Hace algo más de siete meses, en el medio del verano, nació Seúl. Aquel domingo publicamos un ensayo de Sabrina Ajmechet, un comentario de Diego Papic a un libro de Juan Villegas, un panorama económico de Martín Tetaz, una entrevista a David Rieff y un análisis (negativo) de Gustavo Noriega sobre el comité de expertos que asesoró al gobierno durante la pandemia.
Quiero aprovechar este domingo, todavía de invierno, para contar qué balance hacemos de estos meses y qué planes tenemos para los próximos.
Cuando arrancamos intuíamos que había una demanda o un espacio para algo como Seúl, pero la respuesta de los lectores y los autores en estos meses superó todas nuestras expectativas. Nos recibieron con un cariño y una energía que a su vez nos dio energía a nosotros para seguir adelante. En nuestro mail, en las redes sociales y en los mensajes privados ese apoyo ha sido patente, y lo sigue siendo. Nos ha sorprendido y reconfortado ver un mensaje que se repetía: “Gracias, hacían falta, Seúl es aire fresco”. Ese apoyo también se ha visto reflejado en las métricas: en un par de semanas superaremos el millón y medio de páginas vistas. Por eso lo primero que quiero hacer es agradecer: a los que nos leen, a los que ayudan a difundir nuestro trabajo, a los que todos los días nos escriben con ideas o sugerencias o mensajes de aliento.
En estos meses me siguieron preguntando cómo definiría a Seúl y voy a tratar de volver a hacerlo ahora, a ver si me aprendo esta definición para el futuro. Seúl es una revista digital de análisis y opinión sobre política y sociedad que no tiene una visión única sobre los temas ni está alineada partidariamente. Es un lugar donde, dentro del marco amplio de la democracia liberal y la economía de mercado, en el sentido más amplio posible, conviven miradas distintas que debaten con rigor y respeto, con artículos profundos pero también originales sobre los temas del momento y sobre los desafíos de la Argentina.
Seúl no es un portal de noticias ni, tampoco, un lugar de opinión pura. No buscamos ser imparciales, pero tampoco mentimos ni manipulamos.
A nuestros autores les pedimos que se animen a tomar partido: no solamente que describan un problema sino también que recomienden soluciones o hagan pronósticos. Que participen de debates existentes y digan lo que piensan con claridad y sin especular, tratando de iluminar áreas de nuestra vida en común que pasan desapercibidas o que, en nuestra opinión, están siendo malinterpretadas.
Seúl no es un portal de noticias ni, tampoco, un lugar de opinión pura. No buscamos ser imparciales, pero tampoco mentimos ni manipulamos. Nos frustra la situación del país y tenemos una opinión negativa del Gobierno y del kirchnerismo, pero no queremos que nuestra única emoción sea la indignación o la bronca. En algún momento usamos la metáfora de la “batalla cultural” para explicar lo que hacemos –sobre todo en nuestro especial de abril, del que participaron 74 colaboradores–, y algo de eso hay: uno de nuestros objetivos es disputar sentidos comunes sobre política y sociedad en Argentina, especialmente en áreas donde creemos que las ideas liberales, en el sentido más amplio posible, están perdiendo terreno o necesitan afirmarse mejor. Pero queremos ir más allá, mirar hacia adeltante: no sólo hacer diagnósticos y lamentar la situación actual sino también mostrar un camino posible que sea útil en la conversación de ideas y también, por qué no, un insumo para la política.
El nombre de nuestra revista, si todavía hay alguien que no lo sabe, es un chiste sobre Corea del Centro, una manera de decir que nuestra vocación es amplia pero rechaza la idea de que existe un punto medio virtuoso y equidistante entre el pluralismo y el populismo: Seúl dice, sin hacer ningún comentario sobre el modelo de desarrollo de la Corea del Sur real, que estamos del lado de la democracia liberal y las libertades individuales y civiles. Y que dentro de esa caja estamos dispuestos a discutir todo: pero sólo dentro de esa caja. Por eso cuando nos preguntan si nuestro objetivo es cerrar o profundizar la grieta contestamos que ninguna de las dos cosas: estamos acá para enriquecer una visión compartida sobre el mundo y sobre los desafíos del país, no para calcular cómo esas visiones son percibidas en el espectro político o intelectual.
Cómo sigue Seúl
En cuanto al contenido, hasta ahora hemos sido prácticamente una revista dominical, que ocasionalmente publica artículos más rápidos, sobre temas de actualidad, los días de semana. El primer anuncio que queremos hacer es que en las próximas semanas vamos a aumentar nuestro ritmo de publicación, especialmente los días de semana, pero siempre de a poco, tratando de mantener la calidad y el cuidado que le dedicamos a cada texto. Queremos ser leídos y queremos hacer crecer nuestra voz y la de nuestra comunidad, pero no queremos caer en la dictadura (¡polémica metáfora!) de los clicks, que ha distorsionado a no pocos medios digitales. Preferimos una comunidad de lectores fieles, que nos leen siempre, comparten nuestros valores y se animan a participar de nuestra conversación, a depender de visitantes esporádicos que llegan a nosotros por un titular llamativo o un poco tramposo. No tenemos nada en contra de quienes tienen decenas de millones de usuarios y visitas (ojalá los tuviéramos), simplemente creemos que no es el camino que mejor se adecua a nosotros en este momento.
El segundo anuncio es que vamos a explorar nuevos productos y canales. Además de la newsletter de los domingos –para la que se pueden anotar acá–, en las próximas semanas lanzaremos newsletters nuevas, que iremos comunicando en su momento. En una segunda etapa, esperamos no muy lejana, empezaremos a producir nuestros primeros podcasts.
De qué vive Seúl
Es una buena pregunta, que también nos hacen mucho y que merece una respuesta. Hasta ahora pagamos los sueldos de nuestros editores y los artículos y las ilustraciones de nuestros colaboradores con plata que les hemos pedido a amigos y conocidos que confían en el proyecto y en la importancia de la conversación que queremos dar. No teníamos un modelo de negocios: queríamos probar a ver si éramos capaces de ocupar el espacio que queríamos ocupar y si existía una comunidad de lectores dispuesta a recibirnos y enriquecer a su vez el proyecto. Esas dos cosas creo que las logramos, y por eso llegó el momento de pasar a una segunda etapa.
En las próximas semanas va a estar disponible la posibilidad de que ustedes, nuestros lectores, puedan colaborar, con el monto que quieran, para sostener nuestra (pequeña) estructura.
En esta segunda etapa vamos a abrirnos a tener ingresos de la manera más orgánica posible. Y eso significa, creemos, crecer de la mano de nuestra comunidad, esa comunidad que nos dio una bienvenida tan cálida en estos meses. Además, es la manera en la que están creciendo muchos proyectos digitales que admiramos. Por eso en las próximas semanas va a estar disponible la posibilidad de que ustedes, nuestros lectores, puedan colaborar, con el monto que quieran, para sostener nuestra (pequeña) estructura y que podamos seguir haciendo lo que hacemos. En algún momento del año que viene lanzaremos un producto por suscripción, con contenidos exclusivos para estos lectores que nos dieron su apoyo. Pero por ahora el contenido seguirá abierto para todos.
Por ahora tampoco vamos a tener publicidad, ni estatal ni privada. No tenemos el volumen como para ser atractivos para la publicidad online tradicional (y eso nos permite seguir a salvo, como decía más arriba, de la fiebre de los clicks). Y tampoco queremos que la publicidad oficial o de partidos políticos distorsione el espíritu de debate abierto que logramos en estos meses. Quizás más adelante, cuando estemos mejor afirmados, podamos explorar la posibilidad de tener publicidad. Por eso el apoyo de ustedes será fundamental para ayudarnos a seguir creciendo en estos meses.
Un penúltimo párrafo sobre nuestra relación con Juntos por el Cambio, que es un tema que sale todo el tiempo. Nuestras ideas no son un misterio ni tampoco las escondemos. Tampoco es un secreto que yo mismo trabajé muchos años en el PRO y que fui funcionario de Jefatura de Gabinete durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos. Media docena de nuestros colaboradores, además, varios de ellos sin experiencia partidaria anterior, como Martín Tetaz, Sabrina Ajmechet o Mónica Marquina, son precandidatos de Juntos por el Cambio en las elecciones primarias de la semana que viene.
Y sin embargo decimos y sostenemos que somos una revista sin afiliación partidaria, no sólo porque estamos dispuestos a incluir voces y miradas críticas sobre estrategias de Juntos por el Cambio, como hemos hecho; y a ser un lugar hospitalario para el debate incluso dentro de la coalición, algo que también hemos hecho; sino también porque nuestro compromiso principal es con una serie de ideas y principios, como los beneficios de la democracia liberal y la sociedad abierta, que exceden por mucho la representación política de un partido o una coalición. Aun si obviamente en el mapa partidario actual de la Argentina hay una coalición mucho más cercana que otra a estos principios. En cualquier caso, estaremos atentos si sectores de Juntos por el Cambio no los respetan. Porque ya sabemos quiénes son los que no los comparten y, en ocasiones con orgullo y golpeándose el pecho, se colocan afuera.
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