ELÍAS WENGIEL
Domingo

Mito recargado

Treinta años después, un documental reconstruye el fenómeno de 'Tango feroz', su rol como crítica y síntesis del menemismo y como prefiguración de cambios posteriores, incluido el kirchnerismo.

Se estrena Leyenda feroz, un documental dedicado a Tango feroz, el exitoso debut cinematográfico como director de Marcelo Piñeyro que, hace treinta años, explotó las salas de cine, batió récords de espectadores y puso sobre la mesa de discusiones al rock argentino, al compás del contagioso poder de su hit troyano “El amor es más fuerte”.

El fenómeno de Tango feroz se reconstruye como el androide T-1000 en Terminator 2. Es cierto, la obra de Piñeyro no se vio afectada por la lluvia ácida (le llovió mucha guita por la venta de entradas, eso sí), pero el cambio de forma que supone el paso del tiempo no altera la tensión controversial. Todavía resulta difícil reconciliar su éxito en taquilla con la idea de rescatar a un personaje marginal, en principio bien lejos de lograr una película tan comercial como popular. Algunos interrogantes se mantienen. ¿Qué elementos la volvieron un fenómeno de culto? ¿Los jóvenes se sintieron interpelados por la mezcla de canciones nuevas con clásicos? ¿El menemismo le dio efecto de resistencia a la romantizada protesta y a las emotivas reuniones en sótanos que muestra?

La polémica noventera se reabre con el lanzamiento de Leyenda feroz, realizado por Denise Urfeig y Mariano Frigerio, que tuvo sus funciones de presentación en la última edición del Bafici y ahora llega a todas las salas. La dupla también dirigió Carroceros, un documental sobre Esperando la carroza, otro éxito que podría alinearse con Tango feroz: quizás podríamos pensar en que no son cine puro en su estructura, una es un sainete filmado y la otra un videoclip que dura dos horas.

Es interesante ver cómo conectaron de manera instantánea con la película quienes la vieron entre los 12 y los 20 años.

La figura de Tanguito, un trovador conocido por su estilo de vida salvaje y su contribución inconsciente al nacimiento de lo que suele llamarse rock nacional. Un mito. La certeza que tengo es que la película fue un golpe impactante para los adolescentes, mientras despistaba a la prensa cinematográfica. La revista El Amante la destruyó. Además de una reseña de Gustavo J. Castagna, se sumaron duras sentencias de Quintín (“Tango atroz”, tituló) y de Alejandro Ricagno. El crítico maldito de la revista le dedicó una investigación especial, centrada en una encuesta. Entrevistó a adolescentes que manifestaron su gusto por la película, excluyó a quienes superaban los 20 años o la detestaban, para entender cuáles eran los factores personales que llevaban al encantamiento por el film. Las preguntas variaban según las respuestas, el interés por conversar y la creatividad de los entrevistados. Como en una suerte de focus group –¿qué te gustó de Tango feroz?, ¿qué escenas te impactaron más emocionalmente?– buscaba identificar las motivaciones personales que llevaron al éxito masivo.

Es interesante ver cómo conectaron de manera instantánea con la película quienes la vieron entre los 12 y los 20 años. Como Ricagno, realicé un pequeño estudio con algunos amigos que fueron parte de la marea colectiva en esa franja etaria y no volvieron a verla: los resultados son reveladores. Les pedí que la calificaran y que la describieran en seis palabras. Nadie la consideró mala. A una amiga le pareció excelente, pensó que la película era una isla en donde le gustaría quedarse. Dos amigos, críticos y programadores, llegaron juntos pero no se vieron: uno dijo que es mediocre, la definió como un hecho generacional más que cinematográfico; el otro no la calificó (“tenía 12 años y me enganché”, se disculpó por su falta de análisis) y la caracterizó como “un big bang cultural irrepetible”.

Todo indica que si la viste a esa edad te volaba la cabeza, como les pasó a los directores de Leyenda feroz. Frigerio rememora: “Cuando se estrenó tenía 12 o 13 años. Era un suceso del que todo el mundo hablaba y, para nosotros, los más jóvenes, representaba el deseo de ver algo prohibido. Sabíamos que contenía desnudos y escenas de sexo; eso avivaba nuestro interés por verla. Convencí a mi padre y me llevó. Para mí, fue un descubrimiento del cine. Fue la primera película «de adultos» que vi y me marcó para siempre. Además, fue mi puerta de entrada al rock nacional. Ese mismo año se publicó El amor después del amor de Fito Páez, que junto con Tango feroz fue la banda sonora de mis primeros años de adolescencia”. Mientras que Urfeig detalla: “Tenía 15 años, estaba en tercer año de la secundaria y fui con mis amigas. Salimos fascinadas con la historia de rebeldía y enamoradas de ese príncipe azul rockero que era Tanguito. Vivíamos en pleno menemismo, no parábamos de ir a manifestaciones por la educación pública y la película me atravesó por completo, me fanaticé enseguida. Además, fue el primer varón desnudo que vi, así que fue una experiencia iniciática en varios sentidos”.

Tango versus Tango

Aunque no me cuento entre los fanáticos de Tango feroz, más bien todo lo contrario, el documental me provocó una felicidad inesperada. Sentí como si hubiera sido parte de todo el éxito generado por la película en los cines (más de 1.700.000 espectadores, aunque se presume que la cifra real fue el doble), en el ejercicio de una seducción retroactiva que la pone en mi lista de películas que amo odiar. Como menciona Quintín en su diatriba –es uno de los entrevistados en Leyenda feroz, por eso se vuelve cita de autoridad– “no aspiro a saber por qué es un objeto de culto, apenas intento preguntarme por qué me molesta que lo sea”. A mí no me molesta que sea un objeto de culto, me pregunto por qué lo es.

El documental me revela que la película muestra una división entre dos facciones, una dicotomía, el reino de la luz y las fuerzas de las tinieblas. Tanguito no sabía que sería una piedra fundamental del rock argentino. En los ’90, la película no parecía establecer un discurso para moldear el pensamiento oficialista de los actores. Ahora vemos un conjunto de prácticas configuradoras de sentido, sostenido en un proceso de diferenciación externa y homogeneización interna. De un lado, el de ellos, el bien, y del otro, el del resto que no piensa así, el mal.

Tanguito no sabía que sería una piedra fundamental del rock argentino. En los ’90, la película no parecía establecer un discurso para moldear el pensamiento oficialista de los actores.

El precepto de que incluso el peor de los artistas merece el mejor de los homenajes se cumple con creces en Leyenda feroz. Funciona como un documental no autorizado, hace que las escenas del backstage de Tango feroz parezcan haber sido capturadas por un voyeur intrépido y un toque morboso. Hay otra superposición en juego. La sincronización sin complejos entre lo que se buscaba y lo que se encontró. Leyenda feroz, por momentos, adopta el enfoque de un fan colado (lo curioso es que las imágenes son del set de filmación, todavía no existía ningún fanático), pausado y reflexivo para explorar las diferencias, vulnerabilidades y los momentos destacados de cada uno de los protagonistas. Las contradicciones que muestra Piñeyro, por ejemplo, nos acercan a una honestidad que la película no tenía.

La película desencadenó varias batallas. Así, vemos a Javier Martínez y a Pipo Lernoud afirmar que en este Tango no hay nada del Tanguito que conocieron en La Perla. El rechazo de Litto Nebbia a que sonara “La balsa”, motivo que forzó a Piñeyro a dar un giro narrativo al proyecto. La secuencia en la que los autores de “El amor es más fuerte” recrean el momento en el que el productor Claudio Pustelnik les solicitó que compusieran una canción para reemplazar a “La balsa” en el núcleo de la historia es realmente cautivadora. Fernando Barrientos y Daniel Martín, con inocencia, talento y audacia, asumieron el desafío de reemplazar a LA canción y arriesgaron que podrían lograrlo en dos días. Con la voz de Ulises Butrón y los gestos adustos del Tango interpretado por Fernán Mirás, la canción adquirió una fuerza sorprendente: en cada cine, en cada función, el público la coreaba como si fuera la última vez (algo similar ocurría con “Presente”, el clásico de Vox Dei que cobró nueva vida en la voz de Barrientos).

Caras más caras

¿Qué es Tango feroz para la historia del cine argentino? ¿Qué jugo puede extraerse de la pretendida resistencia con mensaje de esos rockeros correctos, inspirados en la leyenda de Tanguito, que aparecen en la película tirando frases que hoy se escuchan en los parlamentos de Claudio María Domínguez? Tras la función de presentación del documental en el Bafici, Cecilia Dopazo dijo que “los adolescentes y la gente joven abrazaron la película porque expresa un momento de la vida que es muy romántico, donde uno siente que todo es posible y que todos los caminos se pueden tomar. Está muy bien contada y también retrata una época en donde los valores eran muy diferentes a la época en la que se estrenó, en el año ’93. Como estaban el mundo y el país a finales de los ’60 era muy diferente a lo que se estaba viviendo con el menemismo. La película sale a decir: «Todo no se compra, todo no se vende», cuando estábamos en un momento en el que era todo lo contrario. Lo que se pregonaba era: «Valés en tanto lo que tenés» y eso pegó muy fuerte en la juventud. Además, es una película que está muy bien hecha, que acercó el rock nacional a quienes no lo conocían, lo valorizó y lo puso en escena nuevamente. Es multifactorial el éxito de Tango feroz“.

Dopazo expresa su opinión sobre la película con cierta confusión, similar a la perspectiva de los guionistas que la escribieron. Con pomposidad, sostiene que los años ’60, ¡los ’60!, no fueron tiempos revoltosos y anula la concepción materialista con su reflexión sobre el lema “todo no se compra, todo no se vende”.

Esto plantea un dilema cultural más profundo que la mera financiación del arte, tan cuestionada hoy. Bastar con decir lo que la mayoría quiere escuchar para tener a todos contentos. Imágenes de archivo, repeticiones, analogías, ojos húmedos, trayectorias artísticas con muchos sobresaltos, recreación de escenas, tarareos infinitos. Leyenda feroz tiene efectos conmovedores, hace preguntas, agrega granos rojos y amarronados a nuestra memoria VHS.

 

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Damián Damore

Periodista. Colaboró en Clarín y La Agenda, entre otros medios. Escribió el libro Luces Calientes, un libro sobre Sumo y prepara otro sobre Los Twist.

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