LEO ACHILLI
Diario del Mundial

#1 | Un simulacro de fútbol

Poco fútbol y mucha puesta en escena en la ceremonia inaugural y en el primer partido de Qatar 2022.

Qatar 0x2 Ecuador

No soy un fanático de las ceremonias inaugurales, un género relativamente nuevo dentro de las artes audiovisuales que tiene su culminación anual el día del Super Bowl. Habitualmente no miro el Super Bowl, pero tampoco la inauguración de los mundiales ni de otros torneos: todavía recuerdo lo que me aburrí con la apertura del Mundial 78, aunque más me aburrí entonces con el partido inaugural entre Alemania y Polonia.

Pero lo de hoy fue peor. No puedo decir mucho de la ceremonia porque la pasé tratando de conectar el televisor más grande a Directv Go y el más chico a DirecTV por satélite, porque ambas señales decidieron que había que reiniciarlas. Pude ver a Morgan Freeman hablando con un muchacho sin piernas y luego al jeque pronunciando un desleído discurso en el que invocaba la diversidad. Creo que la base del espectáculo fue el recuerdo de mundiales anteriores, como si Qatar intentara disimular su anomalía presente evocando la historia. 

Me gustaría tener algún otro comentario para ofrecerles algo a los lectores, porque no sé qué voy a poder decir del partido. En algún momento de la transmisión, Juan Pablo Varsky dijo que los cataríes no eran tan malos como podría parecerle al que los veía por primera vez y respaldó su afirmación diciendo que habían ganado la Copa de Asia. No logró convencerme. Lo de hoy era tan desparejo y, al mismo tiempo, tan solemne, que no tuvo de fútbol más que la decoración. Tal vez los jugadores cataríes estaban muy nerviosos temiendo las iras del emir, como en Brasil les ocurrió a los pobres coreanos del norte. No lo sé, pero pocas veces vi jugar tan mal como a estos cataríes: no daban un pase bien, no ganaban una pelota dividida, mostraban torpeza e ineptitud en cada jugada. La figura del equipo, el delantero Akram Afif, que jugó alguna vez en el Sporting de Gijón (donde nunca hizo un gol) terminó jugando atrás y de volante central para poder tocar la pelota. 

Pocas veces vi jugar tan mal como a estos cataríes: no daban un pase bien, no ganaban una pelota dividida, mostraban torpeza e ineptitud en cada jugada.

Es cierto que el partido empezó mal para los locales: a los dos minutos el arquero salió mal en un centro y la jugada terminó en gol de Emer Valencia. Pero el VAR semiautomático debutó haciendo anular el primer gol de una serie que seguramente será larga como anunciamos hoy a la mañana (y además se tomó su tiempo). Tras un tiro libre y un mal rechazo del arquero, la pelota pegó en un jugador ecuatoriano (aunque la transmisión nunca lo mostró correctamente), el rebote fue para Torres que estaba en offside semiautomático, algo así como una uña adelantado. Torres le pegó mal y la pelota le cayó en la cabeza a Valencia que convirtió.

Los cataríes se pusieron más nerviosos y a los 15, tras buen pase de Méndez, Valencia intentó eludir al arquero que lo tocó apenas y el árbitro Orsato cobró penal. Convirtió Valencia con estilo, los cataríes no reaccionaron y a los 31 llegó el segundo gol, tras un muy buen centro del lateral Angelo Preciado para un gran cabezazo de Valencia . Y allí se terminó el partido. Ecuador conservó tranquilo la ventaja, se retrasó en el segundo tiempo, Qatar no atacó nunca y la mitad de los espectadores abandonó el estadio mucho antes del final. De los locales sólo quedó una barra con todo el aspecto de haber sido contratada para saltar sin descanso (ningún hincha legítimo puede alentar a un equipo que juega así). Si en Qatar simulan que hay tolerancia, si simulan que tienen un equipo, por qué no van a simular una hinchada. 

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En la presentación de este Diario hablábamos de técnicos cautelosos o conservadores y a Gustavo Alfaro, que llevó a Ecuador al mundial tras haber dirigido siempre en la Argentina con una breve excepción en Arabia Saudita, el término le queda corto. Pocos entrenadores se han visto con tanta vocación por defender y tan poca predisposición a arriesgar algo por atacar. No esperaba otra cosa del Ecuador de Alfaron pero, más allá de que fue muy superior, mostró ser un equipo bastante sólido, parecido a los equipos colombianos de Pekerman, que marcaban más de lo necesario dada la técnica de sus jugadores. Y los ecuatorianos parecen jugadores diestros, con oficio, que presionan bien y tienen con qué atacar. Se destacó desde luego Valencia, un viejo nueve potente al que la edad ha mejorado, pero también jugaron bien Hincapié, Preciado y Méndez, mientras que el resto no desentonó. Mención especial para el joven y hábil Jeremy Sarmiento (que juega en el Brighton, como Estupiñan y Caicedo), al que Alfaro le dio unos minutos. 

Los ecuatorianos parecen jugadores diestros, con oficio, que presionan bien y tienen con qué atacar.

Dirigió Daniele Orsato, gran farabute del silbato, que no paró de pitar minucias y amonestar sin sentido. Probable y desgraciadamente, ése será el tono de los arbitrajes del torneo. En este caso, las 30 faltas que cobró Orsato deberían haberse reducido a 20 y las seis amarillas que mostró a ninguna. En Qatar, también hubo simulacro de arbitraje.  

Ayer, cuando armé esos seleccionados arbitrarios para la nota de esta mañana, me olvidé de Benzema, quien ciertamente se merecía un lugar. Un rato más tarde se conoció la noticia de que Benzema también se había quedado afuera del mundial por lesión. Francia tiene la peste negra. 

Mañana hay tres partidos: Inglaterra vs. Irán, Senegal vs. Países Bajos y Estados Unidos vs Gales. Ninguno puede ser tan malo como lo que vimos hoy. 

 

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Quintín

Fue fundador de la revista El Amante, director del Bafici y árbitro de fútbol. Publicó La vuelta al cine en 50 días (Paidós, 2019). Vive en San Clemente del Tuyú.

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