El Gobierno dio un paso clave para llegar a la tierra prometida. Se liberó del cepo, una especie de faraón argentino. La movida fue audaz y claramente va en la dirección correcta. El modelo se había quedado casi sin nafta por sus propios problemas y mucho más luego de que Trump armara el mega lío de las tarifas que puso al mundo patas para arriba. Luego de perder más de 3.000 millones en marzo y varios cientos más en abril, era imperioso el cambio. Ya que íbamos a cambiar, mejor hacer un cambio como este. Nuestra línea fue siempre que salir del cepo tenía riesgos, pero también había riesgos de quedarse demasiado tiempo. En este contexto, noviembre era demasiado lejano. Bienvenido, entonces, que pasó ahora con toda la plata del Fondo y no a las apuradas a dos meses de las elecciones. El Gobierno consiguió que esta salida del cepo fuera “por las buenas”. Tras los errores de comunicación con el FMI, ahora sí acertó. Por lo menos ex ante.
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Toto consiguió un buen paquete de plata para poder liberar el cepo con riesgos acotados. Los 15.000 palos que el FMI traerá este año son un número mucho mayor al que el mercado esperaba. A esto se suma plata de otros organismos, con lo cual el Banco Central estará mucho mejor dotado. A esto se suma la renovación de 5.000 millones con el Banco Central chino y hasta la visita del Secretario del Tesoro de Estados Unidos Scott Bessent que no traerá plata, aunque sí buen marketing. La banda cambiaria es bien amplia, lo que en la práctica implica flotar, pero sin los riesgos, que en la jerga se llama overshooting. Debería salir bien. Pero si así no fuera, el Banco Central va a vender a 1.400 y de ahí no pasa. Sacar el cepo es un paso gigante que tendrá algunos costos, pero muchos mayores beneficios. Cruzar el Sinaí no fue fácil tampoco. Pero la libertad cambiaria es condición necesaria para conseguir inversiones, volver a construir la confianza y, en definitiva, ser un país normal. Algunos dicen que el dólar va a ir a 1.000 pronto. No lo vemos, pero tampoco vemos al mercado presionando a 1.400. Vemos la brecha debajo de 10%, ya que la gente podrá comprar dólares y arbitrar el mercado si hubiera diferencias grandes.
El costo es que la inflación seguramente será un poco más alta de la que teníamos en mente. Algo parecido al 30%, quizás algún puntito más este año. Puede ser que la economía crezca algunas décimas menos. En ninguno de los casos será un tema grave. Además, con flotación y más reservas, la Argentina está un poco más armada frente a las ideas del Peluca Mayor de América. Aún es temprano para decirlo, pero luego de meses en donde los números del Gobierno bajaron un poco, es probable que si esto sale bien, como es nuestro escenario base, el Peluca nuestro tenga una mejora en los indicadores políticos. Decíamos que los tres hitos del año eran el FMI, la salida del cepo y las elecciones. Ya metimos dos de tres. Y si estas dos salen bien, el Peluca lo llama al Pity y va el tercero, va el tercero.
El Gobierno además tiene un nuevo esquema monetario basado en agregados, es decir, cantidad de dinero transaccional. Van a usar los encajes para ir graduando eso y la tasa de interés será de alguna forma endógena. Recordemos que no se puede controlar todo ahora que no hay cepo. Es posible que suba en los próximos días. El FMI recomienda usarla para controlar la cantidad de dinero. Es un esquema intermedio mientras se siga con el plan de estabilización. No uno definitivo. Además, los Toto Boys aumentaron la disciplina fiscal llevando de 1,3% a 1,6% el objetivo de superávit primario. No parece difícil de alcanzar. El del año que viene sube a 2,2% y ese puede ser más desafiante.
Sacando la gran jugada del viernes, la semana deparó dos grandes noticias. La pausa de Trump con las tarifas, que fue una bocanada de aire fresco porque se descremaban hasta los bonos del tesoro americano en esta situación. Ahora estamos mal, pero no tan mal. La otra fue la inflación del 3,73% en marzo, mucho más alta de la que todos suponíamos. Ahí los precios estacionales, que le regalaron a Milei y Toto datos mejores de los que merecían, se la devolvieron toda junta. Igual, sin los estacionales, la inflación habría sido de 3,2%, un número alto. La carne es un tema, pero más allá de eso hay que recordar que estos procesos no son simples ni lineales. La inflación va a bajar, pero es un camino largo y sinuoso.
Para esta semana tenemos mucho que mirar. Lo principal es la reacción del mercado al nuevo esquema monetario cambiario. Segundo es lo que pase con la visita del Secretario del Tesoro americano y todo lo que venga bueno o malo desde Washington. En lo más mundano, salen los precios mayoristas, costo de construcción y balanza comercial de marzo. Por suerte, esta semana tiene sólo tres días. Confiamos en que la casa estará en orden de verdad en esta Semana Santa y jag sameaj.
Hasta la semana que viene.
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