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#5 | Viejos gritándoles a las nubes

David Mamet con Joe Rogan, tres series sobre CEOs y la última película de Cohn y Duprat.

Hola, ¿cómo estás? Antes de empezar quiero compartir con vos este diálogo:

David Mamet: –Orwell dijo que cuando llegue el control del pensamiento, no va a venir de la derecha sino de la izquierda.
Joe Rogan: –Cuando pensamos en las representaciones del totalitarismo y del autoritarismo, siempre las imaginamos como cosas de la derecha, siempre hay un dictador de derecha. Uno no se imagina que sean cosas que puedan venir de la izquierda…
David Mamet: –Bueno, pero quiénes eran Stalin, Trotsky, Lenin, ellos eran de izquierda. Y Pol Pot y los chinos. El fascismo significa que todo es para el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado, como decía Mussolini, y con la excepción de esos fascistas particulares y de los nazis, siempre fue la izquierda, porque ellos no creen en el individuo.

Este fragmento forma parte de una charla de casi tres horas que salió hace dos sábados entre el dramaturgo y director de cine David Mamet y el podcaster Joe Rogan que podés escuchar en Spotify. Son las cosas que Neil Young no quiere que escuches.

Mamet es ante todo dramaturgo y escritor, especialista en diálogos filosos, algo así como un Aaron Sorkin pero más inteligente. Ganó el Pulitzer en 1984 por su obra Glengarry Glen Ross –llevada al cine en 1992 con Al Pacino, Jack Lemmon, Alec Baldwin, Ed Harris y Kevin Spacey–, escribió los guiones de Los intocables (HBO Max), Ronin (Amazon Prime) y Wag the Dog (HBO Max), entre otras, y también dirigió películas. Creo que no tiene ninguna mala (me falta ver un par). En streaming están disponibles Heist y Phil Spector en HBO Max, y House of Games, Redbelt y The Winslow Boy para alquilar o comprar en iTunes. El resto: torrent.

Pensé que su intervención con Joe Rogan iba a levantar polvareda, porque se tira contra todo el evangelio progresista, pero pasó desapercibida. Mamet tiene 74 años, no dirige una película desde hace casi diez, y las últimas obras de teatro que estrenó, aunque protagonizadas por actores prestigiosísimos como el propio Pacino, John Malkovich o William H. Macy, no anduvieron bien ni de crítica ni de público.

Acaba de publicar un libro –por eso estuvo con Rogan– titulado Recessional: The Death of Free Speech and the Cost of a Free Lunch. Da toda la sensación de que es un “old man yells at cloud”. Pero los viejos gritándoles a las nubes somos los nuevos cuestionadores del status quo. Ya lo pedí a Book Depository. Veremos si llega.

David Mamet en ‘The Joe Rogan Experience’.

Estas dos semanas me estuve dedicando más a las series que a las películas y creo que el verbo “dedicar” está muy bien elegido. Las series requieren DEDICACIÓN. Insumen tiempo. En general, son una pérdida de tiempo. Como dice Paul Verhoeven (un amigo de este newsletter) en la última Sight & Sound: “La televisión consiste en planos cerrados, planos medios y planos de establecimiento [establishing shots, son los planos generales al comienzo de una escena para situar a los personajes]. Pero nosotros deberíamos mirar en la dirección de Lawrence de Arabia, por ejemplo, o digamos incluso la última de Tarantino. Las películas deberían intentar ser más visuales, sino la gente no va a ir más al cine, o solo irán a ver las películas de Marvel”.

Dicho esto, creo que hay tres miniseries que vale la pena comentar, no tanto por su valor artístico, más bien escaso, sino por lo que dicen de este momento del mundo. Dos de ellas las mencioné al pasar en un newsletter anterior (el #3) y terminaron esta semana. Son The Dropout (Star+) y Super Pumped: The Battle for Uber (solo torrents). La otra es WeCrashed (Apple TV+, los viernes) y le quedan dos capítulos.

Las tres miniseries cuentan tres historias reales de tres unicornios (startups privadas que llegaron a valer más de mil millones de dólares) fundadas y dirigidas por tres jóvenes ambiciosos y seductores. Son, en el orden de arriba, la historia de Elizabeth Holmes y Theranos, la de Travis Kalanick y Uber, y la de Adam Neumann y WeWork.

Ya el hecho de que haya tres miniseries sobre founders y CEOs es sintomático. Quizás los Elon Musk y Mark Zuckerbergs sean los superhéroes de hoy. O, mejor, quizás sean a la vez los superhéroes y los supervillanos.

Las tres miniseries son críticas del poder casi ilimitado que reciben estos chicos inmaduros e inestables gracias a los inversores que quieren creer que están frente a la próxima gallina de los huevos de oro, pero a la vez no pueden ocultar la fascinación que genera ese poder. El revoleo de miles de millones de dólares es pornográfico y las arengas repletas de humo recuerdan a las de Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street (HBO Max y Amazon Prime). Hay mucho de la película de Scorsese (dicho sea de paso, Super Pumped está narrada por Tarantino) y también algo de Succession (HBO Max) y sus reuniones de board: el concepto de “filthy rich” sobrevuela constantemente.

El Travis Kalanick de Joseph Gordon-Levitt me resultó más querible que la Elizabeth Holmes de Amanda Seyfried y el Adam Neumann de Jared Leto. Quizás porque tiene mejores diálogos o porque, finalmente, Kalanick inventó ALGO, mientras que Holmes es una psicópata fabuladora y Neumann parece un imbécil (el acento insoportable de Leto, la existencia misma de Leto, pueden tener que ver).

Es cierto que ya existían Red social (HBO Max y Paramount+) y las dos películas sobre Steve Jobs (la de Ashton Kutcher está en Netflix, Star+ y Paramount+; la de Michael Fassbender con guion de Sorkin, solo para alquilar o comprar en iTunes y Google Play), pero vayámonos preparando para una sobreoferta de estas historias.

Joseph Gordon-Levitt en ‘Super Pumped: The Battle for Uber’.

Dije que estuve viendo pocas películas, pero algo vi. Nada me encantó: The Worst Person in the World vale más que nada por la extraordinaria Renate Reinsve y Scream (Movistar Play / Google Play / iTunes), por la secuencia final con la cita a Había una vez en Hollywood. Pensé que Madres paralelas (Netflix) sería peor desde que me advirtieron que termina con una frase de Eduardo Galeano, pero todo lo que no es “desaparecidos” es un lindo, aunque muy menor, Almodóvar. De todas maneras, es insólito que haya hecho una película de desaparecidos tipo Argentina de los 80. Muerte en el Nilo: linda y prolija. C’mon C’mon: basura. Ojo, mi opinión.

Pero sí quiero recomendar Competencia oficial, la nueva película de Maríano Cohn y Gastón Duprat (vuelven a codirigir luego de Mi obra maestra y 4×4, que habían dirigido solos una cada uno, aunque siempre compartiendo la producción). Se puede ver en el cine. No sé si te acordás de lo que es un cine: una sala con butacas y una pantalla grande adelante en la que se proyectan las películas. No se puede pausar ni retroceder.

Un empresario de la industria farmacéutica que tiene muchísimo dinero quiere producir una película para dejar un legado y ser respetado. Nada que ver con Hugo Sigman. Entonces decide contratar a los mejores: la directora Lola Cuevas (Penélope Cruz), prestigiosa, festivalera, lesbiana, feminista; y los actores Félix Rivero (Antonio Banderas), mujeriego, superficial, exitoso, estrella, e Iván Torres (Oscar Martínez), actor de teatro, del “método”, argentino, serio, solemne.

La película se desarrolla durante los ensayos y la comicidad que surge del choque entre los tres personajes tan disímiles. A mí el humor me resultó refrescante. ¿Cuántas películas hay que se burlen del lenguaje inclusivo, de los actores progres, de los famosos que se graban en Instagram pidiendo que salven a la ballena rosada? Es una constante en Cohn y Duprat: la disección meticulosa de todos los gestos típicos de algún ambiente artístico.

Y como en El hombre de al lado o El ciudadano ilustre, la simpatía de los directores va fluctuando entre los dos extremos. A veces estamos con Rivero, a veces con Torres. Esa es la gracia. Pero acá tenemos un tercer vértice: Lola Cuevas. Uno de los mejores momentos de la película está en el chiste guarango que cuenta Rivero (“¡con esta!”). Lola Cuevas lo mira con cara de que no le causó gracia. A Iván Torres, hasta ahí serio y odiándolo un poco a Rivero, se le escapa una carcajada.

La gracia de la escena no es el chiste de Rivero, como entendieron todos los críticos que se indignaron, sino la reacción de los otros ante el chiste. Torres y Rivero, tan diferentes entre sí, son, al fin y al cabo, varones. Son chicos inmaduros que compiten para ver quién la tiene más larga. Pero es Lola Cuevas quien manda.

Oscar Martínez, Penélope Cruz y Antonio Banderas en ‘Competencia oficial’.

Nos vemos en quince días. Les prometo por lo menos dos películas de 2021 o 2022 de ocho puntos para arriba. Espero poder cumplir.

 

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Diego Papic

Editor de Seúl. Periodista y crítico de cine. Fue redactor de Clarín Espectáculos y editor de La Agenda.

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