ELOÍSA BALLIVIAN

¿Arancelar la UBA es constitucional?

Algunos lectores refutan a nuestro autor de la semana pasada, Alejandro Calzetta, y dicen que se puede arancelar la universidad.

Amigos de Seúl:

No recuerdo una marcha en 2017 o 2018 sobre el presupuesto de la educación, pero tal vez estuviera viendo otro canal. Tampoco concuerdo con que el solo talento de Yaco (que lo tiene, incluso un equipo de comunicación estratégica probado, que casi le gana las PASO a Jorge Macri) sea capaz de armar semejante marcha como la del 23. Por cierto, yo fui. Y no pude evitar emocionarme, incluso llorar abrazada con varias colegas de la Sala de Periodistas de Casa Rosada. La marcha tocó una fibra.

Además de los que no fueron, que estando a favor o en contra escucharon espantados los discursos de Taty Almeida y de Adolfo Pérez Esquivel, es probable que muchos de los que fueron puedan haber sido indiferentes a la poderosa manifestación. Pero hubo una mayoría que se sintió parte de una energía nueva, que tomaba sus experiencias para navegar en medio de la incertidumbre hacia algún futuro que repare, cambie y construya un porvenir sin agresiones y contenedor de nuestros valores colectivos, pensando en nuestros hijos y nietos.

Ponele que eso sea progre. En cualquier caso, no es anticapitalista, tampoco populista, ni fascista, ni siquiera indigenista en el sentido de no respetar la propiedad privada ni promover la estigmatizacion de Julio Argentino Roca. No es comunista, ni trosko. ¿Es socialdemócrata? ¿Qué quiere decir Milei cuando habla con asco de los socialdemócratas? Igual lo hacía Joseph Goebbels en la previa del régimen nazi. ¿De dónde salen esas calificaciones terraplanistas absurdas? Una lógica difícil de entender para mí.

Lo que sí entiendo es que a alguien del PRO le cueste entender los movimientos callejeros con tanta carga emotiva como fue la marcha del 23. La emoción es una ficha que le cayó a Marcos Peña cuando ya habían perdido y encaró las marchas a favor con valores muy parecidos a los que estaban en la trama de esta marcha. Hoy sabemos que Marcos pergeñaba entonces una fuerte transformación personal, que hoy se plasmó en su libro. Pero en el PRO, entonces, se creyó que era una “estrategia”, no un sentimiento genuino.

Sin Marcos, EMHO, el partido de Mauricio Macri se transformó en una fruta seca, una máquina eficiente que ya no podrá liderar una fuerza de cambio en la Argentina. Pero esa energía que se transmutó en Cambiemos y en Juntos por el Cambio sigue ahí, intacta. Con ganas de mezclarse con el peronismo, la izquierda y la derecha democráticas, en fin, con los que anden por ahí buscando algún rumbo.

Que hayan votado o no a Milei, que hayan votado o no a Massa, no tiene importancia. Hay muchos que lo hicieron para que no gane el otro. Es una energía negativa, que no suma a la convivencia.
Ya sé que no es muy científico lo que digo. Pero estoy convencida de que no es la grieta la que nos hará libres. Y, cuando dejen de agredir, también necesitaremos a los libertarios.

–Silvia D. Mercado

¡Hola y buen domingo!

Estuve leyendo con mucha atención el artículo de Masariche sobre parques nacionales en el que elogia la explotación turística vigente en el modelo estadounidense de gestión de los parques.

Masariche comenta que no hay conflicto entre turismo y conservación, pero noticias recientes parecen contradecir este punto. Un ejemplo claro es lo que sucede en Zion.

Muchos grupos incluso proponen limitar el ingreso de turistas a los que poseen una reserva previa. Yo creo que los parques nacionales suponen la conservación de las bellezas naturales de nuestro territorio para todos nuestros habitantes, los que se encuentran vivos y los que están por nacer. Y me parece que los numerosos ejemplos de lo que sucede en Estados Unidos indican que este principio no es compatible con un modelo basado en el turismo masivo. Lo muestran algunos hechos recientes.

¡Saludos!

–Augusto Solari

Buen día.

Ref. el artículo del asunto: “En este sentido, el artículo 75, inciso 19, no deja mucho espacio a la argumentación”.

No obstante, Lonigro hace espacio a la argumentación.

Yo agrego: los posgrados también son parte de la educación pública. Si vamos a ser literales y extremos, lo que cobran por esos cursos, ¿debiéramos considerarlo inconstitucional?

Saludos,

–Elpidio Manuel Alvarenga

Para conversar. La neutralidad no está considerada por los diplomáticos de carrera ni lo estuvo anteriormente. La posición argentina debe diseñarse según intereses territoriales. Malvinas, Antártida, presencia en el mar y el espacio aéreo. Con vecinos y las nuevas amenazas, un desarrollo nuclear pacífico y, por cierto, con los valores occidentales, la Constitución nacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Seguridad, territorialidad e inserción comercial. Las dos primeras son estáticas, sin margen ni flexibilidad. La tercera es dinámica. Estados Unidos, inversiones, respaldo financiero, Brasil, China, Vietnam, el Magreb, etc.

Felicito al autor por su interés. Ojalá muchos fueran como él. Gracias, Seúl.

En cuanto al arancelamiento universitario, en Uruguay pagás un porcentaje de tu sueldo una vez graduado. Tu educación fue sin cargo. Una vez recibida gratis, ayudás a los que te siguen.

–Fernando Petrella

Señor Calzetta, mucho gusto. Soy Gerardo García Gorostidi, economista egresado ya hace muchos años de la Facultad de Ciencias Económicas. Es decir, de la universidad pública (que de ninguna manera fue gratuita, porque alguien la pagó). Y con posgrado en una universidad privada (que no puede considerarse pública bajo ningún aspecto) y que tampoco fue gratuita (alguien pagó el costo de mi enseñanza).

Apenas un comentario que podría ser mucho más largo referido al tema educativo.

El arancelamiento de la universidad o de cualquier estamento de la educación pública no viola ningún principio constitucional ni el concepto de gratuidad. Sería bueno que cuando se hable del tema se lo haga con todos los elementos puestos sobre la mesa.

Apenas dos considerandos:

1. La diferencia entre educación pública y privada. No depende de si “se paga” o si no. En cualquier caso, eso determina el tipo de administración de la institución. Si es de administración pública o de administración privada. La educación privada es algo totalmente distinto a la cuestión de quién administra.

2. El arancelamiento no elimina el concepto de gratuidad sino de qué se financia. Si se financia la oferta o se financia la demanda. En el primer caso, los aportes públicos se canalizan a las instituciones (con lo que eso supone en materia de calidad, excelencia, formación académica, etc.), y en el otro se canalizan los aportes públicos a quienes concurren a los establecimientos educativos.

Como podrá ver, el tema constitucional no tiene nada que ver. Pero nada. Todo pasa por quién recibe los fondos públicos con los que se garantiza “la gratuidad” (cosa que, por otro lado, no existe: siempre alguien paga). Es decir, un problema de aplicación de fondos, de financiamiento.

Y, por otro lado, sería bueno que cuando alguien hable de la universidad, y especialmente de la UBA, haga al menos una somera descripción de lo que ha sido el manejo de la misma a través de décadas. Y sobre el Hospital de Clínicas… su deterioro no es de hace cuatro meses. Lleva muchas décadas y siempre estuvo administrado por el radica… perdón, por el peronis… no, perdón, por la Universidad de Buenos Aires.

Y dejo constancia, por si fuera necesario, que no estoy con esto defendiendo ni levantando banderas que dicen Milei Presidente. Soy liberal, claro que lo soy, y tengo militancia en el liberalismo desde hace más de 50 años. Simplemente pretendo que cuando se discute algún tema se lo haga con profesionalismo. De vuelta: el arancelamiento no es anticonstitucional. Privar a muchísimos de una buena educación, o simplemente de educación, tampoco es anticonstitucional. Es inmoral.

Muchas gracias,

–Gerardo García Gorostidi

Estimada gente de revista Seúl:

Agradezco y celebro la aparición de artículos que, además de cubrir la siempre cambiante y demandante coyuntura política y económica, busquen plantear temas que miren a un horizonte más alejado, y que planteen discusiones muy útiles para la necesaria definición de políticas públicas de mediano y largo plazo.

¡Muchas gracias!

–Miguel E. Pellerano

Respecto del tema del arancelamiento universitario, quiero compartir una reflexión. El problema, más allá de lo constitucional, no es si arancelamos la universidad. Propongo investigar cuántos estudiantes cursan hoy en día las universidades públicas, cuántos ingresan y cuántos egresan, cuántos extranjeros estudian acá, cuántos argentinos cursan en el interior por provincia, etcétera. Luego, analizar cuántos estudiantes secundarios terminan el ciclo y cuántos de ellos ingresan en la universidad. Cuántos estudiantes primarios terminan el ciclo primario, cuántos ingresan, cuántos abandonan.

El problema no es la universidad, sino cuántos chicos y adolescentes dejaron de estudiar en nuestro país. El problema no es la universidad, sino cómo hacemos para garantizar “educar al soberano” y contenidos de valor y actualizados a un nuevo mundo, con nuevas tecnologías, con nuevos desafíos.

El tema es mucho más vasto, pero sería un punto de partida.

–Héctor Lew

 

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