LEO ACHILLI
Diario del Mundial

#7 | Dos momentos de gloria

¿Por qué a Messi le viene la inspiración de esa manera, cuando nadie está preparado?

Grupo D: Australia 1×0 Túnez
Grupo C: Arabia Saudita 0x2 Polonia
Grupo C: Francia 2×1 Dinamarca
Grupo D: Argentina 2×0 México

6:45A la espera de que empiece Australia y Túnez, aprovecho para anotar un par de cosas en las que venía pensando ayer.

Con bombos y platillos se anunció que iba a haber árbitros mujeres en Qatar. Hasta ahora, ninguna mujer dirigió un partido. Ni siquiera han hecho de jueces de línea. Sólo aparecieron como cuarto árbitro, una función decorativa. Otro ejemplo de las infinitas simulaciones asociadas a este mundial.

Últimamente, los jugadores adquirieron el hábito de quedarse en el piso apenas sufren algún dolor. En la enorme mayoría de los casos, no se justifica que el partido se detenga por eso. Sin embargo, se hace, aunque los presuntamente lastimados no reciban siquiera la asistencia de los auxiliares médicos. El árbitro toca el silbato, va a ver qué le pasa al jugador caído, le da al menos 30 segundos para recuperarse y el partido continúa. Es la contrapartida de los enormes descuentos de cada período. Pero si bien la demora se compensa en cuanto al tiempo, no pasa lo mismo con la continuidad del partido, que se hace más cortado de lo que debería. En los viejos tiempos, si los jugadores no estaban sufriendo mucho, se levantaban por su cuenta y seguían. Ahora, tienen incorporado esta especie de derecho a que el partido se pare. Ni hablar cuando un jugador se golpea la cabeza, así sea con la pelota. Al principio, los jugadores se quedaban tirados para ver si el VAR intervenía y les cobraba un penal o sancionaba al adversario responsable de su caída. Pero ahora, la rutina se transformó en un protocolo. La FIFA, contenta con esta ceremonia bajo la apariencia del cuidado por los futbolistas.

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Me viene a la cabeza un ejemplo de este uso ritual de la medicina. Como consecuencia de la aparición del sida, se obligó a que los jugadores se cambiaran la camiseta si se les manchaba de sangre para no contaminar a los otros jugadores. La medida no evitó seguramente ningún contagio, pero se sigue aplicando y no creo que se vaya a erradicar nunca. Tal vez se pueda leer en esa medida inútil un antecedente de las cuarentenas del covid, que causaron más muertes de las que evitaron (y se aplicaron en el fútbol con particular y absurdo celo sin que entre los jugadores haya habido víctimas fatales). 

7:50 Entretiempo de Australia-Túnez, un partido parejo entre dos equipos mediocres y entusiastas. Australia se puso en ventaja con un muy buen cabezazo de Duke. En el banco de Túnez veo a Wahbi Khazri, el número 10, que nació y juega en Francia y es uno de esos (¿últimos?) futbolistas que entienden el juego, como se suele decir. A Khazri lo vi jugar un partido memorable en Rusia contra Panamá, con los dos equipos ya eliminados. Fue una joya secreta de los mundiales, como aquel partido del ’78 en Mar del Plata entre Francia y Hungría. Ese día los tunecinos, bajo la batuta de Khazri, hicieron todo lo que se puede hacer de bueno con una pelota. 

9:05 Termina el partido mañanero. Corazón y malos pases. Los tunecinos tienen un poco más de habilidad, los australianos más fe, pero no se hacen daño. En la tribuna tunecina se veían algunas mujeres (pocas) con la cabeza descubierta, como para recordarnos que no en todos los países musulmanes el velo islámico es obligatorio. A los 67′ entra Khazri, pero no alcanza a influir. Es uno de esos que lleva el bastón de mariscal en la mochila y juega mucho mejor cuando lo dejan ejercer como tal. Ahora, en cambio, va al banco y entra para ser uno más en un equipo sin orden y con poco criterio. Ganó Australia. El pelado Mooy está contento, después de un gran desgaste. Merecido desayuno.

10:55 Después de la victoria contra Argentina, me daba curiosidad saber si Arabia Saudita podía repetir algo parecido. Sus jugadores salen convencidos de que pueden, como si bailaran en una nube. Tocan, tiran paredes, dominan el juego. Los polacos los miran sin entender. Hacia los 20′, están tan nerviosos que les amonestan a tres jugadores en dos minutos. Pero después se calman y el juego saudí empieza a parecer más liviano que ágil. Así, a los 39′, llega el gol de Polonia, convertido por Zielinski tras asistencia de Lewandowski.

Pero a los 43′ se produce un escándalo. Llamado por el canadiense del VAR, el árbitro brasileño Sampaio cobra para Arabia Saudita el más ridículo de los ridículos penales VAR del torneo. Un contacto que no llega a ser una caricia, ante el cual el jugador se tira. A Sampaio le muestran la jugada en cámara lenta, ve la foto y acepta la estafa. Un penal así es una invitación a que cada jugador que entra al área se tire al menor contacto. Un fútbol así, que estimula la mentira y se burla de la ética elemental del juego, es inadmisible. Pero todos parecen aceptarlo, aun los que se dan cuenta de que el fallo es un error garrafal.

Un fútbol así, que estimula la mentira y se burla de la ética elemental del juego, es inadmisible.

El sobreactuado Sampaio, ignorante de la ley de ventaja (otra pauta mundialista), es el primer árbitro que repite. En cambio, no han dirigido los dos árbitros ingleses y ningún inglés fue designado para ser VAR durante el torneo. Inglaterra es el único lugar en el que el VAR se interpreta de acuerdo a su sentido original, el de intervenir ante errores claros y groseros, no para inventar nada. Pero a la FIFA le interesa exactamente lo contrario. Que los árbitros acepten dirigir por una foto y pierdan su autoridad supervisados por un ojo electrónico y una serie de normas caprichosas. Se juegan 10 minutos de descuento, según una de esas normas. Antes, Szczęsny le ataja el penal a Salem Al-Dawsari, el autor del segundo gol contra Argentina, y desvía el segundo tiro tras el rebote. El incidente me deja de muy mal humor. 

12:10 Final del segundo partido. La atajada hace pensar que Szczęsny es demasiado para la moral de los saudíes. Sin embargo, intentan el empate con buenas armas. Polonia hace un partido serio y me hace pensar que será un rival para la Argentina más difícil de lo que pensé tras el partido con México. Los dos tienen oportunidades. Szczęsny sigue atajando, Polonia se defiende con orden pero no renuncia al ataque. Lewandowski y Milik pegan tiros en el travesaño. Pasman, a quien le encanta celebrar la desgracia ajena, se regodea repitiendo que Lewandowski no la puede meter en los mundiales. Hasta que Lewandowski le roba la pelota a Al-Malki en el borde del área y define de zurda cuando le sale el arquero. Resultó que podía. 

13:50 Entretiempo de Francia-Dinamarca. Tras el primer partido, Francia había dejado la sensación de ser candidato, junto con  Inglaterra, España y Brasil. Ayer, Inglaterra bajó un par de peldaños y tenía curiosidad de ver a Francia contra un equipo que últimamente lo complica. Dinamarca venía de una presentación muy deslucida contra Túnez, pero hoy arrancó mucho mejor. Puso de entrada a Damsgaard y a Lindstrøm como medias puntas y entre sus tres centrodelanteros potentes (entre los que no juntan 100 gramos de habilidad) eligió a Cornelius. Francia, ahora con Varane de central, Koundé en el lateral derecho y Theo Hernandez en el izquierdo, hizo lo que sabe. Esperar con cierta cautela, salir rápido y jugar la pelota hacia las puntas para Dembélé (que empezó inspirado) y Mbappé (que sólo necesita inspirarse una vez). Francia no tiene una gran creatividad en el medio, pero entre Griezmann y Rabiot se vienen arreglando. Dinamarca pareció otro equipo, mejor parado que contra Túnez, más solvente. Con eje en Eriksen, disputó el medio y el partido fue parejo.

15:00 El segundo tiempo fue mucho mejor, digno de unos cuartos de final por lo menos. Dinamarca probó con otro tanque, esta vez Braithwaite. El ritmo se aceleró y a los 60′ se inspiró finalmente Mbappé: doble combinación con Theo Hernandez y un gol electrizante. Ahí el técnico Deschamps hizo un cambio raro (seguramente pensaba hacerlo antes del gol): Marcus Thuram (hijo del viejo Lilian), que está teniendo una buena temporada en la Bundesliga pero nunca me impresionó. Además, habría necesitado a Giroud para defender lo que vino a continuación: un córner de Eriksen que cabeceó primero Andersen y Christensen (el Christensen con “ch”, porque hay uno con “k”) la mandó adentro. 

Los dos buscaban el triunfo y tuvieron ocasiones de gol salvadas por Schmeichel y Lloris. Hjulmand, el técnico danés, agregó otro tanque. Deschamps reemplazó a Dembélé, olvidado en el segundo tiempo, por Coman, que entró muy bien y fue una pesadilla por la punta derecha. A los 85′, Coman se la tocó atrás a Griezmann, que puso un centro excelente al segundo palo, donde Mbappé la atropelló en el aire y convirtió con el muslo. Francia es el primer clasificado. Dinamarca no desentonó y debería ganarle a Australia para clasificar también. 

15:45  Está por empezar Argentina y México. Después de la derrota con Arabia Saudita pensé que había sido un tropiezo y que sus rivales en el grupo, México y Polonia, eran poco más que dos murgas. Después, se empezó a comentar que el técnico argentino estaba dudando entre unas ocho formaciones y, por otra parte, hoy vi jugar a Polonia y no me pareció tan malo. Supongo que México no debe serlo tampoco aunque, a esta altura, todos nos convencimos de que Argentina no era tan bueno. Veremos qué ocurre.

16:50 México es tan malo como pensé después de verlo con Polonia. El problema es que, para Argentina, parece un rival imbatible. Argentina juega tan mal como México, sólo que a México el resultado le conviene. Los cambios de Scaloni no resolvieron ningún problema. Lisandro Martínez y Romero son equivalentes, lo mismo que Montiel y Molina. O que Otamendi. Acuña debería jugar siempre, porque es un jugador regular en el mejor sentido. Pero no sé para qué está Guido Rodríguez, una especie de volante ultra retrasado para contrarrestar un ataque inexistente del contrario y no iniciar nunca los del equipo propio. A Mac Allister lo tengo visto en el Brighton: es inteligente, toca, patea. Pero apenas se conectó con nadie. Messi hizo muy poco y De Paul hizo todo mal. Apenas Di María pareció intentar algo. Argentina está perdida en una nube mental, en una dimensión en la que no hay ni fútbol ni confianza. Es la peor versión que vi de un equipo argentino en mundiales. Por suerte, lo mismo pasa con México. Todo es muy deprimente.

18:00 Hay bocinazos en San Clemente, delirios patrioteros en los medios, euforia en las redes. Le pido a Gustavo Noriega que me diga algo de Enzo Fernández, al que vio jugar como hincha de River (yo no miro fútbol argentino y apenas lo vi en el Benfica). Me contesta: “Es crack de verdad y tiene personalidad. ¿Viste el amague antes de patear cómo se arma el ángulo? Juega todas las pelotas bien. Esos jugadores que te gustan a vos, que tienen la cancha en la cabeza.”

Por suerte, no necesito que me diga nada sobre Messi, ambos compartimos la admiración incondicional. Entre Messi y Fernández lograron lo que parecía imposible. Revertir ese partido destinado a ser la peor decepción de la historia, peor incluso que la goleada de los checoslovacos en 1958 o la de los alemanes en 2010. Peor incluso que lo del otro día contra los saudíes. La sensación era que eran jugadores amateurs con algún talento a los que habían reclutado de apuro para jugar una Copa del Mundo.

La sensación era que eran jugadores amateurs con algún talento a los que habían reclutado de apuro para jugar una Copa del Mundo.

Pero ese equipo terminó ganando 2 a 0 y pudo ser una goleada si el miedo no los hubiera llevado a defenderse contra un enemigo invisible. ¿Qué fue lo que pasó? No estoy del todo seguro. A los 63 minutos, Scaloni hizo el primer cambio, uno de los tantos que se habían barajado en la semana: Enzo Fernández reemplazó a Guido Rodríguez. Argentina se adelantó unos metros en el campo y dejó de tener un jugador inútil cerca del fondo. Fernández empezó a quitar, pasar y tocar. Por un momento, se vio que había más jugadores argentinos juntos en campo contrario que en este partido y el anterior. A los 64′, Di María se la pasó a Messi y Messi le pegó desde afuera, abajo, contra el palo. Diez minutos antes, había pateado un tiro libre arriba, como en esos días en los que nada le sale. Pero algo había cambiado en ese cubo de Rubik que es la cabeza de Messi: las piezas se habían ordenado y el juguete estaba intacto como para armarse y desarmarse en cada jugada de manera imprevista. El partido estaba ganado. Messi era igual a Messi, que se merece este gol, este mundial y nuestra eterna admiración.

Antes del gol de Messi, Scaloni había puesto a Molina por Montiel y a Julián por Lautaro. Dos cambios que no hicieron diferencias. Después del gol, hubo dos cambios más, Palacios por Mac Allister (inocuo) y Romero por Di María (para agregar un tercer central, acaso innecesario). El partido se embarulló. Argentina jugaba mucho mejor que en el primer tiempo (hasta De Paul jugaba mejor) pero demostraba también un enorme susto. Problema que solucionó Enzo Fernández con un gol de supercrack, un gol que lo pone en el firmamento del fútbol. ¿Por qué era suplente? ¿Por qué sólo lo habían visto los del Benfica? ¿Por qué alguna vez lo prestaron a Defensa y Justicia (con todo respeto)? Un misterio del fútbol que no estoy en condiciones de resolver.

Ya que estamos con las preguntas. ¿Por qué Messi es tan genial y por qué le viene la inspiración de esa manera, cuando nadie está preparado? Tachamos un casillero. Ahora viene Polonia, contra el que puede jugar tanto el equipo original como el otro, el duplicado fantasma. Desafío a cualquiera a que me diga cuál es el verdadero nivel de Argentina. 

 

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Quintín

Fue fundador de la revista El Amante, director del Bafici y árbitro de fútbol. Publicó La vuelta al cine en 50 días (Paidós, 2019). Vive en San Clemente del Tuyú.

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