, pero no sé. No me acuerdo tampoco qué contestó Dárgelos, pero me parece que le dijo elegantemente que nada que ver.

Hay una frase de “Alone Again Or” en la que pienso al menos una vez por semana, no exagero demasiado. Dice: “I think that people are the greatest fun/ and I will be alone again tonight, my dear” (“Creo que la gente es de lo más divertida/ y esta noche estaré solo otra vez, querida”). Comparto esa fascinación por las personas y también esa misantropía, dos características antagónicas pero que pueden convivir. Soy geminiano, después de todo.

Hay algo de misantropía en la irritación desmesurada que me produce que me digan “hola” en el chat y se queden esperando respuesta. Algunos creen que es de buena educación. En general son los que te van a pedir un favor. No se dan cuenta de que si te dicen “hola” te obligan a contestar “hola”, demorando inútilmente el momento en que te dicen lo que te iban a decir en primer lugar. A veces el diálogo estéril se extiende:

-Hola.
-Hola.
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿vos?
-Bien.
-Que bueno. Che, necesito 20 lucas.

Para evitar esto, mi estado de Whatsapp dice “No me digas «hola», hablame directamente”, pero no todos ven el estado de Whatsapp o no todos siguen sus instrucciones, entonces muchos caen en el “hola” introductorio. Lo que trato de hacer en general es no contestar y confiar en que la otra persona se dará cuenta de que tiene que decirme lo que sea que me quiere decir, pero esto no pasa casi nunca porque el que tira el “hola” introductorio lo hace precisamente porque espera una respuesta, porque no va a decirme lo que me quiere decir hasta no asegurarse de que yo esté observando el celular. Un desconocimiento total de la comunicación asincrónica, la gran novedad del chat (novedad que ya tiene como treinta años).

El otro día recibí un mensaje así de una persona que ni siquiera tenía agendada:

-Hola Diego!! Cómo andás? Soy XXX, saqué tu contacto de Linkedin.

Pasaron dos horas y nada. Se requiere mucho temple para no contestar. Me irritó tanto que le contesté con este link. “Dale jajaja, te hablaba para…” fue su respuesta. Seguramente pensó que yo era un forro.

La gente es de lo más divertida, pero prefiero estar solo.

 


 

Este newsletter no dejó de ser sobre cine y series, lo que pasa es que estoy viendo muy poco. La cuarta temporada de Succession parece escrita por ChatGPT. (Aclaro que no vi todavía el tercer capítulo, aunque ya me lo espoileé). Ya la segunda fue notoriamente inferior a la primera. Me di cuenta cuando vi a un tiktoker imitando a los personajes. Está como en piloto automático. Los personajes y los actores son geniales, igual. Algunos diálogos todavía la rompen. Pero qué suerte que se termina.

Volví a ver la trilogía Paradise Lost y le sumé West of Memphis, que no se había estrenado todavía cuando vi Paradise Lost. Podés ver las dos primeras en Movistar Play, pero para las otras dos te la vas a tener que rebuscar.

Son cuatro documentales producidos a lo largo de 16 años (1996, 2000, 2011 y 2012) que siguen el caso de los West Memphis Three, tres adolescentes acusados de asesinar a tres chicos en un ritual satánico, su condena (uno de ellos a muerte) y sus diferentes apelaciones. Como pasaba en la genial The Staircase, el tiempo que pasa le confiere a la historia un peso dramático particular.

Y como en Capturing the Friedmans, película sobre la que hablé en un newsletter anterior, los realizadores dicen que los condenados son inocentes. Pero a diferencia de Capturing the Friedmans, acá sí lograron torcerle el brazo a la Justicia. El estreno de la primera película, que termina con la condena de los tres, hizo tanto ruido que nació un movimiento de fans y de famosos que militaron por la inocencia de los condenados, juntaron fondos, investigaron y consiguieron nuevas pruebas. Esto se puede ver en la segunda y tercera parte de la trilogía.

En West of Memphis, producida por Peter Jackson (uno de los famosos que se puso al hombro la causa de los West Memphis Three junto con Eddie Vedder y Johnny Depp, entre otros) y Damien Echols (uno de los condenados), se profundiza en los errores de la investigación y se sugiere otra teoría sobre lo que verdaderamente ocurrió.

Después de ver las cuatro películas (hay también una de ficción con Reese Witherspoon llamada Devil’s Knot, que no vi) uno se queda con la certeza de que los tres chicos son completamente inocentes, de que muy probablemente el asesino haya sido el padrastro de una de las víctimas, que el jefe de policía, el fiscal y el juez fueron peor que incompetentes, directamente corruptos, y que por suerte se descubrió el ADN.

También sorprende la existencia de algo llamado Petición de Alford (Alford plea), según la cual un acusado se declara culpable pero manteniendo su inocencia. De esa manera un acusado que se sabe inocente pero igual tiene pruebas en su contra que pueden convencer a un jurado, puede obtener una reducción en la pena sin tener que decir que cometió el crimen. Es raro: me declaro culpable pero, entre nosotros, que quede claro que no lo soy.

Deconfío de los famosos que militan por cualquier causa, y por eso cuando terminé las cuatro películas me puse a googlear para ver hasta qué punto los West Memphis Three eran tan inocentes como decía Peter Jackson. Es cierto que no había ADN de ellos en el cuerpo de las víctimas (aunque ausencia de prueba no es prueba de ausencia, como bien dice uno por ahí) y que la única prueba era la confesión de uno de ellos, que según algunos fue obtenida usando métodos poco profesionales. Pero ¿fue tan así? ¿Condenaron a muerte a un chico porque se vestía de negro y escuchaba Metallica?

No lo sé, pero encontré este sitio con links a documentos y transcripciones del juicio que dice que, como suele suceder, no es tan así.

Nos vemos en quince días y, por favor, no me digas “hola”, hablame directamente.

 

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Diego Papic

Editor de Seúl. Periodista y crítico de cine. Fue redactor de Clarín Espectáculos y editor de La Agenda.

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