La victoria de Greenpeace en Filipinas contra la aprobación del ‘arroz dorado’ muestra que el activismo anti-globalización está dispuesto a poner vidas en peligro por cuestiones ideológicas.
Mientras el mundo acelera en su camino por abandonar los combustibles fósiles, Argentina sigue como si nada, subsidiando e incentivando el uso de gas, petróleo y el peor de todos: carbón.
En un mundo donde se acelera la agenda climática, el Gobierno comprometió al país a una meta de emisiones ambiciosa y exigente, pero imposible de cumplir con nuestro modelo productivo actual.