Partes del aire

#121 | Pagni vs. Kicillof

Nuestro Frost vs Nixon posible.

Esta semana hay cuartos de final de la Copa Libertadores y empezó la Champions League en Europa, pero el partido que estábamos esperando los futboleros politizados era la entrevista de Carlos Pagni a Axel Kicillof, el lunes a la noche en Odisea Argentina . Nuestro Frost vs. Nixon posible.

En las horas anteriores el runrún en las redes era negativo, alimentado por cierta desconfianza en el mundo anti-K por lo que muchos ven como un incipiente proceso de blanqueo de la figura de Kicillof similar a la que se le aplicó a Alberto Fernández en 2019: aquel tipo común, profe de la UBA, fana del Bicho. En el caso de Pagni en particular, algunos recordaban una frase de Eduardo Valdés en 2019 en Odisea cuando le dijo (famosamente, en la liturgia halcona): “Gracias por estar cuando hay que estar, Carlos”. Para los que vemos C5N sólo cuando pierden elecciones, además, era la primera oportunidad de escuchar al gobernador bonaerense cabecear centros menos amigables de los que le tiran el Gato Sylvestre o Jorge Rial. En fin: el morbo era infinito.

Vi la entrevista en vivo, leí después la transcripción y saqué estas tres conclusiones. 1) Pagni estuvo muy bien y paseó a Kicillof por los granos más dolorosos de su carrera, como la intervención del INDEC, la estatización de YPF y la inflación de cuando fue ministro; 2) a pesar del cambio de clima ideológico, Axel sigue idéntico a su versión de 2014, no logra ser capaz de decir que el equilibrio fiscal es un objetivo saludable, algo a lo que ya se entregaron casi todos los políticos, incluso muchos peronistas (la diferencia, en todo caso, estaría en cómo alcanzar ese equilibrio); y 3) una favor del Gobierno, quedó patente que en algo tienen razón los estrategas oficialistas cuando dicen que el “riesgo kuka” existe y que la alternativa más probable a un fracaso del plan económico, al menos hoy, no es un gobierno de socialdemócratas que entienden la importancia de tener 100 puntos de riesgo país sino otro experimento estructuralista explicado con tartamudeos sobre la “falta de dólares”, déficits permanentes y la maquinita a turno completo.

Pagni estuvo muy bien y paseó a Kicillof por los granos más dolorosos de su carrera, como la intervención del INDEC, la estatización de YPF y la inflación de cuando fue ministro.

Empiezo por el primero. Como en general tengo una personalidad anti-conspiranoica, quizás lo que diga ahora peque de ingenuidad. La entrevista de Kicillof en Odisea se emitió un día después de un reportaje que le dio el gobernador a Clarín, que puso sus declaraciones en la tapa del domingo : “El Gobierno tiene que cambiar, y Milei lo puede hacer”. Estas dos cosas, sumadas a declaraciones recientes de Lilita Carrió, que está en modo random (saca sus opiniones como de un bolillero) y dijo de Axel que es “un chico educado, normal, que tiene familia”, encendieron las alarmas de quienes en 2019 se quemaron con la leche de Alberto Fernández y ahora lloran cuando ven la vaca peinada de Kicillof. También lloraron los kirchneristas pata negra, que ven lo mismo que sus enemigos: un intento del establishment por vestir de moderado a alguien con el único objetivo de sepultar políticamente a Cristina.

Para mí son todas coincidencias: Kicillof es para el sistema un hueso mucho más duro de tragar que Alberto Fernández, que había sido empleado de casi todos y parecía inofensivo. Es cierto que a Alberto lo disfrazaron de Olof Palme y también es cierto que en parte lo hacían para empoderarlo en su futuro conflicto con Cristina (que no hubo: besó la lona en el primer round). Ahora es distinto: mi impresión es que la salida de Axel de su cueva bonaerense y su venida al centro porteño tiene más que ver con su propio interés por mostrarse como un hombre de mundo que por una intención del círculo rojo por apostar por él en el largo plazo.

Dicho esto, Pagni no le puso una alfombra roja. A pesar de que es un entrevistador herbívoro, que deja hablar a sus invitados (no usa el modo interrogatorio de, por ejemplo, María O’Donnell), esta vez paró varias veces a Kicillof cuando no le contestaba o, una táctica muy habitual del gobernador, hablaba más del discurso (tardó seis segundos en mencionar a Macri) que de las cosas. El caso más patente fue el del orden fiscal. Cinco veces tuvo que insistirle Pagni a Kicillof para que se pronunciara sobre el tema y al final, después de responder que igual el equilibrio de Milei es “trucho”, que la mayoría de los países tienen déficit (no dijo que muy pocos tienen déficit primario, constante en Argentina de 2008 a 2023), que con la pandemia “hasta Alemania” expandió el gasto (pero tomó deuda, no le dio a la maquinita), logró arrancarle un desganado “por supuesto que tiene que haber”. Igual Kicillof arruinó esta confesión para insistir con su manual de toda la vida: el principal problema de la Argentina es “que faltan dólares”. Diez años gobernó el peronismo kirchnerista con este mantra y mayorías casi absolutas y nunca pudo conseguir esos famosos dólares.

Kicillof se mantiene idéntico a sí mismo e impermeable a los cambios ideológicos, que llevaron a muchos políticos,¡incluso a Cristina!, a reconocer que quizás el orden fiscal es importante.

Por eso digo que Kicillof se mantiene idéntico a sí mismo e impermeable a los cambios ideológicos recientes, que llevaron a muchos políticos, incluso peronistas, ¡incluso a Cristina!, a reconocer que quizás el orden fiscal es importante. Pagni de hecho arranca la pregunta con Cristina: ella dice que “hay que prestarle atención a lo fiscal”, que quizás se fueron de mambo con el gasto, ¿vos qué opinás? Y Kicillof, que podría haberse sacado la pregunta de encima muy fácil (hoy tiene cero costo reconocer el equilibrio fiscal en abstracto), igual no puede hacerlo. Es más fuerte que él. No puede darle ese caramelito al público que supuestamente está ahí para seducir.

Pagni también pinchó a Axel con el tema YPF, cuya estatización fanfarrona va rumbo a costarle 16.000 millones de dólares al Estado, con la manipulación de las estadísticas durante su gestión como ministro, con el regalo que le hicieron sus jefes a la familia Eskenazi de un cuarto de YPF, con el enorme costo que tuvieron los subsidios energéticos del kirchnerismo para las finanzas públicas. Kicillof salió en general para cualquier lado, sacando del armario fantasmas inverosímiles, pero ató todos estos problemas (me pareció novedoso) a la falta de inversión de Repsol: los gallegos no invertían, YPF producía menos, hacía falta importar más gas y petróleo, había que subsidiar a los hogares para que no asumieran el costo de los hidrocarburos importados. Lo curioso de todo esto, como viene diciendo Pagni hace años, es que el origen de la falta de inversión de YPF en esa época está en los enormes dividendos que tenía que pagarles a los Eskenazi para financiar la compra de sus acciones, por lo que en el relato de Axel el regalito de Néstor a los Eskenazi se hace todavía más grave: no sólo fue un hecho de corrupción aislada sino el origen de la decadencia hidrocarburífera y los graves desequilibrios macroeconómicos del segundo mandato de Cristina.

Perdón si me exalté. Reconozco que para mí Kicillof es un frontón. No logro atravesarlo, reboto contra él cada vez que lo escucho hablar. Alguno le reconoció en estos días una tímida apertura al diálogo con otros opositores, pero puso tantas condiciones que es como si no lo hubiera hecho. Una de las mejores síntesis de la situación actual (reciente) de la Argentina la dio hace poco Sebastián Mazzuca, amigo de Seúl: “Durísima derrota del terraplanismo político a manos del terraplanismo económico”, escribió tras las elecciones bonaerenses. Con todas las críticas que les hemos hecho acá a la mezquindad y la miopía política del Gobierno, que eligió quedarse solo y festejar su soledad cuando necesitaba más amigos que nunca, ver en vivo el terraplanismo económico de Axel, congelado desde hace una década, me provocó una sensación fuerte. Me hizo recordar, porque a veces en el fragor del día a día uno se olvida, que hay algo de cierto en que el riesgo país ronda los 1000 puntos porque la alternativa más probable a Milei siguen siendo ideas (más allá de los dirigentes) anacrónicas, anticuadas, que no se aplican en ningún lugar del mundo.

Kicillof balbucea algo pero en un momento dice “Lula” y Pagni, rápido, le recuerda que Lula el primer día puso como presidente del Banco Central a Henrique Meirelles, alguien que venía “del otro lado”.

Hay un momento espectacular de la entrevista en la que Pagni le pregunta a Kicillof qué países le gustan, qué admira, la histórica pregunta de Lucas Llach a los kirchneristas, muy elocuentes siempre para enumerar sus disgustos y balbuceantes para definir sus modelos. Y Kicillof balbucea algo pero en un momento dice “Lula” y Pagni, rápido, le recuerda que Lula el primer día puso como presidente del Banco Central a Henrique Meirelles, alguien que venía “del otro lado”, y que Boric en Chile hizo lo mismo. ¿Vos estarías dispuesto a hacer algo parecido? Axel se va por las ramas, dice que “siempre se hablaba de la independencia” del Banco Central y que Bausili era socio de Toto Caputo, lo que es cierto pero es otra discusión. Si te gusta Lula, sugería Pagni y digo yo, te tiene que gustar al menos un poquito el neoliberalismo macroeconómico y el crecimiento del mercado de capitales, porque viene en el mismo paquete: es algo que intento meter en la cabecita de mis interlocutores hace casi dos décadas, sin éxito, uno de mis berretines, mis bestias negras, y verlo a Kicillof insistir en que se puede admirar a Lula por Bolsa Familia pero no por Meirelles me genera más depresión que irritación.

En fin. En un rato River juega su partido más importante del año así que me despido, porque soy politizado pero también futbolero. Seguro que lo voy a disfrutar mucho y que River jugará un gran partido, sobre todo en el primer tiempo.

Gracias por leer. La seguimos el jueves que viene.

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Hernán Iglesias Illa

Editor general de Seúl. Autor de Golden Boys (2007) y American Sarmiento (2013), entre otros libros.

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