Es un día cualquiera y aparece un nuevo titular horrendo, otra violación, otro crimen intolerable. Esta vez el miedo a caminar sola de noche tiene un nuevo acompañante, a la luz del día y en medio de la vida cotidiana, el absurdo y el horror de la mano.
Voces oficiales responden: “La seguridad de mujeres y niñas en todo el país es nuestra prioridad. Estos crímenes, a menudo ocultos, no tienen absolutamente ningún lugar en nuestra sociedad. Queremos incrementar el número de casos llevados a la justicia. Si los autores no son castigados rápida y severamente, las mujeres nunca se sentirán seguras. La policía debe escuchar a las víctimas de estos crímenes”. Y desde el Ministerio del Interior se abre un plan de acción que incluye una segunda consulta a la población sobre violación, acoso, y todas las variantes de violencia de género, para mejorar los datos disponibles y detectar patrones de conducta, sectores vulnerables, áreas de acción prioritarias y fallas del sistema. El objetivo es reforzar y modificar políticas públicas para las mujeres, enlazando varias áreas de gobierno: justicia, seguridad, salud, servicios sociales, educación, en todos sus niveles.
Sólo que esto sucedió en el Reino Unido. En Argentina, donde el feminismo tiene un ministerio en el Gobierno, está representado y tiene voz, es otra cosa. Habla la ministra Gómez Alcorta: “El problema está en la sociedad”. No shit, Sherlock. Luego agrega: “No se trata de hechos que estén vinculados a personas, varones, con algún problema en particular” y “todos tenemos que comprometernos”.
La captura por parte del peronismo de un movimiento social para uso propio empezó con los movimientos obreros, siguió con organizaciones de DDHH, luego deglutió al feminismo.
Quienes se comprometieron y rescataron a la mujer violada a la luz del día también son parte de la sociedad y hoy son amenazados por allegados a los violadores, pero sigamos adelante: “Es tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, tu amigo, tu compañero de trabajo”. Al mismo tiempo, sectores del colectivo y de la academia aportan con un debate semántico sobre el reemplazo del término “violación en manada” por “violación grupal”. Y es fundamental el cierre de Gómez Alcorta: “Necesitamos más presupuesto”. Hashtag, flyer, foto de puño en alto, 8 de Marzo. Listo.
Ya no sorprende el modus operandi peronista. La captura de un movimiento social para uso propio empezó con los movimientos obreros, continuó con organizaciones de derechos humanos, luego deglutió al feminismo, y ahora se dirige velozmente hacia el ambiente. En cada caso, el resto de la sociedad se deja atropellar una y otra vez, enredada en el objetivo inicial compartido, sea el cuidado del ambiente o la igualdad plena de las mujeres, sin herramientas ni discurso para reaccionar, reducidos a acompañar y a ocupar el lugar designado por el dogma.
Es prioritario cortar este ciclo perverso porque no se trata sólo de una estrategia política. El uso kirchnerista de toda causa como herramienta de acumulación de poder político, control social y del discurso está dejando en el camino un tendal de daños y víctimas.
Los índices de violencia contra las mujeres no disminuyen con un acto multitudinario manufacturado desde los ministerios ni con trapos en la calle.
Los índices de violencia contra las mujeres no disminuyen con un acto multitudinario manufacturado desde los ministerios ni con trapos en la calle, por más sinceridad que exista en las bases del acting triste del repudio. Ante una violación no sirve el desplazamiento de la culpa en entidades abstractas ni la colectivización de la responsabilidad individual como único recurso: la lectura ante la sociedad es que no habrá persecución institucional de la violencia contra las mujeres, sino excusas colectivas para el violador.
En cada violación o muerte anunciada de una mujer, ante cada convicto liberado que reincide, la inoperancia se encubre con ideología y culpabilización abstracta, empujando al horizonte el día en que puedas vivir libre sin temor porque antes tiene que cambiar la sociedad, y eso lleva tiempo. Y más presupuesto. Y que los sigas votando a ellos y no a los otros. Loop infinito, hasta el próximo crimen.
Recuperar el feminismo
El feminismo kirchnerista, además de la responsabilidad individual diluida, suma el encubrimiento si el violento es de la propia tropa. Innumerables casos salieron a la luz, y si la difusión del caso es inevitable el mensaje es de protección al violador. El caso paradigmático del senador provincial y referente de La Cámpora Jorge “Loco” Romero comunica la política del kirchnerismo hacia las mujeres mejor que cualquier consultora: luego de balbucear el mantra canónico “soy un varón criado en una sociedad patriarcal” (sic), a todas luces redactado por terceros, recibió un homenaje de su partido en plena sesión del Senado bonaerense. Ego te absolvo. El mensaje a la sociedad es que hay protección e impunidad para los propios, y que la mujer es una víctima sacrificable.
El discurso del feminismo kirchnerista es dogmático: culpa, opresión, clasismo, absolución selectiva, redención con militancia.
No es casual la metáfora religiosa porque el discurso del feminismo kirchnerista es dogmático: culpa, opresión, clasismo, absolución selectiva, redención con militancia. Confunden deliberadamente a la sociedad reemplazando instituciones con orgas, seguridad legítima en democracia con murgas, justicia con anomia. La política criminal del primer kirchnerismo consistió en jefes penitenciarios disfrazados de hombre araña y eventos pretendidamente culturales como ritos de purificación política. Ante una sociedad agotada se moderó ese perfil, pero continuó el discurso insensato, el soporte académico con su confusión deliberada o no entre el análisis sociológico y la praxis en el plano institucional. Vivimos la despenalización de facto de la violación y otros delitos violentos porque no existe el interés ni la capacidad de prevenir, perseguir y condenar esas conductas.
El rol de la oposición es recuperar el feminismo para todas las mujeres. Terminar con el discurso kirchnerista, reemplazar su agenda y sus categorías teóricas, tal como se haría en economía o transporte: es necesario señalar el abandono de las víctimas y el crecimiento de la violencia, refutar a la academia, quebrar todo acatamiento al discurso del feminismo peronista y remontar el malestar y la división generadas en estos años por ese discurso, así como aislar a las minorías reaccionarias que resurgieron gracias a las performances vacías del kirchnerismo militante para beneplácito del peronismo.
El rol de la oposición es recuperar el feminismo para todas las mujeres. Terminar con el discurso kirchnerista, reemplazar su agenda y sus categorías teóricas.
Pero ante todo, es preciso acercar la posibilidad de generar soluciones efectivas para las mujeres. No más refugio en el plano abstracto y simbólico de análisis sin correlato institucional. La supuesta comprensión del fenómeno dista de ser útil cuando no se traduce en acción de gobierno, cuando no previene ni salva a nadie. La salida a la crisis de violencia está en la vuelta a las instituciones y a un trabajo muy persistente en la justicia y las fuerzas de seguridad, hasta que toda mujer sepa que tiene allí su lugar y la protección de sus derechos.
El mandato es quebrar el dispositivo de control oficialista, desde la razón y la representación. La prioridad es cambiar la agenda y hablar con la sociedad desde otro lugar y con un lenguaje propio que conecte con las necesidades reales, alejado de los dialectos militantes, hablarle a las mujeres de a pie, incluir a los hombres. La sociedad ya maduró lo suficiente como para rechazar micromachismos y violencias simbólicas: es hora de que la oposición elabore y comparta con la sociedad sus programas de gobierno, basados en evidencia y datos, enfocados en la prevención, persecución y castigo de conductas violentas. Es necesario que la justicia, la seguridad, la salud y la educación trabajen para las mujeres, y demostrar que es posible, indispensable, y justo que las mujeres y los hombres vivamos mejor.
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