¡Hola! Espero que estés bien.
Por segunda vez (la primera había sido a fines del año pasado), el lunes les pedí a lectores como vos que me enviaran preguntas sobre cualquier cosa y, otra vez, la respuesta fue espectacular. En estos tres días recibí más de 70 preguntas y creo que acá abajo están las respuestas a casi todas. Fusioné varias que eran parecidas y sólo dejé afuera a las que eran muy largas, a las que no entendí o a los que mandaron muchas preguntas.
Las contesté rápido, durante la tarde de ayer, sin querer convertir cada respuesta en un mini-ensayo. Salió lo que salió. Me divertí mucho, espero que a vos te diviertan también. Quedó un newsletter largo (el más largo desde que empecé), pero lo podés leer salteando las preguntas (o las respuestas) que te interesan menos.
Lijo, ¿no es mucho? –Maruja López Insúa
Sí, es mucho.
¿Tenés alguna idea de por qué el Gobierno nacional está tan convencido de obtener el triunfo en las elecciones legislativas, si tenemos en cuenta que llegó al Ejecutivo con muchos votos por descarte? ¿O este convencimiento vociferado es tan sólo un anzuelo para militantes e inversores? –Emilio Lucero
No sólo el Gobierno: todo el sistema político, los consultores y los analistas dan por descontado que si a Milei le va más o menos bien con la economía, arrasará en las elecciones. El oficialismo ciertamente busca sacar alrededor de 45 puntos, para engordar sus bloques parlamentarios. Y no es imposible que ocurra. Pero creo que hay demasiada unanimidad sobre el asunto. Hasta bien entrado 2021, la opinión dominante era que el Frente de Todos iba a ganar las legislativas (no ocurrió) y hasta entrado 2023, la opinión dominante era que Juntos por el Cambio iba a ganar las presidenciales (tampoco ocurrió). O sea: stay calm. Veremos.
¿Cuál es tu opinión del conflicto en el PRO? ¿Creés que se llegará a un acuerdo o habrá un quiebre? –Celina Rojo
Tengo otras respuestas sobre este tema. Prefiero no hacer pronósticos (para qué, si la voy a pifiar), pero sí sé qué me gustaría: que el PRO se mantenga como un partido independiente.
No hay nada que me guste más que los top 5 o 10 de cualquier cosa. Así que por favor, decime cuáles son tus 5 libros de ficción y cuáles los 5 de no ficción de autores argentinos. No necesitas justificar tu elección, si no querés. –Francisco de Zavalía (Javier Flores hizo una pregunta parecida)
Va una lista rápida, con un inevitable sesgo de actualidad (recency bias), enfocándome en no ficción, que es lo que más leo, y dedicándole los mismos tres minutos que a cada respuesta:
1. Diario de una temporada en el quinto piso (JC Torre)
2. Timerman (Graciela Mochkofsky)
3. Los viernes (Juan Forn)
4. López Rega (Marcelo Larraquy)
5. El planisferio invertido (Pablo Gerchunoff)
6. 78. Historia oral del Mundial (Matías Bauso)
7. El desierto y su semilla (Jorge Barón Biza, aunque técnicamente es ficción)
8. El 45 (Félix Luna)
9. Los años ‘70 de la gente común (Sebastián Carassai)
10. BONUS EXTRANJERO EN CASTELLANO. Anatomía de un instante (Javier Cercas)
¿Está bien llamar a Milei “ultraderecha” o a los K “ultraizquierda”? ¿Se puede ser de ultraderecha o izquierda y ser democrático? –Ignacio Sicardi
Está mal en ambos casos. En mi opinión, el prefijo “ultra” debería quedar reservado únicamente a quienes proponen explícitamente, por la vía electoral o por la fuerza, un modelo extremista por fuera de la Constitución. Nada de lo que está adentro de la Constitución y juega con las reglas de la Constitución, sin vaciar o apoderarse de las instituciones (la división de poderes, la libertad de prensa, etc.), debería ser llamado “ultra”, porque es una manera de quitarle legitimidad y expulsarlo del juego democrático.
Cuando yo le digo “ultra” a alguien, le estoy diciendo “no sos parte del juego democrático”, o “no te doy legitimidad para ocupar el lugar que ocupás”. Y no es una buena actitud en una democracia. Milei, por ahora, viene respetando la Constitución y ganó las elecciones limpiamente. Es cierto que no respeta las opiniones disidentes ni acepta críticas legítimas (como tampoco lo hacía Cristina), pero por ahora no han sido más que palabras.
¿Cómo te imaginás el impacto de la IA en la política? ¿Se está pensando en eso en la Argentina? –Gabriel Ziblat
No creo que se esté pensando mucho pero tampoco le veo, por ahora, aplicaciones útiles. Los modelos de IA más difundidos, los grandes modelos de lenguaje, son sintetizadores, remixadores y reversionadores de conocimiento que ya existe. El secreto de la política es crear lenguajes nuevos y relaciones humanas nuevas.
Además, también pasó esto: creo que hay un retroceso de la influencia de la tecnología en la política en general y las campañas electorales en particular. Hace diez años reinaba el sueño (o la pesadilla) de la microsegmentación, la posibilidad de enviarle mensajes personalizados a cada votante. Eso terminó siendo más una burbuja que otra cosa. Cambridge Analytica fue un escándalo porque parecían unos genios del mal, pero al final eran medio chantas. Hoy la sensación es que la conversación pública es inmanejable. Y no veo cómo podría la IA ayudar a manejarla, aunque no dudo de que algún consultor ya la está metiendo como filmina en su powerpoint.
Los que tenemos entre 45 y 50 años, quienes nuestra vida más o menos coincide con el tiempo donde la mayoría de los indicadores en Argentina fueron para abajo, y después de vivir tantas crisis y retrocesos, ¿tenemos razones para creer que vale la pena invertir nuestras últimas décadas productivas en el país, más allá de estar con la familia y los amigos? –Agustín Camps
Razones quizás no haya, pero el corazón no entiende de razones. Yo viví 15 años afuera y no creo que lo vuelva a hacer. A pesar de que tengo 50 años y casi no ahorro, de que todo es un quilombo, de que este país me saca de las casillas: me encariñé, quevachaché.
¿Existe un “sueño argentino”? ¿Cuál sería tu sueño para el país? Me da la impresión de que nuestra sociedad sólo habla de problemas a solucionar (para unos puede ser inflación, burocracia, inseguridad; para otros pobreza, desigualdad, imperialismo, lo que sea), pero no tenemos una visión de para qué queremos solucionarlos, qué haríamos si no tuviésemos restricciones, quiénes somos. Mi hija (no mi nieta o bisnieta: mi hija) probablemente viva unos cuantos años del siglo XXII. ¿Vamos a seguir discutiendo de la tarifa del gas, el indigente que ensucia la vereda, el chino que viene a pescar? ¿O vamos a poner un argentino en la Luna? –Leonardo Venezia
Entiendo tu espíritu y lo valoro. Estuve durante años buscando ese sueño, pero hoy me conformo con que empecemos a solucionar nuestros problemas. Empezando por la macroeconomía. Después nos pelearemos o soñaremos con otras cosas.
Si “al que madruga, Dios lo ayuda”, pero “no por mucho madrugar se amanece más temprano”, ¿en qué quedamos? Es decir, ¿dónde radica la grieta? –Andrés Lencina
El saber popular es útil para distintas ocasiones, pero es poco consistente. Y lo queremos así. Además, muchas hipótesis, como una parte no menor del análisis político, que presumen de ser más serias, en el fondo son igual de inconsistentes y listas para acomodarse a la ocasión.
¿Hay realmente una fractura dentro del PRO alentada por La Liberta Avanza, como sutilmente se sugiere desde los medios afines a este gobierno? O quizás, mejor planteado: ¿hay un choque de egos entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich? –Alberto Fiorito (Margarita Petrocchi y Nati Gelfman hicieron preguntas similares)
Tengo una respuesta parecida en otro lado. Sin dudas, la relación entre Bullrich y Macri está dañada, pero las diferencias son genuinas: una quiere subsumir al PRO dentro del proyecto de transformación del que ella es funcionaria; el otro quiere mantener al partido como una entidad independiente que apoye el cambio cuando esté alineado con sus valores y pueda disentir cuando no lo esté. Cómo se organiza eso electoralmente, no lo sé.
¿Será posible esta vez con Milei abandonar el anti-norteamericanismo? ¿No sería una excelente señal de enmendar la ruina del “Braden o Perón”? ¿O volveremos a las andadas nacionalistas? –Alejandro Mesa
Según las encuestas globales, Argentina es uno de los países más anti-Estados Unidos del mundo, y los más anti que nosotros tienen motivos verdaderos para serlo, como Pakistán. Creo que esta actitud es de segundo orden frente al extendido nacionalismo, ahora menguante, de la sociedad y de buena parte de sus clases dirigentes. No sé tampoco si es tan influyente en las decisiones de los gobiernos.
Muchos analistas dicen que el presidente Milei se lleva mejor con los grandes empresarios tecnológicos que con los líderes políticos o inversores de Wall Street. En tu razonamiento, ¿es el camino correcto para conseguir las inversiones que la Argentina necesita? Hablando de inversiones, ¿el RIGI es un plato servido a que se lleven los recursos naturales sin inversiones, ni puestos de trabajo, ni ganancias en la Argentina? –Marcos (@lasillaenradio)
Creo que el bromance de Milei con Silicon Valley incluye, pero excede, la cuestión de las “inversiones”. Los une, sobre todo, el optimismo por un futuro mejor gracias a la tecnología, que comparten pocos otros líderes políticos, quienes tienden a ser pesimistas tecnológicos. Las inversiones que Argentina necesita (principalmente en energía e infraestructura) vendrán por otro carril, y no creo que el coqueteo con Silicon Valley las afecte.
Sobre el RIGI: estoy bastante a favor. Es falso que sea “sin inversiones” (la planta de licuefacción de gas para exportar, que sería la joya del RIGI si ocurre, costaría más de 10.000 millones de dólares, ¿quién los pone?) y estoy en contra de la metáfora del “se llevan” los recursos naturales. Para eso están: para ser sacados y exportados. La preocupación por dejar las ganancias en Argentina o llevárselas a otro lado surge de una mentalidad de escasez de dólares que debería quedar atrás (si queda atrás la escasez de dólares).
La mejor crítica al RIGI es que las empresas que ya están en el país no tendrán acceso a sus beneficios, a menos que consigan proyectos de 200 millones de dólares. Mi respuesta es insuficiente para ellas: primero que venga esto, eventualmente será para todos. Pero “eventualmente” en Argentina funcionó muy pocas veces.
Vi tu posteo en X de hace unos días sobre el discurso del Arzobispo de Buenos Aires y quería preguntarte: para vos, ¿qué lugar debería tener la Iglesia en el debate público en el siglo XXI? ¿No pueden hacer, como cualquier otra institución, su diagnóstico acerca de la situación de todo el país con respecto a las políticas del Gobierno? ¿No son dirigentes que se informan y analizan el presente como cualquier otro empresario, líder de ONG o de partido, movimiento o colectivo? ¿Cuál es el problema de esto para una visión liberal de la democracia, con la que comulgo? –Sofía Posleman
Quizás no me expliqué bien en el tuit. Mi pregunta era sobre el uso de la expresión “nuestro pueblo”: ¿a quiénes incluye cuando la menciona la máxima autoridad de la Iglesia en el país? Siento que se atribuye una representación total, heredada de otros tiempos, que ya no posee. Por otra parte, el ritual del Te Deum me parece que habría que revisarlo. En general (porque se da por hecho que el arzobispo debe hacerle chas chas en la colita al presidente en primera fila, sea cual fuere la situación) y también en particular, porque los argumentos de García Cuerva no me pareció que estuvieran en un nivel por encima del de un panelista de televisión.
¿Has pensado las razones de por qué la UCR no logra insertarse en términos de construcción y liderazgo político en el ámbito del conurbano bonaerense? –Joaquín Parente
Creo que la UCR hace tiempo dejó de intentar tener una presencia en el conurbano. O sea que la pregunta no es por qué no lo logra, sino porque casi ni lo intenta, a pesar de que en el interior de la provincia gobierna muchos municipios. El PRO lo intentó en el conurbano y ha tenido razonable éxito.
¿No es una mentira descarada que para Javier Milei sean “socialistas” por igual Josef Stalin y Olof Palme? ¿Acaso el socialismo de la Segunda Internacional (la socialdemocracia, el laborismo) no fue esencial para crear las sociedades más ricas y justas del mundo, de Escandinavia a Nueva Zelanda? –Diego Bigongiari
Es más un error que una mentira, porque me parece que Milei cree en lo que dice cuando dice estas cosas.
¿Qué opinás sobre la crisis de natalidad en la Argentina (y que existe a nivel global, pero para no hacerlo tan amplio lo focalizo en Argentina)? ¿Debería haber políticas públicas que fomenten a las parejas a tener hijos? –Lucas Ghioldi
Escribí hace poco sobre el tema, que me parece central. Mi posición es que el Estado debería facilitarle la vida tanto a quienes no quieren tener hijos como a quienes sí quieren tener hijos. Aumentar la natalidad vía hijos no deseados (por falta de anticonceptivos, por ejemplo, o prohibiendo el aborto) no me parece una solución óptima.
¿Creés que los nuevos medios de comunicación son decisivos en términos electorales, o solamente lo son para el segmento etario sub-30? –Adolfo Ruiz
Los veo poco decisivos en general, aunque esto cambia todo el tiempo. En la fase actual, los viejos medios de comunicación influyen poco en las campañas y las viejas estrategias de redes sociales (la campaña le habla al electorado, que sólo escucha), también. Lo más vibrante parece ser el uso de redes sociales por parte de creadores de contenido militantes o amateurs, que se ponen tu camiseta y te hacen campaña gratis. Pero esto puede cambiar en dos años.
¿Por qué ganó Milei? Publicaron un libro que responde a esta pregunta, pero quisiera saber tu opinión. –Estela Kallay
Es una respuesta que requiere un libro. Mi respuesta corta es que una porción mayoritaria de los argentinos estaba exhausta del modelo económico-político del peronismo kirchnerista y creyó que Milei era un mejor vehículo para dejarlo atrás que Juntos por el Cambio, a quienes ya les habían encargado la tarea y no lo habían logrado.
Suponiendo que al presidente Milei le va moderadamente bien en la economía (inflación, actividad económica, pobreza, desempleo), ¿qué tiene para ofrecer como diferencial el PRO para volver a ser atractivo y competitivo? –Santiago García Vence
Sin dudas le queda un camino finito por recorrer, pero no inexistente. Aunque ya no tengo actividad política formal (amigos, uno siempre tiene), soy de los que creen que el PRO no debería tirar a la basura sus 20 años de historia y sí intentar recuperar mística e identidad después de ocho años de esmerilado (cuatro de Gobierno y cuatro de interna) y ofrecerse como una alternativa para quienes están a favor de la transformación (“quieren que a Milei le vaya bien”), pero buscan un énfasis mayor en la gestión, la experiencia, la construcción de instituciones y una cultura política distinta. Los “adultos en la habitación”, según la expresión de la diputada Daiana Molero.
¿Creés que la economía puede dar señales de crecimiento este año? Si creés que es posible, ¿lo sería aun sin aprobación de la Ley Bases? ¿Cuán fundamental es esta ley? –Fernando Durante
Si se mantiene este proceso de desinflación, los economistas dicen que la economía ya tocó fondo. O sea que en los números habrá señales de crecimiento. Veremos después cuán tangibles serán para la sociedad. Sin la Ley Bases, sin embargo, me parece que habría más trabas. No tanto por su contenido (que igual es importante), sino porque el propio Gobierno la ha puesto en un lugar de “pasa-no pasa” político. Creo que un fracaso de la ley tendría un impacto fuerte en la confianza de los mercados, que hasta ahora vienen respaldando el programa económico.
¿Qué te parece que ha hecho mal Israel para haber perdido espacio en bastiones que parecían imposibles de perder, como Estados Unidos o las principales potencias de Europa? Si bien no los perdió por completo, está claro que cedió mucho terreno. ¿Se podría haber hecho algo distinto? –Hernán Barugel
Es una pregunta que me excede, porque no soy especialista en el tema. Lo que sí creo que ha pasado en la conversación internacional sobre el conflicto es que se transparentaron las posiciones como nunca antes había pasado. Quienes defienden a Israel ahora lo hacen con más fuerza y se atreven a usar sin complejos la palabra “antisemitismo”, que hasta hace poco parecía vedada, oculta detrás de “antisionismo”. Al mismo tiempo, muchos críticos de Israel ahora dicen abiertamente que su problema es su mera existencia, que es un Estado colonial, incapaz de reformarse. Dirigentes globales que antes sólo emitían platitudes sobre el tema (“sólo queremos la paz”), ahora han tomado partido. No sé si es bueno o malo, pero creo que es lo que está pasando. La conversación es más áspera, pero también más honesta.
¿Llegará Lijo a la Corte? –Víctor Nicolás Macor
Hace dos meses pronostiqué que Lijo no iba a ser juez de la Corte. Ahora tengo dudas, porque leo en los diarios que los votos supuestamente están. Pero todavía faltan las sesiones de impugnaciones, en las que estará Lijo presente, un último embate de repudios y campaña en su contra y que se pronuncien explícitamente algunos dirigentes que hasta ahora han hecho silencio, como Mauricio Macri. Eso podría torcer el puñado de voluntades que hacen falta para impedir su llegada.
¿Cuál sería el límite institucional de apoyo a este gobierno de parte de los que reivindicamos la gestión 2015-2019? Es decir, ¿hasta dónde se sostiene el pragmatismo de respaldar el cambio que se votó el año pasado con los intérpretes a los que se votó? Personalmente, todos los días tengo una respuesta distinta a esa pregunta. –Sergio Petrella
Creo que lo más útil para un ex votante de JxC es no obligarse a una posición totalizadora sobre su opinión acerca del Gobierno. Permitirse apoyar algunas cosas (como, por ejemplo, el esfuerzo de ordenamiento macroeconómico) y criticar otras, según el paladar de cada uno, como podrían ser la intolerancia a la crítica o la nominación de Ariel Lijo para la Corte. No es obligatorio ni necesariamente virtuoso tener una posición unívoca.
¿Cómo creés que termina esto? ¿En el bronce o en helicóptero? –Gabriel Lagomarsino
La dicotomía bronce o helicóptero es muy tentadora en Argentina, se la hemos aplicado a otros presidentes y parece útil para describir la situación de Milei: si estabiliza la economía y encarrila un crecimiento será imparable, pero si no doma a la inflación será irrelevante o farsesco. Así es como se plantean los términos, a veces con razón.
Sin embargo, la historia argentina muestra que tenemos una gran tenacidad para la mediocridad y para arrastrarnos durante años al borde de las crisis. Los dos últimos años de Alberto son la muestra más reciente. Queremos que “pase algo”, la gloria o Devoto, bronce o helicóptero, y al final no pasa nada. Esa es nuestra historia. Así que yo le pondría unas fichas a la continuidad del empantanamiento. No sólo por mérito o demérito de Milei, también por la resistencia y el inmovilismo de un país muy áspero de gobernar.
Esta pregunta es triple, del estilo “qué creés” ,”qué conviene” y “qué querés”. 1) qué creés: ¿creés que en las elecciones legislativas del 2025 el PRO va a estar en un frente conjunto con LLA? 2) qué conviene: si Macri te consulta qué le conviene hacer al PRO: ir en un frente conjunto con LLA o ir separado, ¿qué le dirías? 3) qué querés: en lo personal, qué preferís que pase, ¿que vayan en un frente conjunto con LLA o que PRO vaya separado? –Rafa Robles (María Sarquis y Eduardo Milone hicieron preguntas parecidas)
1) No lo sé, 2) le diría de ir por separado, y 3) quiero que el PRO mantenga su independencia.
¿Podrá Milei, si la economía responde favorablemente, convertir a nuestro país en una “democracia de baja intensidad”, símil K o peor, una autocracia? –Cóndor Ventas
Para poder hacer eso primero tiene que desearlo, lo que no tengo claro que sea así. De todos modos, sigo pensando, como desde antes de la elección, que todavía hoy es más probable un escenario de “anarquía” (gobierno debilitado, dólar en alza, salto inflacionario, crisis constitucional) que de “tiranía” (gobierno fortalecido, economía en crecimiento, hegemonía autoritaria).
Se ha escrito mucho sobre nuestra derrota en Malvinas y las dificultades del gobierno de Alfonsín para encausar la economía argentina. La duda es si Argentina tuvo que pagar al Reino Unido alguna compensación económica por la guerra, de cuánto fue y si eso condicionó la recuperación económica que llevó a Alfonsín a irse antes de tiempo. –Guillermo Delaney
Esta es una pregunta interesante. Argentina no tuvo que pagar una compensación al Reino Unido, pero de todos modos la Guerra de Malvinas fue un peso gigante para la economía que recibió Alfonsín. A fines de los ‘70 y principios de los ‘80, casi todos los países de América Latina se endeudaron con bancos de todo el mundo que necesitaban canalizar los petrodólares que tenían depositados. Algunos países usaron esos préstamos mejor que otros.
La dictadura argentina usó la plata para sostener un dólar barato artificial (¡plata dulce!), pero también para comprar armamento y equipar a las Fuerzas Armadas, que se gastaron una fortuna en esos años. En 1982, justo al momento de la guerra, los países de América Latina empezaron a defaultear, después de una suba de tasas brutal en Estados Unidos. Argentina también.
O sea que Alfonsín recibió una economía defaulteada, inflacionaria y que se había gastado los préstamos no en infraestructura o energía sino en un veranito cambiario y en una guerra criminal. Una mochila imposible. Hay consenso de que el fracaso de Malvinas fue fundamental para el regreso de la democracia, pero se dice menos que el costo de Malvinas mancó económicamente a la naciente democracia.
¿Cómo ves al periodismo gráfico (diarios, portales, newsletters, revistas digitales)? ¿Cuál es tu pronóstico para los próximos años? –Matías Bauso
Da para largo. A veces soy más optimista y a veces, más pesimista. Cuando soy optimista, pienso en la enorme cantidad de cosas que hay para leer, pero lo bueno y nuevo lo encuentro más en proyectos personales, como los de Gustavo Noriega o Esteban Schmidt. Los grandes diarios y portales todavía los veo demasiado esclavos del tráfico y la publicidad. Curiosamente, en papel, ese dinosaurio, esos mismos diarios son mejores. Soy pesimista cuando pienso que tenemos claro qué falló, sobre todo como modelo de negocio, pero todavía no sabemos qué funcionará.
¿A qué atribuyes la falta de interés en Argentina por la política brasileña? –Rafael Leite
A que somos un país bastante ombliguista. En comparación, siempre me impresiona cuánto más de cerca se sigue la actualidad argentina en Brasil que viceversa.
Hace unos años escribiste Golden Boys, un libro que me hizo entender cómo funciona el mundo financiero. ¿Tenés pensado sacar una segunda parte? –Daniel Zalcman
El libro es de 2007, y en 2018 publicamos una reedición con un capítulo extra. Creo que con eso quedó satisfecha la vida de Golden Boys, un libro que quiero mucho, en parte porque fue el primero y en parte porque todavía me escriben un montón de lectores para decirme que les fue útil, como a vos.
Me gustaría entender más el embrollo en el que está el PRO. Cuánto hay de realidad, cuánto de fantasía periodística y hacia dónde va el partido. Es el partido que me llevó a meterme en fiscalización y hoy en la función pública y me interesa saber tu opinión o lo que puedas compartir. –Matías Mey (Ignacio Bustingorri hizo una pregunta parecida)
En el PRO hay una gran coincidencia sobre la visión de país y la dirección en la que debemos avanzar. No es poco. Las diferencias, como en el cuatrienio 2019-2023, son sobre todo de estrategia política. Hasta el año pasado, Horacio quería ampliar, Patricia prefería la nitidez. Ahora Patricia quiere fusionar al PRO con LLA, Mauricio quiere que mantenga su identidad. No niego que son diferencias profundas.
¿Hay lugar para el centro? ¿No es tiempo de desensillar hasta que aclare? –Leandro E. Schmidt
Depende de cómo definamos el centro. Me interesa más tu segunda pregunta, porque me permite hablar de una cierta impaciencia que veo en el mundo político por anotarse porotos rápido, sin pensar que el camino es más largo de lo que parece. Los mandatos presidenciales argentinos son relativamente cortos, pero siempre se hacen eternos para quienes los ejercen.
Si nos das rienda suelta, te voy a preguntar qué papel y qué orden de prioridad creés vos que debería tener la educación en el programa de gobierno de Milei. –Matías Mittelbach
Me gustaría que tuviera un papel más protagónico, pero también sé que el objetivo y la promesa excluyentes del Gobierno son bajar la inflación y estabilizar la economía. Lo que, por otra parte, es indispensable para cualquier reforma educativa. Coincido con quienes dicen que poco se puede arreglar en la educación actual con estos niveles de pobreza e incertidumbre.
Uno prende la televisión. Lee en un canal argentino: “Piqueteros generan disturbios y atacan policías”. Cambia de canal y el nuevo título dice: “La policía reprime brutalmente una manifestación”. Desde luego que este es un ejemplo simple y llano para explicar el punto, pero ¿por qué en general una misma noticia, un mismo hecho, es informado de manera radicalmente distinta dependiendo el medio que lo esté contando? ¿Es que estos informan en función de lo que es conveniente para los intereses a los cuales responden? ¿O lo hacen para agradar a una base de lectores fiel que busca encontrar en ese medio ciertas ideas, pensamientos y posiciones políticas, y no piensa aceptar un encuentro con otras ideas? –Pablo González Catán
Por las dos cosas. Desde que se marchitaron los canales de aire, que buscaban agradar a todo el mundo (es lo que les pedían los anunciantes, interesados en vender su mayonesa y sus zapatillas), los canales de noticias se convirtieron en nichos, cada uno le habla a su público. Pasa en todos lados.
Considero que Milei se posiciona y actúa más como un líder de un movimiento global que como el presidente de Argentina. ¿Lo ves así? ¿Qué te parece? –Martín Mataus
Un poco lo busca y otro poco lo buscan. Pero cualquier presidente argentino tiene pies de barro: la inestabilidad económica. Ninguna proyección internacional de Milei será exitosa si antes no ordena la economía y la pone otra vez a crecer. Si empieza, como tantos otros presidentes, a correr atrás del dólar y a perder confianza, su posicionamiento internacional durará poco y le servirá de poco.
Gracias por las preguntas y por leer las respuestas. Me hicieron pensar, lo que es importante. ¡Hasta el próximo jueves!
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