La pasada fue la semana más crítica de la era Milei, aunque nada garantiza que esta semana sea más tranquila. El equipo económico tendrá que tomar decisiones, ninguna de las cuales es fácil ni obvia. La presión sobre el tipo de cambio hizo que el Banco Central vendiera 1.100 millones de dólares para sostener el billete en el tope de la banda cambiaria. Y fue exponencial. Luego de los 678 millones que se vendieron el viernes quedó en el mercado una sensación de insostenibilidad. Caputo dijo que venderán “hasta el último dólar” en el techo de la banda. Se entiende que necesitan darle credibilidad a la banda. También está la sensación de que si no aparece algo que tranquilice al mercado no hay dólares que alcancen. Aunque dado que aún hay cepos, esto podría no ser taaan así.
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El problema es que la venta de reservas contagia hacia el mercado de deuda, ya que los inversores ven que a menor cantidad de dólares en el Banco Central, menor la probabilidad del Gobierno de cumplir sus compromisos, por más voluntad que haya. El riesgo país que con el mismo superávit estuvo en 600 ahora está en 1400 puntos. El Banco Central tiene ahora más reservas que antes. Hay una sensación de frazada corta. En el caso de que nada bueno ocurra, el gobierno tiene tres alternativas: usar los dólares y mantener el tipo de cambio pensando que eso es bueno de cara a las elecciones. Pero es difícil. Porque lo que está detrás de la compra de dólares es una sensación de intranquilidad.
La segunda alternativa es flotar. Así no se pierden dólares, pero seguramente las consecuencias políticas no sean buenas dependiendo de donde se estabilice el mercado. Hoy nadie se preocupa por el passthrough, pero con una devaluación grande seguramente se ponga en pausa el proceso de desinflación. La tercera sería volver a poner el cepo que levantaron el 11 de abril. Ahí el tipo de cambio se queda quieto y no hay pérdida de reservas. Pero es una sensación de retroceso.
Cualquiera de las tres tiene costos. No es fácil estar en los zapatos de los Toto Boys en estos días. No hay un botón que se pueda tocar y se arregla todo. Sobre todo, porque la política es parte del problema, aunque está claro que no es el único problema. Lo frustrante es que los fundamentos de la economía son buenos. Inflación acotada, superávit fiscal, un tipo de cambio que ahora es competitivo. Pero en la Argentina pasar de un equilibrio bueno a uno malo es un suspiro.
Lo frustrante es que los fundamentos de la economía son buenos. Inflación acotada, superávit fiscal, un tipo de cambio que ahora es competitivo. Pero en la Argentina pasar de un equilibrio bueno a uno malo es un suspiro.
Obviamente hay escenarios en los que la situación se tranquiliza. Si avanzan las negociaciones con Estados Unidos, el mercado sin duda va a repuntar y todo esto lucirá como una sobreactuación. Pero lo más probable es que, aunque terminemos con final feliz, las novedades no aparecerán de la noche a la mañana. Hay conversaciones, negociaciones. Difícilmente un cheque en blanco. La otra alternativa es que el mercado se calme solo. Dado que las empresas no pueden comprar. Tampoco bancos y compañías de seguros. El tema es que el minorista tiene que ver la luz al final del túnel. Y hay que ver cómo se corta el rulo de comprar al oficial y vender al contado con liquidación, más aún cuando volvió la brecha aunque sea más pequeña de la que había en marzo. Pensar que el minorista deja de comprar porque sí puede ser un poco ingenuo.
Toda esta angustia tapó algunas buenas noticias que hubo en la economía real. El desempleo en 7,6% para el segundo trimestre no fue un mal dato. También hubo un buen superávit fiscal en agosto. El balance comercial fue robusto también el mes pasado. Noticias no tan buenas por el lado del PBI, que dio un poquito peor a lo esperado, pero nada que salga del rango normal. Cayó 0,1% trimestral cuando el implícito en el PBI mensual era una mejora de 0,1%.
Para esta semana por lejos lo más importante es lo que pase en el mercado. Dólares y bonos sobre todo. Estaremos pendientes de cualquier información de la reunión bilateral entre las dos pelucas más grandes de América. Salen datos como el PBI de julio, ventas de súper y de shopping y veremos qué pasa también en el mundo político con la oposición jugando con cartas.
Hasta la semana que viene.
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