En la semana pasó de todo y, a la vez, estuvo tranquila. La política local se tomó un break por la muerte del Papa Francisco. Y no sabemos si es por eso o no, pero Trump tampoco hizo de las suyas, más allá de que le critiquen el saco azul en el funeral. No vamos a gastar segundos en protocolo. No es por ahí. En la Argentina transcurrió la segunda semana con banda cambiaria y el dólar sigue tranquilo. Bajó, subió, bajó. Todos se tienen que acostumbrar a un poco de volatilidad y a la visión de que los precios locales no pueden estar al minuto a minuto de las pantallas. Cuando haya tendencias, incidirán en los precios.
Del lado del Gobierno, es claro que priorizan la baja de la inflación y, en ese sentido, el dólar en la mitad inferior de la banda es una buena noticia. Dicen que, además, no piensan comprar dentro de la banda, lo que saca de la cancha a un jugador con capacidad de hacerlo subir. Si van a comprar sólo a 1.000, van a comprar poco o nada. Pero eso es coherente con la prioridad de bajar inflación en lugar de acumular dólares. Habrá que ver qué pasa con la meta de reservas netas que fijaron con el Fondo. Para que compren mucho a 1.000, tiene que haber mucha presión para que baje de ese número. De otra manera, puede llegar, pero al momento en que el Banco sale a comprar, se aleja de ese valor. Esa presión, al menos en el corto plazo, no se ve.
La política monetaria trajo otra novedad en esta semana. El Banco Central repartió dividendos y depositó 11,7 billones de pesos en la cuenta del Tesoro, esto es un tercio de la base monetaria, si es que decidieran usarlos, algo que ocurrirá a cuentagotas. Una interpretación es que, si los bancos no van a la licitación de bonos —como pasó esta semana—, es porque hay pocos pesos en el mercado para seguir prestando y, entonces, el Tesoro cancela deuda con esos pesos y le da el principal insumo al mercado de crédito. Esto es compatible con tasas más bajas y, por ende, pueden hacer menos atractivo al carry trade. Si el carry es menos atractivo, también es menos probable que el dólar vaya a 1.000. En una palabra, lo que hace el Gobierno puede estar bien, pero es difícil que le salgan todas. Acá pueden quedar pagando el objetivo de reservas y la visión de que el dólar vaya a 1.000, lo que no necesariamente es una mala cosa, ya que a 1.000 muchos sectores verán la rentabilidad comprometida. El caso del turismo receptivo es quizás uno de los más bravos, con caídas de más del 20% en el número de visitantes y un frenesí de los argentinos por viajar al exterior.
Los datos de la economía real de febrero no sólo fueron buenos, sino mucho mejores que lo esperado. Acá decíamos que esperábamos un buen número, pero el 0,8% mensual fue un golazo. Marzo y abril seguramente serán más flojos por cuenta de la incertidumbre local e internacional. Y, de todas maneras, las tasas de crecimiento que vimos entre septiembre y febrero no son extrapolables. Si la economía se estanca en valores de febrero, igual crece 4,9% en el 2025, pero seguramente será mejor que eso. Quizás en torno del 6% para el año, dejando arrastre positivo para el 2026.
Los números de inflación de abril están cerrando mejor de lo esperado. Algunos colegas creen que la infla empieza con 2. Nosotros creemos que puede ser un 3 chiquito. Pero, en cualquier caso, no parece que se vaya a repetir el 3,7% de marzo. No es que no hubo aumentos, pero no fue para tanto.
Para esta semana no salen muchos indicadores. Pero estaremos atentos al índice de salarios y los términos de intercambio del comercio exterior. El Banco Central publicará el informe de pagos minoristas, que siempre tiene buenas perlitas, y volverá la intensidad política en una semana de tres días, pero con movilizaciones el jueves 1º de mayo.
Hasta la semana que viene.
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