Esta semana, la inflación le sacó una sonrisa y muchos puntos al gobierno de Milei. Fue 2,21% (la más baja en 4 años y medio) y la confirmación de que el camino es descendente. Puede subir la carne un mes y que el descenso no sea en línea recta. Hasta ahora hubo suerte con los productos estacionales, y en algún mes la suerte será esquiva. Pero la inflación va para abajo. La mayoría de los colegas estima entre 20 y 25% para todo el 2025. Si incluso fuera algo más alta por la razón que sea, será un logro muy bueno para el gobierno, que recibió un índice de precios de 211% de Massa y Alberto.
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Prometimos tocar el tema cambiario. Es un área técnica en donde todos tienen algo de razón. El dólar parece estar barato, pero eso no quiere decir que haya que devaluar. El gobierno tiene razón cuando dice que nadie sabe dónde está el equilibrio. Y también tiene razón en decir que, si la productividad de la economía mejora y se bajan impuestos, el peso se tiene que fortalecer. Es cierto también que los salarios en dólares no son caros y que Vaca Muerta traerá más exportaciones. El problema del argumento es que los impuestos aún no bajaron. La educación, la infraestructura y la institucionalidad son las mismas de siempre. El salto de productividad es un proceso lento por definición. Aun si uno le tiene fe al proceso, el problema es cómo aguantar el mientras tanto.
En la mayoría de los países, el tema cambiario lo define el mercado, en algunos con algo de intervención del Banco Central, lo que se llama “flotación sucia”. En la Argentina tenemos cepo, lo que quiere decir que el tipo de cambio aún lo fija el gobierno. Entonces, si el valor del dólar fuera el actual sin mucha intervención del gobierno, las quejas son “no ha lugar”. Lógicamente, el que exporta quiere dólar alto; el que importa lo quiere bajo. La gran pregunta es si hay financiamiento para aguantar el déficit externo que genera el tipo de cambio bajo. La respuesta es que probablemente sí, porque por un lado el déficit no será tan grande y por otro pareciera que la Argentina es un lugar atractivo para traer capitales. El tema es que tener déficit y depender del financiamiento también es riesgoso, aunque no parece hoy un riesgo grande.
El gobierno define a este nivel el tipo de cambio con el cepo porque tiene como prioridad bajar la inflación. El problema es que devaluar sin sacar el cepo sería probablemente una mala idea que no mejoraría mucho el tipo de cambio real. ¿Qué pasa si se saca el cepo? En nuestro criterio, no habría una devaluación tan fuerte porque, así como hay gente que sacaría plata, habría otros que entrarían. Ese proceso tiene riesgos y es lógico que el gobierno no los quiera correr previo a una elección. Pero eso no quiere decir que sea la única alternativa válida. Al final, lo que sabemos los economistas es que el tipo de cambio real, es decir, neto de la inflación argentina y la internacional, no lo puede definir el gobierno más allá de un tiempo corto. Es lo que los economistas llamamos una variable endógena. Quizás el tipo de cambio está atrasado, pero más allá de salir del cepo no hay mucho que pueda hacer el gobierno. Y lo que hará es elegir el timing para salir del cepo tal que le haga sentido político.
Justamente, el político parece ser el déficit más grande del gobierno. La semana empezó con el ataque a Cavallo, que simplemente dio su opinión técnica habiendo explícitamente apoyado a Milei y hasta recomendado funcionarios en el comienzo de la gestión. Cavallo, al igual que muchos economistas que creen que se hizo un buen trabajo en la macro, puede disentir en algún tema, y sería lo más normal que eso sea así porque probablemente algunas discusiones que se dan en la profesión se den también al interior de los equipos. Nadie llamaría a Cavallo “kuka” o “econochanta”. A este affaire le siguió lo de Fantino tirándole con lo de las odaliscas a un centro de investigación respetado y mencionando con nombre y apellido a una serie de colegas. A nadie le hizo ni gracia ni sentido. Y el viernes a la noche fue el affaire de la criptomoneda $LIBRA. No sabemos qué pasó ahí ni por qué se hizo eso. Pero ciertamente estas cosas están mal y ensombrecen la buena gestión de la macro. Como decía aquel director técnico a su arquero: “Las que van al arco pueden ser gol, pero no meta las que se van afuera”.
Para esta semana estaremos pendientes de las repercusiones políticas de los affaires del fin de semana. También de la ficha limpia, suspensión de PASO, Lijo y demás cosas que pasarán en el circo del Congreso. En la macro salen el superávit fiscal de enero, los datos de comercio exterior y precios mayoristas.
Hasta la semana que viene.
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