El mercado está nerviosho, como decía Néstor. El riesgo país osciló un poco en la semana, pero se mantuvo por encima de los 1.500 puntos. El Banco Central fue vendedor neto de dólares. Esto no debería ser tan sorprendente, ya que la estacionalidad no juega a favor, pero claramente hay mucha sensibilidad. El mercado quiere saber de dónde vendrán los dólares para pagar las cuentas.
No son sólo los dólares de los bonos soberanos, sino también los Bopreal que debe el Banco Central. Quizás el anuncio de Milei sobre la baja del impuesto PAIS para septiembre reduzca las importaciones en agosto; pero dado el calendario de pagos, eso ayudará a que haya menos pagos en septiembre, pero más en octubre si las importaciones de agosto pasan a septiembre.
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Nuestra visión es que los dólares van a estar. La Argentina ha sido pagadora neta del Banco Mundial, BID y CAF en el primer semestre por 4.625 millones de dólares solamente en concepto de capital. Es altamente probable que esos organismos que hoy están debajo del límite prestable a la Argentina realicen desembolsos netos en los próximos meses. Y también es claro que las reservas pueden ser más negativas, como nos enseñó Sergio Tomás. Es decir que, con la voluntad de pago que mostró el Gobierno, un default es un escenario de muy baja probabilidad. Pero está claro que hay un tema de sostenibilidad que preocupa. El mercado quiere saber cómo va a hacer el Banco Central para recomponer reservas, porque con reservas negativas se puede sobrevivir un tiempo, pero no conquistar estabilidad duradera.
El tipo de cambio es lógicamente parte de esta discusión. El Gobierno tiene una visión un tanto extrema. Cree que puede levantar el cepo con este tipo de cambio oficial, algo que parece difícil, máxime con cierto viento de frente de la economía mundial: soja baja, dólar fuerte y tasas elevadas. Para intentar sacar el cepo en valores cercanos a los actuales necesitarían una tasa de interés en pesos muy elevada. Por el contrario, para levantar el cepo en valores parecidos al MEP o contado con liquidación, se tendría que comer un aumento de inflación temporario, pero podría seguir con una tasa más neutral en términos reales. No hay forma de no pagar algún costo.
La inflación parece cerrar julio mejor de lo que empezó. El Gobierno insiste en su 3,7%, aunque parece más probable que empiece con 4, lo que de todas maneras sería un muy buen número. La actividad parecería seguir levantando. Despacio y con heterogeneidad en los sectores, pero va para adelante. En mayo, los datos de consumo que vimos de supermercados y shoppings demostraron por qué los datos del PBI de mayo habían salido bien. Están abajo interanual, pero mejoraron respecto de abril. Los salarios de mayo, según el INDEC, crecieron 8% contra inflación de 4% y pico. El crédito sigue empujando. En esta materia, la cosa está tranquila. No habrá por muchos meses buenas noticias respecto de pobreza y empleo, pero para que haya mejores noticias tenemos que empezar a ver lo que estamos viendo ahora.
La mayor claridad que hay sobre la política monetaria es una buena señal. La base monetaria no queda fija, sino que se puede duplicar. Una economía en crecimiento va a necesitar más pesos a medida que los bancos se saquen de encima las Lefis para prestar más plata a sus clientes.
Para esta semana estaremos pendientes de la recaudación de julio y de los primeros datos de actividad del mes, que creemos serán buenos: patentamiento de autos y motos. Naturalmente, seguiremos mirando el mercado financiero, porque el humor político y empresario pasa por el riesgo país y la brecha.
Hasta la semana que viene.
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