ELOÍSA BALLIVIAN

Los desafíos del cambio

Comentarios de nuestros lectores a artículos recientes de Hernán Iglesias Illa, Sabrina Ajmechet y Gustavo Noriega.

Sobre “Vayamos por casi todo”, de Hernán Iglesias Illa

(podés leerla acá)

Estimado Hernán, la nota me parece muy interesante, y comparto la idea de lo que se fue generando desde 2020 con las primeras marchas anti-encierro y todo lo que vino después.

Hay un aspecto que observo también, y es que el fenómeno que se produce en nuestro país, y que describís en esta nota, se da en medio de cambios en sentido contrario producidos en “el vecindario”; Chile, Bolivia, Perú (dejo de lado Brasil por que allí hay un algo más, que no se asemeja a los nombrados).

Claro que para llegar al momento actual, incluyendo las posibilidad de gobernar nuevamente, hubo de todo, incluyendo las desavenencias del matrimonio poliamoroso de Juntos por el Cambio. Lo bueno es que se perfilan definiciones y que estas serán, según mi opinión, muy, pero muy monitoreadas por los seguidores de Cambiemos; que son capaces de equivocarse, por supuesto, pero a la hora precisa te olfatean un Topo infiltrado y lo desnudan en las redes.

Otro punto muy importante que me preocupa mucho, es el contexto complicado que se viene después del kirchnerismo. Creo que tiene varios ingredientes. Los conflictos se vienen con mucha sed de venganza; por haber fracasado el kirchnerismo, por la inoperancia de la liga de gobernadores que se arrodillaron sumisos, por la cobardía de sindicalistas que permite escandalosos niveles de desempleo, trabajo informal, pobreza. Van a actuar con mayor dureza para aplacar su mayor fracaso; es como cuando arrojás furioso el martillo, cuando le erraste al clavo y te destrozaste un dedo.

Otro aspecto es el escenario conflictivo regional y a nivel mundial, que nos afectará comercialmente, financieramente, en ambiente. Los equipos que trabajamos en algunos temas, planificando y proyectando acciones —en salud, trabajo, seguridad, etc.— vemos con preocupación que el escenario del próximo gobierno habrá de ser gestionado apretando algo más que los dientes y en un ambiente muy difícil.

Pero el cambio se dará porque ya se viene de esa manera. Como vos decís, hoy se comprende en la sociedad de la necesidad de bajar el gasto público innecesario, la optimización al máximo de los pocos recursos que habrá, de la necesidad que se fue instalando de una administración transparente, todo esto es algo que se viene y que no habrá que convencer a los k en discusiones estériles, sino acompañar en todo este proceso a los que en todos estos años soportaron y bancaron la parada.

Abrazo y mejores augurios para Seúl y felicitaciones por el esfuerzo que hacen.

—Mario

 

Hola, les habla un surcoreano.

Mi primer contacto con Seúl fue, en su momento, con el especial de la Batalla cultural, aunque luego les perdí el rastro. Ahora los redescubrí al ser Hernán Iglesias Illa mencionado en una nota de Jorge Fernández Díaz. Es así que leí la nota “Vayamos por casi todo” y volví a leer Batalla cultural completo (y algunas otras notas sueltas) y me estoy llevando una grata sorpresa a cómo ha ido evolucionando el pensar y sentir de las ideas en el sur.

Algo que vengo percibiendo constantemente es esa eterna comparación con el kirchnerismo más sectario. Todos los que militamos alguna vez y hemos tenido la suerte (en mi caso trabajar en un Concejo Deliberante) de interactuar con militantes partidarios de base de otras organizaciones sabemos y conocemos que “los de la otra vereda” también desean que a todos nos vaya bien. Lamentablemente, los más radicalizados siempre se imponen (lo sé, su sistema ideólogo doctrinario los lleva a eso) y son los únicos visibles desde “este lado de la vereda”.

Es decir, que nos hemos estado pasando tanto tiempo buscando nuestra identidad por comparación con los más extremistas que nos quedamos sin energías y comenzamos a llamarnos “oposición” en vez de lo que realmente somos: republicanos liberales de centro, con fuertes líneas socialdemócratas. Con toda tranquilidad puedo afirmarlo habiéndome afiliado cuando aún el partido se llamaba PRO – Propuesta Republicana. Hoy, ya con 31 años, me encuentro con que el esfuerzo está dedicado a la construcción de un sentido común, que nunca será ni impuesto ni total porque nosotros mismos no lo permitiremos.

Por último, creo que el no haber existido un segundo mandato es algo más positivo de lo que parece (eso o que mi obstinación en concentrarme en ver el agua del vaso medio lleno redime todo lo demás). Que no hayan salido las cosas tal como se esperaban desde el sur en 2019 nos ha aleccionado a no dormirnos en los laureles, a más de uno nos recordó ser humildes y nos abrió la posibilidad de nuevas generaciones de participantes en la política.

—Javier

 

 

Sobre “Un cambio para el futuro”, de Sabrina Ajmechet

(podés leerla acá)

Muy buen artículo, no puedo diferir en nada. Pero, aunque soy un optimista irredimible, en este caso, con mi país, no veo arreglo posible.

Como decís, tenemos todos los recursos, materiales y humanos, todavía tenemos infraestructura, etc. Y una parte de la población con valores democráticos. Pero la destrucción económica y social es demasiado grande. ¿Tenemos un Churchill que nos pida a todos el tremendo esfuerzo y sacrificio necesario para hacer los cambios? ¿Realmente tenemos, en el fondo, una sociedad realmente liberal que lo entienda? ¿O somos todos, en el fondo, peronistas, herederos de la cultura católica hispánica, que como dice Loris Zanatta, nos hace muy sensible a los populismos, corporativismos, autoritarismos mesiánicos, etc.?

Los cambios implicarían muchas cosas que en un primer momento, que tal vez dure muchos años, van a llevar a niveles insospechados el nivel de pobreza y desempleo de todos, incluso de las clases acomodadas. ¿Tenemos un líder democrático, con un Congreso democrático y una sociedad que pueda apoyar durante mucho, mucho tiempo los cambios, hasta que todo vaya mejorando, muy de a poco? Por ejemplo:

– La desarticulación de los sindicatos obligatorios y únicos. ¿Quien lo para al todopoderoso Moyano?

– Pasar de tener deficit fiscal a tener superávit fiscal, para pagar la deuda y recobrar el crédito sano, eliminando y dejando sin trabajo a una enorme de empleados públicos inútiles y carísimos, liberando las tarifas de los servicios públicos, bajando los impuestos para que las empresas puedan trabajar, desarticulando las mafias de empresarios que basan sus negocios en privilegios (obviamente no son todos, por suerte), desarticulando el sistema de coimas que ya esta distribuido en todos los estratos de la administracion pública (y muchos dicen con todos los partidos, aunque algunos son más prolijos que otros), modificando las leyes laborales, etc.

La lista de reformas es interminable. Mi punto es, ¿está realmente la sociedad dispuesta a pasarla muy mal mucho tiempo aunque, quiméricamente, apareciera Churchill o Merkel para gobernar de forma democrática y liberal, por supuesto, y todos los escucháramos y acompañaremos en el sacrifico? ¿De donde sacamos ese líder con el poder para hacer las transformaciones? Es claro que el “gradualismo” fue un error y además hoy ya no es alternativa.

Pero esto no acaba aqui, imaginate por un momento y muy, muy de a poco, todo lo anterior pase y, como saliendo de una guerra, todo se pudiera ir normalizando y se pudiera ir recuperando la riqueza y el crecimiento, ¿no ganaría enseguida el peronismo u otro que tentara a la sociedad, subiéndose a la ola de optimismo, para volver a la sociedad corporativa, prebendaria, que reparte lo que no hay? ¿Podemos modificar nuestro inconsciente hispánico corporativo, que nos ha llevado hasta aquí, y que es parte intima del ser profundo de todos los argentinos, hasta de los más “liberales”? Los cambios culturales llevan siglos… o una guerra.

No soy nada optimista aunque reconozco que no estamos saliendo de una guerra, tenemos recursos, tenemos algo de infraestructura, algo de institucionalidad. Italia tardó 12 años después de la guerra en volver a ser un país normal y próspero, pero porque la gente fue muy consciente y vivió esa guerra que destruyó todo. ¿Somos los argentinos realmente conscientes del grado de deterioro que hemos logrado desde 1910, de a poco pero constantemente?

Mil disculpas por mi pesimismo. Aprecio mucho su articulo y no puedo dejar de aplaudir sus intenciones. Ojalá que me esté equivocando.Muchos saludos

—Juan Cassagne

 

Creo que es demasiado sencillo decir que las personas no participan en política porque prefieren vivir tranquilas. Llegar a instancias de poder, en cualquier ámbito, no sólo en la política, en empresas privadas y también en muchos otros ámbitos, requiere aceptar muchas cosas que son inaceptables para personas con el tipo de valores que antepongan el interés general al particular o de grupo.

Otro argumento, el mérito y la capacidad para el cargo son importantes, pero es raro que sólo eso sirva. Las vinculaciones son muchas veces, mucho más determinantes. La importancia de ser de determinada manera, de aceptar determinadas cosas, de conocer a determinadas personas es relevante, y es la razón de que muchos, que sería bueno que llegaran y que funcionaran como buenos ejemplos para el resto, no lleguen. Lo he visto tanto en la función publica como en la privada.

Cordiales saludos.

—Silvia

 

 

Sobre “Siempre te voy a querer”, de Gustavo Noriega

(podés leerla acá)

Hola Gustavo, antes que nada quiero agradecerte por tus notas, las disfruto mucho.

Acabo de terminar de leer la nota acerca de Dolly Parton y la historia detrás de la elección “I will always love you” para El guardaespaldas y me permito aportar un dato que tiene que ver con la figura (en varios sentidos) de Parton.

Soy biólogo y el destino quiso que en un congreso en Holanda compartiera más de una cerveza con Keith Campbell, el inglés que realizó los experimentos que culminaron en Dolly, la famosa oveja que pasó a la historia como el primer mamífero clonado. Hay que tener en cuenta que los núcleos celulares que usaron para la clonación provenían de células de la glándula mamaria y que Campbell era un personaje al que le gustaba mucho la cerveza y nada la corrección política. Me gusta creer que a la gran Dolly Parton le da igual que la hayan homenajeado a ella o sólo a sus tetas.

Saludos.

—Juan Traverso

 

Mi nombre es Gustavo Ferrari y me anima dedicarte un feedback el goce que me ha producido la lectura de de esta última entrega y de varias de tus notas del año pasado.

Te “tenía” difusamente por nombre porque no abundo en sumergirme en la televisión ni abierta ni cerrada a la que en general recurro solamente para fútbol, películas o series (en ese orden). Pero debo decirte que la lectura de tus “Relación de ideas” me atrapa cada vez por la profundidad con que abordas temas que a veces se consideran superficiales y el vínculo de diferentes materias que logras engarzar (poco original mi hallazgo atento el título de tu newsletter que evidencia el estilo).

Recuerdo vivamente el que dedicaste a los amigos animales y que fue uno de los primeros que empecé a compartir con mis hijas mayores, bailarina una y actriz la otra y convencidas defensoras del empoderamiento femenino y veganas ambas (como mi actual esposa que fue positivamente influenciada por ellas y nuestra hija de 8 años que va en idéntico camino).

Ahora, cada vez que te leo, lo comparto con ellas y con uno de mis yernos (amó tu nota sobre “Pizza, birra, faso” y el Pity) que es formal abogado exitoso pero músico en sus entrañas y disc jockey en fiestas de amigos.

En resumen, sabé que contribuís a disparar buenas charlas que distan de ser pasatistas o superficiales en épocas en la que la abundancia inédita de temas no es en general acompañada por abundancia de conversaciones productivas.
Va entonces mi agradecimiento por todo lo dicho y también por mí mismo, que —sin vanagloria alguna y quién sabe por la edad— cada vez leo menos cosas que me sorprenden o de las que no pueda percibir anticipadamente el final o el contenido, aburriéndome ya con el título y la bajada. Percibí además en vos la admisión de algunos cambios de criterios previos lo que también forma parte de mi admiración. Agrega poco el que siempre piensa lo mismo y escribe siempre lo mismo.

Fuerte abrazo y, otra vez, gracias.

—Gustavo Ferrari

 

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