LEO ACHILLI
Diario del Mundial

#6 | El futuro es un cero

Otro día de pocos goles. Lamentablemente va pareciendo la tendencia del torneo.

Grupo G: Irán 2×0 Gales
Grupo H: Senegal 3×1 Qatar
Grupo H: Países Bajos 1×1 Ecuador
Grupo G: Inglaterra 0x0 EE.UU

Empiezo con una fe de erratas. No es muy difícil hacer la cuenta de cuántos goles se convirtieron en el mundial. Pero ayer puse que eran 33 cuando en realidad eran 41, como me hizo notar amablemente en twitter Sebastián Riccardi. Fue peor que eso, que ya es bastante bochornoso. Estaba tan cansado que hice la cuenta como cinco veces y siempre me daba distinto. La vergüenza todavía me dura después de varias horas.

En realidad, me pasó por hacerme el vivo. El objetivo de ese párrafo sobre las estadísticas caseras era burlarme de la moda de los xG, los goles esperados, el sistema estadístico que permite calcular el peligro que un equipo llevó al arco contrario. El sistema es muy sofisticado y se basa en una enorme cantidad de datos recopilados a partir de los tiros desde cada lugar del campo y de cada circunstancia. Me parece un logro notable de la ciencia, que permite cuantificar algo que parecía numéricamente indeterminable. Los xG son una fantasía de anticipación que se le podría haber ocurrido a Julio Verne de haber conocido el fútbol (bueno, tal vez lo conociera). Me explico: es un clásico de los relatores decir que los goles no se merecen sino que se hacen. Otra manera de decirlo es que no existe el mereciómetro, la máquina que mide los goles merecidos. Bueno, los xG son ese aparato que parecía imposible, como alguna vez lo fueron los barcos que se sumergen o el viaje a la Luna.

Lo que no logro entender es la utilidad de esa máquina, aun cuando los algoritmos se refinen hasta hacerse absolutamente precisos. Pero entiendo menos todavía son los tuits que hablan de “la filosofía xG”. Ahí me pierdo completamente. ¿En qué sentido este emprendimiento tan trabajoso conlleva una filosofía? La única explicación que se me ocurre es que el objetivo final de los fanáticos de los xG sea que, en el futuro, los partidos se decidan por esa vía. Sería toda una revolución. Pero tal vez se produzca una división entre los filósofos. Los más radicales propondrán abolir la cuenta de goles para determinar el resultado y usar directamente el xG. Los de la rama más moderada, en cambio, estarán a favor de que el xG se use solo en caso de empate, como cuando no hay una definición contundente en el boxeo.

Otra manera de decirlo es que no existe el mereciómetro, la máquina que mide los goles merecidos.

Me fui un poco por las ramas. Dentro de la fe de erratas, quería decir también que el nombre del comentarista Buonsante, al que elogié por definir muy bien el dilema del juego uruguayo: es Leandro y no Leonardo, como escribí erróneamente.

Por último, algo que decido incluir aquí al conocerse la noticia de que es probable que Neymar se pierda lo que resta del torneo. Me reprocho no haber hablado de la importancia de Neymar en el juego de Brasil, que tan bien me impresionó contra Serbia. Se supo que Neymar se lesionó mucho antes de abandonar la cancha, cuando todavía estaban cero a cero y recién aceptó salir cuando el partido estaba definido. Repasando mentalmente lo ocurrido, me doy cuenta de que Neymar se inmoló: para que Brasil pudiera abastecer a sus delanteros, alguien tenía que acercarles la pelota. Y ese fue Neymar, víctima de una gran cantidad de faltas y choques que lo demolieron. Ahora, ¿cómo van a reemplazarlo? Su equipo no tiene un jugador parecido, no solo en talento sino en estilo de juego. Los otros, aunque sean muy buenos, son jugadores de rol, como se suele decir: gente que sabe hacer su trabajo pero no se puede cargar el equipo al hombro. Una pregunta difícil de contestar.

La esposa que sirve mates

Hoy me levanté dispuesto a inmolarme yo también con Irán y Gales, pero terminé pasándola muy bien. De entrada, las cosas pintaban mal. Martín Rodríguez, el relator de DirecTV que se identifica como uruguayo, se caracteriza por un tono agresivo, perentorio, poco apropiado para las siete de la mañana. Pero cuando dijo “seamos justos y justas”, decidí hacerle caso: cambié a la segunda señal de audio para hacerme justicia a mí mismo. Allí me encontré con la dupla para Colombia, (formada por un colombiano y un argentino) en la que el comentarista utilizaba expresiones como “mientras su esposa le sirve un mate”. Antiguo el hombre, pero más simpático que el uruguayo estentóreo y políticamente correcto.

Más feo que lo del uruguayo fue el apriete que el régimen iraní les pegó a sus jugadores para que cantaran el himno en lugar de mantenerse callados como señal de protesta contra la dictadura y la represión en Irán (lo habían hecho en el primer partido). Cantaron a regañadientes, apenas moviendo los labios y sin el menor entusiasmo. Fue algo muy feo de ver, parte de las múltiples censuras que alberga Qatar, cuyas autoridades, en complicidad con las de la FIFA, trataron de borrar también la fotografía de los jugadores alemanes tapándose la boca para protestar por la amenaza de sancionarlos si el capitán usaba el brazalete con los colores del arco iris.

Hoy lo demostró ganándole dos a cero a Gales, que sí pareció un equipo horrible, uno de los peores del torneo.

Después de la goleada contra Inglaterra, dije que Irán no me parecía un equipo tan malo, solo muy presionado por las circunstancias políticas y el miserabilismo de su técnico. Hoy lo demostró ganándole dos a cero a Gales, que sí pareció un equipo horrible, uno de los peores del torneo. Ya lo había parecido por momentos contra Estados Unidos, pero allí aprovechó el barullo y un falso penal para disimular. Hoy Irán lo peloteó. Entre las muchas oportunidades de gol, tuvo una en la que la pelota pegó dos veces en los palos. Pero parecía que Gales se iba a llevar un empate contradiciendo no solo lo que era evidente a los ojos, sino seguramente también al xG. Pero el VAR hizo expulsar al arquero Hennessey, aunque no se sabe si el motivo de la roja fue un uso excesivo de la fuerza o impedir una situación manifiesta de gol (para mí, no ocurrió ninguna de las dos cosas). Los galeses se siguieron salvando y parecían a punto de obtener un empate injusto, injusta o injuste hasta que el defensor Roozbeh Cheshmi le pegó muy bien de afuera del área y la clavó abajo contra el palo. Iban ocho minutos de descuento y fue el primer gol desde afuera del área del mundial. Tres minutos más tarde, el recién ingresado Ramin recibió de Taremi y decoró el resultado con una fina definición sobre el arquero. Irán está en carrera y definirá su suerte contra Estados Unidos.

Qatar mejora

Qatar había sido un desastre en el partido inaugural contra Ecuador, pero hoy mejoró, aunque no sin dejar la impresión de que tiene jugadores que están por debajo del estándar profesional. El arquero (uno nuevo) es de los peores que vi atajar en un partido oficial y el primer gol de Senegal llegó porque un defensor se cayó sentado cuando quiso rechazar. Senegal fue un desastre también. Daba la impresión de que sus jugadores, alguna vez formados en los fundamentos del fútbol, habían retenido lo que hace al aspecto atlético, a los golpes a la pelota y la fuerza para trabarla, pero habían olvidado todo lo que tuviera algo de inspiración, de juego, de flexibilidad. Parecía imposible que un senegalés hiciera una gambeta, tirara un túnel o una pared. Ese equipo rígido y apesadumbrado (el colorido folklórico en las tribunas tenía también algo de artificial, como el de los locales) ganó porque le tocó. En el segundo tiempo, Qatar se soltó y demostró esa ligereza, esa habilidad que los senegaleses parecían desconocer. El 11, Akram Afif, demostró condiciones y Qatar descontó tras una muy buena jugada del 17, Mohammad, que cabeceó Muntari. Y hasta parecía que podía empatarlo cuando aumentó Senegal después de una elegante combinación entre N’Diaye y Bamba Deng. Ambos habían entrado desde el banco, donde tal vez el técnico los dejó porque prefirió a los más duros.

Senegal deberá ganarle a Ecuador para clasificar, lo que parece una misión imposible si nos atenemos al gran partido que Ecuador jugó contra Holanda. Iba perdiendo a los seis minutos con un gran gol de Gakpo, pero tomó la conducción del partido y no la soltó. No solo le jugó de igual a igual a los holandeses: los dominó y los hizo conformarse con el empate. De todos modos, hay que tener en cuenta que dos técnicos posibilistas como Alfaro y Van Gaal pensaron menos en ganar el partido que en llegar cómodos al próximo. El plan A de Alfaro era sacar un empate, el B era perder por un gol (en ambos casos, clasifica con un empate) y el C cualquier resultado, porque clasifica ganándole a Senegal. Es decir que, casi en cualquier caso, no debía modificar su planteo de juego. De modo que Ecuador estuvo prudente pero bien, tuvo buenos movimientos y precisión con la pelota. Estupiñán jugó un gran partido y continuó el gran momento de Valencia quien, lamentablemente, salió lesionado y posiblemente sea grave (¡otro más!). Holanda enfrenta a Qatar (ya eliminado) y no hay ninguna posibilidad de que pierda.

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A Ecuador le anularon un gol que desafía mis conocimientos de las reglas: pateó al arco Preciado, Porozo estaba adelantado y tapaba la visual del arquero; pero la pelota rebotó en Estupiñán y cambió de dirección; después del rebote, ya Porozo no tapaba más al arquero. El línea levantó la bandera y el VAR convalidó el fallo. ¿Fue o no fue offside? ¿Por qué? Dale Johnson solo dice vaguedades y agrega que fue un fallo cuestionable.

En algún sentido, fue muy meritorio lo de Ecuador, que enfrentó a Holanda sin complejos y pudo haber ganado tranquilamente. También se puede decir que fue meritorio lo de Holanda: se encaminó sin muchas dificultades a la clasificación. La pregunta es si este es el único fútbol que hoy se puede jugar o, por el contrario, se puede buscar la victoria con un poco más de convicción, aunque eso implique forzar un poco las tácticas, poner a los jugadores más audaces, abandonar un poco la monotonía de la misión cumplida.

Los norteamericanos, más cerca

Esa misma pregunta cabe hacerla después de ver Inglaterra-Estados Unidos, que los norteamericanos estuvieron más cerca de ganar. Con sus dos volantes centrales, Adams y Musah, en gran nivel y con un Pulisic mucho más peligroso de lo que se lo ve en el Chelsea, presionaron a los ingleses, les impidieron tener la pelota cerca del arco, los atacaron prolijamente y con gran despliegue: trataron bien la pelota, intentaron llegar en velocidad y tuvieron buenas oportunidades para convertir. En Inglaterra desaparecieron las figuras que habían brillado contra Irán, especialmente Bellingham, que no la tocó y estuvo perdido en la cancha. Tampoco los delanteros se lucieron: ni Sterling ni Saka desbordaron, Kane está mal físicamente (¿qué les pasa a los grandes delanteros, quedaron débiles de tanto vacunarse?) y Southgate no va a arriesgar lo que también es una clasificación cómoda. El desafío para EE.UU. será ganarle a un Irán rocoso que le va a estacionar el ómnibus. El de Inglaterra será, como siempre, ganar los partidos que no son un paseo, la materia que suele reprobar en los torneos internacionales.

Los otros equipos no tienen un Neymar, no hay alguien que transforme los partidos, que obligue a los contrarios, alguien como Modric en el mundial anterior. El fútbol parece ir en dos direcciones: por un lado, hacia la disciplina táctica que, acompañada por cierto nivel de destreza, está tan al alcance de Inglaterra como de Ecuador, de Serbia como de Estados Unidos. Esa disciplina, que produjo ya cinco resultados cero a cero, promete que haya más (lo que hace temer una infinidad de alargues y penales para la segunda fase). La otra es hacia un nivel de excelencia de los futbolistas tan grande que solo estará al alcance de dos o tres países capaces de producirlos por la organización de sus canteras y de sus ligas o, a nivel de clubes, a los que pertenecen a los mayores multimillonarios. En todo caso, lo que el fútbol va descartando como rémora de otra época es a los buenos equipos que ganan porque sus futbolistas explotan los recursos más profundos del fútbol, que son la visión del juego, la capacidad para asociarse, la habilidad individual y la garra colectiva. Esos equipos son los que hoy bajan la cabeza y se mueven bajo los parámetros que impone la disciplina. Esta no desdeña las grandes pinceladas de talento, pero la imagen que tal vez represente más cabalmente lo que ocurre en Qatar 2022 es la de un jugador exhausto, que cumplió con su tarea, abandonando la cancha para ser reemplazado por otro que hará lo mismo.

Mañana juega Argentina con México. Las cosas que escuché en estos días me hicieron dudar de la certeza de que tiene que ganar porque es muy superior. Pero todo el mundo parece convencido de que es un desafío casi imposible. Así de parejo es todo.

 

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Quintín

Fue fundador de la revista El Amante, director del Bafici y árbitro de fútbol. Publicó La vuelta al cine en 50 días (Paidós, 2019). Vive en San Clemente del Tuyú.

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