LEO ACHILLI
La economía en 3 minutos

#23 | Remar en dulce de leche

El Gobierno sigue sin devaluar para que no se le vaya la inflación. Se entiende. El problema es que caen las reservas. Para colmo, el precio de la soja, del petróleo y del real no ayudan.

El Gobierno tiene un gran objetivo de máxima que es bajar la inflación. Nadie puede estar en desacuerdo. Hace ya casi 20 años que la inflación es un problema en la Argentina. Y sin estabilidad, ninguno de los objetivos, como bajar la pobreza, que ya superó el 50%, y crecer de manera sostenida, son posibles. Ahora bien, el cómo se baja la inflación importa, y el contexto también. El Gobierno eligió hacer un ajuste fiscal. Esa es una política que tiene total consenso entre los economistas. No había posibilidad de hacerlo con déficit.

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El otro instrumento elegido fue el del tipo de cambio. En un país dolarizado, tiene cierta lógica, pero también tiene problemas cuando el uso del tipo de cambio te lleva a una apreciación de la moneda que no está en línea con el ciclo económico. Con este tipo de cambio, será difícil recomponer reservas. Y generar confianza en el modelo con un Banco Central con reservas negativas es complicado.

El as en la manga, como decíamos la semana pasada, son los pagos que se hicieron a los organismos por más de 4.200 millones de dólares en el primer semestre. Esta semana el BID ya anunció que devuelve más de 600 palos. No alcanzan, pero suman. Ahora, generar ese equilibrio entre inflación y un tipo de cambio menos apreciado es una ecuación difícil. La búsqueda de un equilibrio tiene méritos. Cuánta inflación te genera menos apreciación cambiaria o directamente salir del cepo es la pregunta del millón, y acá somos 47 millones de directores técnicos.

Ahora el gobierno enfrenta otro problema, del que no tiene ninguna culpa, pero la única verdad es la realidad, como decía alguien. La soja está 25% abajo del año pasado y 30% debajo de su promedio histórico de 20 años. El dólar en Brasil subió 15% en los últimos cuatro meses, complicando a algunas ramas industriales y al turismo. El petróleo, que es lo que puede sostener el superávit comercial de estos meses, bajó de 80 a 74 dólares por barril, incluso con los problemas conocidos en Medio Oriente.

A todo eso se le sumó la mala onda en Wall Street con una gran caída de acciones y la sensación de que los activos de riesgo, entre los que se incluye a los argentinos, no están en estado de gracia. Con el riesgo país en 1.600, es difícil estabilizar. Y cuando hay viento de frente, el tipo de cambio atrasado hace aún menos atractivos a los activos argentinos.

Los Toto Boys enfrentaron una herencia descomunalmente difícil y tuvieron la pericia de evitar que la Argentina caiga en los peores escenarios. Pero con las últimas noticias del mundo, parecen estar remando en dulce de leche.

Mientras tanto, la recaudación de julio fue maso. Nada extraordinario, pero tampoco un desastre. En septiembre, el Gobierno va a extrañar los 10 puntos del impuesto PAIS. Veremos si los puede compensar con Ganancias. Los patentamientos de autos y de motos mostraron buenas vibras. Las 18 cuotas de muchos bancos están levantando la venta de electrodomésticos y el consumo de a poco empieza a asomar la cabeza. El sector industrial está pensando si produce o importa, mientras mira de reojo el impacto de las reformas que quiere encarar el Gobierno. El campo liquidó muy bien en julio, en contra de los que le piden más. Ajustado por precios de soja y maíz, la liquidación fue muy buena. No fue récord, pero estuvo bien.

Para esta semana, vamos a estar atentos a los mercados globales más que nada. En el plano local seguiremos los datos de actividad de junio de la mano de los índices de construcción e industria manufacturera, y se vienen más datos de julio con despachos de cemento, ventas minoristas y producción de autos.

Hasta la semana que viene.

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Andrés Borenstein

Economista jefe de Econviews. Profesor de economía (UBA y UTDT). Conductor del podcast 'La economía en 3 minutos'.

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