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#4 | Juzguemos a los otros

El sopapo de Will Smith a Chris Rock, las mujeres de 'El padrino', la ignorancia de Ava Duvernay y una gran película con Mel Gibson y Vince Vaughn.

Hola, querido suscriptor. ¿Sos team Will Smith o team Chris Rock? Qué boludez eso del team esto, team lo otro. Yo no soy de ningún team. No me gustó lo de Smith, para nada, pero prefiero no juzgarlo (acá va el meme de Moria de “qué suerte que seas tan buena, reina”). Uno de los graves problemas de esta época es que parece que cada acción de cada uno (más de las personas públicas, pero con las redes sociales todos un poco lo somos) está sujeta al juicio de los demás, que dictamina con un pulgar abajo o pulgar arriba cual emperador romano. “Juzguemos a los otros”, como decía Cha Cha Cha en los 90.

Algo de este zeitgeist está en el último número de la revista de cine inglesa Sight & Sound. Por si no lo sabés, esta revista es una de las más prestigiosas del mundo, existe desde 1932 y la publica el British Film Institute. Es famosa sobre todo por su encuesta de las mejores películas de la historia –según los críticos– que publican todas las décadas en los años terminados en dos (es decir: pronto se viene la nueva).

La tapa del número de abril es por los cincuenta años de El padrino. La nota la escribe David Thomson, uno de los críticos e historiadores de cine más importantes del mundo. Se titula “The Children of the Godfather” y dice, en resumidas cuentas, que la película es extraordinaria pero políticamente conservadora, que su universo moral difícilmente pueda ser tolerado por las nuevas generaciones y que probablemente queden más abajo en la lista de mejores películas de la historia (en 2012 quedaron en el lugar #21 y #31).

Dice Thomson: “Me pregunto si los valores de estas grandes películas coinciden con la vida y la experiencia de las que intenté formar parte. Lo que quiero con esto es señalar que estos logros cinematográficos carecen de humor, mujeres e incertidumbre. Y esa es una trinidad por la que quiero vivir”. Luego agrega que los pocos personajes femeninos (Mama Corleone, Connie, Apollonia, Kay) son apenas “mujeres de” y que resulta “problemático” que, en El padrino III, Kay quiera reconciliarse con Michael.

Sobre las mujeres en El padrino podría escribirse un libro (quizás lo tendría que escribir una mujer), pero siempre me fascinó una escena. Michael acaba de huir a Sicilia y Vito está convaleciente en su habitación. Está comiendo en la mesa la familia. Sonny habla sobre algo referido a los negros traficantes de droga y Connie le dice: “Papá no hablaba sobre negocios en la mesa enfrente de los chicos”. Carlo, su marido, le ordena de mala manera que se calle y Sonny lo increpa: “Nunca hagas callar a mi hermana”. Entonces Mama Corleone –vista desde atrás, con una mano levantada como al principio de la película es presentado Vito– lo interrumpe a Sonny: “No interfieras”.

Finalmente, lo que nos fascina no son los gángsters sino el cine. Eso nunca puede ser malo.

Esta escena no existe más que para ese gesto. No proporciona ninguna otra información. (Podés verla en 1:36:17 de la película o en este video en YouTube.) La matriarca que Thomson dice, y con razón, que no tiene nombre, no es un personaje inexistente sin poder. Es alguien que construye activamente ese universo patriarcal. Y ese universo se va a desmoronar cuando Sonny, justamente, interfiere: lo matan cuando va a buscar a Carlo en un arranque de furia, sin sus guardaespaldas.

Es cierto lo que dice Thomson, que la línea entre mostrar y celebrar es difusa. “Tenemos que ser lo suficientemente valientes como para desechar la perogrullada que dice que El padrino denuncia al crimen organizado. Son películas en las que nos fascina cada asesinato”, dice. Coincido, por supuesto, y creo que nos fascina porque Coppola (y Puzo) logran, con esos pequeños gestos como el de Mama Corleone, construir un universo y arrastrarnos a él. Finalmente, lo que nos fascina no son los gángsters sino el cine. Eso nunca puede ser malo.

John Cazale, Gianni Russo, Talia Shire, Morgana King, James Caan, Julie Gregg, Robert Duvall y Tere Livrano en ‘El padrino’.

Esta confusión que le otorga al qué se dice una importancia mayor al cómo se lo dice está perfectamente en evidencia en la nueva miniserie documental One Perfect Shot (HBO Max). Está inspirada en la cuenta de Twitter @OnePerfectShot (hija, a su vez, del interesante sitio de crítica Film School Rejects), que postea fotogramas de películas llamativos por su belleza.

@OnePerfectShot es el otro extremo: lo visual despojado de todo contexto. Por supuesto que eso tampoco es el cine, pero de ambos extremos yo me quedo con este porque es el que menos atención recibe hoy en día, en el que todo es la militancia de ideas, la bajada de línea, la opinión, el team Will Smith o team Chris Rock.

Esta confusión que le otorga al “qué se dice” una importancia mayor al “cómo se lo dice” está perfectamente en evidencia en la nueva miniserie documental “One Perfect Shot”.

Pero la serie está producida por Ava DuVernay, y eso nunca es bueno. DuVernay es un claro ejemplo de cómo alguien sin ningún talento llegó lejos gracias a las ventajas que da hoy ser mujer y negra. Y como tal, encaró una miniserie que debería haberse centrado en lo visual, desde un punto de vista puramente ideológico.

Con enumerar los protagonistas de cada capítulo alcanza: Patty Jenkins por Wonder Woman, Aaron Sorkin por The Trial of the Chicago 7, Kasi Lemmons por Harriet, Jon M. Chu por Crazy Rich Asians, Malcolm D. Lee por Girls Trip y Michael Mann por Heat.

Se entiende el esfuerzo por la diversidad, pero se me ocurren cincuenta directoras mujeres más importantes que Patty Jenkins y Kasi Lemmons, cincuenta directores negros más importantes que Malcolm D. Lee (y que Kasi Lemmons) y cincuenta directores asiáticos más importantes que Jon M. Chu (y cincuenta directores blancos más importantes que Aaron Sorkin, ya que estamos).

Pero el problema no es solo en la elección de los directores y películas, sino conceptual. Se puede comprobar en el episodio de Michael Mann, el único director en serio del sexteto. El 70% del capítulo está dedicado a hablar de anécdotas, argumentos, sensaciones, “qué lindo fue trabajar con vos, Michael”. En el otro 30%, el importante, se lo ve a Mann caminando por una reproducción en 3D del plano en cuestión. ¡Un plano no es 3D! Un plano es un cuadro, tiene iluminación, puesta, encuadre, la cámara está ubicada en un lugar preciso por algo. Es como si Ava DuVernay no entendiera la gracia de @OnePerfectShot o, peor, no supiera lo que es el cine. Ojo: mi opinión.

Michael Mann en ‘One Perfect Shot’.

Prometí que este newsletter iba a ser positivo, que iba a tratar de recomendar películas que me gustaran y no patalear como un amargo. Por eso quiero terminar con una sugerencia vehemente: mirá ya mismo Dragged Across Concrete, de S. Craig Zahler (está en Amazon Prime). Es un policial extremadamente violento y sutilmente cómico.

Ridgeman (Mel Gibson) y Lurasetti (Vince Vaughn) son dos policías suspendidos por exceso de violencia en la captura de un narcotraficante. Ridgeman tiene a su mujer con esclerosis múltiple y a su hija acosada por los malandrines del barrio; Lurasetti quiere un anillo para pedirle casamiento a su novia. Para conseguir plata, deciden robar el botín de unos ladrones de banco. La espiral de violencia va más allá de lo que te imaginás.

S. Craig Zahler es un grande y juega con el morbo y las expectativas del espectador. Prestá atención a la secuencia con Jennifer Carpenter.

Y si no te convencí con esto, mirá lo que les dice el teniente Calvert (Don Johnson) a Ridgeman y Lurasetti cuando los suspende: “La política está en todos lados. Que te señalen como racista en la conversación pública hoy es como ser acusado de comunista en los 50. Aunque sea un comentario posiblemente ofensivo realizado en privado o el trato poco delicado a una minoría que le vende drogas a los chicos, la industria del entretenimiento, antes llamada ‘las noticias’, necesita villanos”.

Nos vemos en quince días.

Mel Gibson, Vince Vaughn y Don Johnson en ‘Dragged Across Concrete’.

 

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Diego Papic

Editor de Seúl. Periodista y crítico de cine. Fue redactor de Clarín Espectáculos y editor de La Agenda.

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