El Banco Central bajó la tasa de política monetaria del 40% al 35%. Lo hizo inusualmente un viernes, pese a que las comunicaciones de política no urgentes suelen ocurrir los jueves. Hay buenas señales de que la inflación de octubre fue bastante más baja que la de septiembre y las autoridades prefirieron no esperar a la confirmación del INDEC. Esto también tiene que ver con buscar cierto balance entre los objetivos de bajar la inflación y reactivar. Una tasa más neutra en términos de inflación puede ayudar a que la gente siga demandando créditos y que los bancos financien esa expansión devolviendo Lefis o pidiendo pases activos cuyo costo también bajó 5 puntos. Esto implica emisión monetaria, pero de la buena. Es decir, es dinero que la sociedad demanda en una economía que estaba desmonetizada y de a poco vuelve a cierta normalidad.
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Cuando en mayo el Central bajó la tasa al 40%, la brecha cambiaria subió. Aunque nunca en economía se puede estar seguro de qué fue lo que la hizo subir, es probable que el mercado no haya en su momento digerido bien esa baja de tasa. Este momento es distinto. En octubre, el contado con liquidación bajó más del 6%. De manera que, aunque esta baja de tasa lo haga subir 2 o 3 puntos, el Gobierno no estará en problemas. Si bien en la Argentina nunca se descarta nada, no parece que esta baja de tasas pueda tener demasiada influencia en el mercado del dólar.
Con la economía en una nominalidad más baja, ahora la pregunta es qué sigue. Para muchos, el próximo paso es una baja del crawling peg al 1% mensual o algo por el estilo. Si hacen eso, los precios de los bienes transables deberían crecer más despacio y ayudarían a una continua baja de la inflación. Pero en economía todo tiene su costo. Justo cuando la inflación está convergiendo a la tablita más la inflación internacional, digamos 2,3% mensual, el Gobierno podría cambiar la tablita. Es decir que el tipo de cambio real se seguiría apreciando por un tiempo más. Es justo decir que la apreciación mensual ya es baja, pero no se ha detenido. Si ese es un problema o no, depende a quién le pregunten.
Lo que sí podemos decir es que el tipo de cambio promedio de la convertibilidad, a precios de octubre, era de 958 pesos. Y que la productividad de la economía argentina en la convertibilidad era mejor que ahora. Es obvio que el Gobierno está embarcado en un programa que busca mejorar la productividad, y eso es buenísimo. La transición hasta ese punto es más bien lo que preocupa. Es decir, con un tipo de cambio un poco atrasado, será difícil crecer rápido a nivel agregado. Tenemos historias espectaculares como la del petróleo, pero no es obvio que traccionen suficiente para la macro y la situación social. La alternativa es ir saliendo del cepo. Eso tiene riesgos y uno entiende por qué las autoridades no quieren correrlos. Pero como siempre decimos, todo lo que se hace o no se hace tiene riesgos. Y más allá de lo que piense cada uno, son todos análisis y nadie tiene la posta de las postas.
El nivel de actividad sigue mostrando señales de recuperación. La recaudación de octubre fue bastante buena. Y seguramente cuando en diciembre veamos todos los datos de octubre, estaremos en condiciones de decir que fue el cuarto mes consecutivo de expansión. El arrastre positivo para 2025 será, al menos, de un punto y medio. El apoyo a Milei en octubre se recuperó del tropezón de septiembre.
Para esta semana, estaremos pendientes de muchos datos de la actividad económica de septiembre y octubre. La Ciudad de Buenos Aires publica su inflación, y por supuesto no dejaremos de seguir la política. ¿Qué pasa en las huestes oficialistas luego de la salida de Diana? ¿Cómo sigue el House of Cards del peronismo? Y para los amantes de la interna, el radicalismo hierve. Todo esto importa, porque se viene la votación del presupuesto en el Congreso.
Hasta la semana que viene.
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