Sobre “‘Humildado por la experiencia'”, de Gustavo Noriega
Me sucedió algo curioso el jueves de la semana pasada.
Volvía de mi empresa en el colectivo leyendo el excelente artículo de Gustavo Noriega. Luego de llegar a mi casa, fui a buscar en el auto a mi hija al trabajo. Por estrictas razones de seguridad. En el Conurbano las cinco y media de la tarde ya son horas prohibitivas para la relajación callejera.
Cuando volvíamos, nos asaltaron entrando al garaje y nos robaron el auto. Tres hombres armados nos apuntaron, sin violencia física y, por un instante, sentí lo mismo que entiendo que les sucede a todos los que pasan situaciones similares: una pérdida de control absoluta sobre nuestra supervivencia física.
Creo que lo que llaman estrés post traumático debe tener que ver con esto. Con que tu vida dependa de un ser armado sobre el que no sabemos el grado de interés o racionalidad que tiene por preservarla. Fui sin dudas “humildado” por razones diferentes a las que Gustavo describe en su articulo. No fue ni el espacio ni el tiempo.
Fue este país y su ola de violencia que hace que no nos sintamos dueños de nuestro destino. Fue mi vida, la de mi hija y la de mi esposa pendiendo de la decisión de tres personas de disparar o de no hacerlo.
Agrego entonces de mi parte esta dimensión a la que los argentinos nos vemos expuestos diariamente con violencia o psicopatía simbólica. No es el espacio o el tiempo. Es la incertidumbre de no poder decidir sobre nuestras vidas lo que nos ha transformado en los seres más “humildados” del planeta. Más allá de lo que queramos seguir aparentando.
Gracias, Gustavo, por compartir tus artículos y por el cuidado con el que tratás al lenguaje. Un placer leerte.
—Guillermo Valentinuzzi
Sobre “Nuevos mataderos”, de Andrea Calamari
Leo el artículo aparecido en Seúl y no puedo dejar de hacer algunos comentarios. Creo que un poco el tema gira alrededor del hambre . Hace poco pasó algo similar en Carmen de Areco, donde vivo. Soy un desgraciado y pequeño productor agropecuario ganadero y conozco el tema. Un camionero con vacas de descarte de un tambo chocó y volcó dormido y los animales quedaron muertos, heridos, golpeados y algunos sanos. Esto fue de noche. Enseguida llegaron los bomberos y la policía. Los animales que podían caminar fueron encerrados en un campito que prestó su propietario en las cercanías. Los muertos, malheridos, fueron pasados a degüello.
Matar una vaca, como se dice normalmente, no es simple. Con un cuchillo, si no se sabe algo, es muy probable que el carneador termine muerto o muy golpeado. Una puñalada que no llegue al corazón hará que “la vaca se vuelva toro”. Pesan 500 kilos más o menos y tienen fuerza. Un ataque piraña de gente que no sabe dejará heridos y contusos, por lo menos. Un tiro en la cabeza debe dar en el cerebro. Si no, no muere de inmediato. De modo que hace falta un lazo, alguien que lo sepa manejar y probablemente un caballo.
Esto ocurrió en Carmen. Vinieron a caballo los que sabían, degollaron, cuerearon y despostaron. Media hora. El robo fue organizado y, por supuesto, a ojos de todos. Hasta lo pasaron por la tele local. Nadie de los que estaban ahí tenía hambre. La carne de una vaca Holando vieja no es de calidad. El asunto era robar. No comer. Sin verlo, sé que el vuelco del camión en ese lugar al que hace referencia en el artículo, fue igual. En el vuelco hubo animales que salieron sanos. Una vaca corre mucho más ligero que un humano. Asustadas del vuelco, donde pudieron salir, corrieron. De modo que quedaron las muertas y las heridas. Y ahí viene la barbarie. Si no saben (la sangre prueba eso, el que sabe ni se ensucia las manos) se mataron de mil puñaladas a animales heridos, se los cortó en pedazos como se pudo y la mayoría de la carne se arruinó. En un lugar de campo se puede tener gallinas, huevos, huerta, ovejas, chanchos y cosas así. No es hambre. Es robo.
Lo que dice Feinmann es terminal. Estar en contra de la tecnología, en sí, no merece discutirse. Alcanza con mencionar la medicina. El propio Feinmann, con cáncer, se operó y tomó cuanto medicamento tuvo a mano. Ahí no se fijó de donde venía esa tecnología. Y para entender el comportamiento de la gente creo que ayudaría la lectura de Psicología de las masas y análisis del yo y El malestar en la cultura, los dos de Freud.
Finalmente: Argentina tiene el segundo índice de ingesta de proteína animal en el mundo. El primero es Estados Unidos, claro. Carne vacuna, aviar, cerdos, peces y ovinos. No es hambre.
—Mario Olea
Sobre “El Rubicón que no cruzamos”, de Pablo Avelluto
Excelente nota para pensar sobre varias cosas. Me interesó en particular cómo a partir de construcciones de sentido equívocas o maliciosas puede hacerse un gran daño.
Siempre pienso en la importancia de los discursos, de las palabras y de quienes los enuncian. En épocas de palabra fácil y de múltiples canales de expresión, esto se vuelve muy serio. A partir de allí, hay una interpretación de la realidad que tiene consecuencias.
¿Cómo cuidar esto al máximo? ¿Cómo estar atentos a las operaciones deshonestas que tergiversan todo? ¿Cómo estar alertas? Con mentes rápidas, abiertas y dispuestas a dar siempre la batalla discursiva y cultural, con una envidiable paciencia, una gran destreza didáctica y una claridad enorme.
¡A cruzar el Rubicón, aún no lo hemos hecho!
Gracias, Pablo Avelluto.
—Diana Lacal
Macri es humano, por suerte.
Después de leer el artículo de Avelluto me quedó la duda de cómo había estado Macri en la conferencia en el día después de las PASP, porque yo sí lo recordaba enojado, pero también es verdad que en su momento no la vi completa por lo cual podría haber sido algo sacado de contexto o exagerado por los medios.
No me convenció tanto el argumento del artículo sobre cómo son los “fenómenos de construcción de sentido” que me dejó un leve aroma a “rol de los medios” (insertar emoji de carita con dientes apretados). También tengo que decir que las citas sobre lo que dijo Macri en esos discursos me trajeron algunas dudas porque me parecieron sospechosamente bondadosas. Si bien las citas son correctas, se omiten algunos comentarios y obviamente, el tono de las mismas es irreproducible. En fin, todo esto (y el tiempo que me sobra) hizo que vuelva a ver la conferencia de 36 minutos del día después de las PASO, la que yo me acordaba donde se lo marcaba como la que estaba enojado y no tanto las demás (el discurso en el búnker y la conferencia posterior).
Mi conclusión: sí estaba enojado, o negado. No sé si con la gente, con el resultado o con lo que sea, pero se lo notó irritado. La contraparte, y lo que me confirma más aún esto, es la actitud de Pichetto, quien parece estar mucho más compuesto y a tierra.
Las razones del enojo (por las cuales me parece que en la misma sintonía fue escrito este artículo) son, en mi humildísima opinión, bastante claras, pero me da pereza escribirlas. O quizás estoy cansado como para desarrollarlo. O quizás no me da la cabeza para tanto. En fin, c’est fini.
Saludos cordiales,
—Kevin McAllister
Sobre “Nada sobre Eva”, de Diego Papic
Evita.
Como el peronismo, como el Che, Evita es un mito de las clases medias. Walsh y Martínez lo reflejan. Escriben bien, pero la necrofilia del militar termina por aburrir.
Lo mejor sobre Eva es la ópera. En su versión teatral, no la de Madonna. Allí funciona fuera de la política encarnada por Perón como una redentora de los pobres sin vocación revolucionaria (les da “uno o dos momentos de felicidad”). La obra registra su parábola de ascenso y descenso, su lucha y su hybris. Todas las versiones argentinas son modos de censurar la de Webber y Rice, que el peronismo local no soporta (ya no hay Marechales en sus filas).
—Aníbal Baeza
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